Metal Gear Rising cuenta con el honor de ser uno de esos spin-offs que salen bien. Este juego de acción con uno de los protagonistas de la saga Metal Gear (que a lo mejor Konami consigue devolver a las manos de Kojima) ofrecía mecánicas profundamente distintas del sigilo y la calma. No veremos a Raiden en la película sobre Metal Gear, proyecto que sigue adelante, pero en la salvaje aventura del Raiden ninja podías incluso atacar a los pobres civiles... pero con consecuencias inesperadas.
Obviamente no te iban a dejar matarles sin más. Lo de "Jack the Ripper" era solamente para los enemigos, aquí no dejabas de ser el bueno. Un bueno que parte por la mitad a sus rivales y les arranca sus núcleos para absorberlos, como un cibervampiro... pero eres el bueno.
Atacar a civles en Metal Gear Rising: Revengeance conllevaba recibir un mensaje sobre no obligar a nadie a nada
El caso es que en algunos puntos, podíamos salvar a civiles en apuros de las zonas en las que avanzábamos pegando tajos a diestro y siniestro. Una vez eliminado el peligro, corren a esconderse y puedes ir tras ellos, atacar y... bueno, podéis ver el resultado bajo estas líneas.
@vandalonline El secreto MÁS VERGONZOSO de Metal Gear RISING 😳 #metalgearrising #metalgear #curiosidadesdevideojuegos #gaming #secretosdevideojuegos #gamingentiktok #easteregg #vandal ♬ sonido original - Vandal (Oficial)
En lugar de acabar con ellos porque quizás sería un espectáculo violento y sujeto a los que los organismos censores de distintos países consideran inaceptable (recordad que nuestros enemigos, técnicamente, son máquinas y no humanos), el atuendo del NPC desaparece y se queda en ropa interior. Cosa que no gusta a nuestro personal de apoyo.
Una llamada del equipo de apoyo de la misión informa a Raiden de que cada cual tiene sus gustos pero hombre, que la próxima vez pregunte al pobre civil al que acaba de rescatar de morir entre terribles sufrimientos sobre si le apetece o no que un tuerto con un cuerpo robótico le quite toda la ropa.
Un momento un tanto surrealista en un juego que, ponchos y sombreros mexicanos aparte, suele intentar centrarse en la agresividad y es un poco más serio.
