Sucker Punch es desde hace un buen puñado de años una compañía muy ligada a las consolas de Sony por IPs como Sly Cooper, Infamous o el más reciente Ghost of Tsushima (que ya se rumorea podría llegar a PC próximamente). Sin embargo, no muchos recordarán que en 1997 esta empresa fundada por ex-trabajadores de Microsoft comenzó su andadura en la industria con un juego exclusivo de la mítica Nintendo 64; un plataformas bastante curioso que innovó dentro del género y fue una pequeña joya de su tiempo, aunque gigantes como Super Mario 64 lo han tapado con el paso de las generaciones.
Rocket: Robots on Wheels es una rareza plataformera de Nintendo 64 con mucho encanto
Rocket: Robots on Wheels, titulado originalmente como Sprocket -el juego tuvo que cambiar de nombre por problemas de derechos-, es un plataformas estrenado en diciembre de 1999 como exclusiva para Nintendo 64 que llegó a dicha consola en la que podríamos denominar como su época crepuscular, es decir, en su ciclo final de vida, cuando faltaban menos de dos años para la salida en el mercado de la sucesora Nintendo GameCube y cuando ya otras obras del género en tres dimensiones habían encandilado a los jugadores de la década, como el archiconocido Super Mario 64 o Banjo-Kazooie.
Desarrollado por un equipo joven, pequeño y lleno de ilusión que todavía no tenía mucha experiencia en el medio, Rocket: Robots on Wheels fue ideado en Sucker Punch como un juego destinado para Nintendo 64, pese a que la propia Nintendo rechazó la idea en un primer momento (e incluso no les proporcionó los kits de desarrollo necesarios hasta no ver una demo).
Fue finalmente Ubisoft, tras más de un año de trabajo y la negativa de otras editoras importantes como Sony o Electronic Arts, la empresa que apostó por el título para publicarlo después de verlo en el E3 de 1999, cuando estaba prácticamente completo.
Sucker Punch había pensado desde el principio en publicar Rocket: Robots on Wheels en Nintendo 64 porque sabían que esta era la máquina con el mayor alcance posible de público objetivo para su juego. Un título protagonizado por un alegre robot en un parque temático futurista que debe poner orden a la locura desatada por un mapache antes de que el propietario del parque regrese el día de la inauguración.
Sin embargo, y aunque Rocket: Robots on Wheels fue definitivamente notable en muchos sentidos y gustó a la mayoría de la prensa especializada, pasó sin demasiada pena ni gloria para el público mayoritario, tal vez por llegar tarde o competir contra juegos del género con una sombra demasiado alargada. Y eso que méritos no le faltaron, pues supuso el primer juego de plataformas 3D en la historia con un motor de físicas realistas donde en muchos de sus puzles y objetivos entraban en consideración aspectos como el peso de los objetos, la inercia o la fricción de los mismos, entre otras propiedades físicas.
Esta complejidad plataformera, unida al hecho de que Rocket es un protagonista que se mueve sobre una sola rueda (como una suerte de funambulista montado en un monociclo sobre la cuerda floja), añadían al título nuevas e interesantes maneras de desafiar a los jugadores, especialmente a los más veteranos del género que buscasen un reto diferente y poco visto. Por ello, no solo era un juego atractivo para los más pequeños por su colorida estética y amable propuesta, también resultaba estimulante en los mayores, a pesar de que la cámara podía dar más de un quebradero de cabeza... Algo por otro lado habitual en aquellos años que aquejaban más obras del género.
Además, a su propuesta típica de otros collectathon, con seis mundos principales repartidos por el parque que se van desbloqueando a medida que coleccionamos suficientes tickets, había que sumar la presencia de vehículos especiales, uno por cada mundo, y pequeños minijuegos de feria como tiro al blanco o montañas rusas que variaban la fórmula y refrescaban las mecánicas. Sin olvidar que Rocket podía desbloquear nuevas habilidades gracias a Tinker, un robot de mantenimiento.
Gráficamente el juego era bastante resultón sin demasiados alardes. No exprimía al máximo la potencia de Nintendo 64, pero el diseño de los personajes, las texturas y la paleta de colores entraba a primera vista por los ojos. Todo acompañado por una banda sonora que, si bien podía ser algo machacona y repetitiva a la larga, destacaba por una mezcla de jazz y psicodelia tremendamente pegadiza.
Un plataformas que nunca está de más recomendar
En definitiva, puede que Rocket: Robots on Wheels no sea el plataformas más recordado de la historia, pero quienes pudimos disfrutarlo en su momento todavía recordamos la aventura de aquel simpático robot por su singularidad, su genuino e innovador motor de físicas y su alocado mundo. Una aventura que nunca está de más recomendar. ¿Lo conocías?