Japón es la cuna de los videojuegos pero, a pesar de ello, no tanto de los deportes electrónicos, estando en este sentido por detrás de Europa, Norteamérica o Corea del Sur.
El mayor problema de Japón con los esports se encontraba en una ley creada a principios de los 80 que impedía que cualquier bolsa de premios de torneos relacionados con videojuegos fuera mayores de los 900 dólares.
Esta ley se creó a partir de que la Yakuza utilizase el "videopoker" en una forma de financiación de gran éxito que provocó que el gobierno legalizase por la vía rápida los premios que se podían dar a partir de actividades realizadas con videojuegos.
Por suerte, el gobierno japonés se dio cuenta de que la ley estaba anticuada cuando comenzó el debate de introducir los esports en los Juegos Olímpicos de París 2024 hace tan sólo unos meses, poniéndose manos a la obra para modificarla y dar cabida a los grandes premios en los torneos de esports.
El pasado fin de semana, de hecho, se celebró el primer torneo de deportes electrónicos que se aprovechaba de la modificación de esta ley, el Game Party Japan 2018, que repartió un total de 300 000 dólares en premios entre sus torneos de Street Fighter V, Tekken 7 o Call of Duty.
