Dragon Age: The Veilguard

La cuarta entrega de la saga de juegos de rol de fantasía medieval de BioWare

Con sus altibajos, la saga Dragon Age desde su inicio no ha dejado de evolucionar y cambiar, desde la primera entrega en 2009, un juego de rol totalmente clásico a lo Baldur's Gate, hasta la última, Dragon Age: Inquisition (2014), más orientada a la acción y el mundo abierto. Ahora más de diez años después llega la cuarta entrega, Dragon Age: The Veilguard, que continúa la historia del anterior juego, diez años después, con un enfoque renovado en la acción y un estilo artístico más colorido, alejándose ligeramente del tradicional RPG de la serie pero manteniendo su esencia central: una historia rica y compleja en un mundo de fantasía épica, y un grupo de personajes con mucho carisma.

La historia comienza con Solas, el Lobo Terrible, intentando romper el Velo para liberar a los elfos ancestrales atrapados en otro mundo, siendo nuestra misión detenerlo. El creador de personajes es el más completo de la serie, permitiendo una personalización detallada del avatar, desde el tipo de cuerpo hasta los detalles faciales y de pelo. Se pueden elegir entre cuatro razas (humano, enano, qunari y elfo) y tres clases (guerrero, mago y ladrón), cada una con tres especializaciones. Además, hay siete trasfondos diferentes, algunos conocidos y otros nuevos, que afectan significativamente el desarrollo de la historia y las misiones.

El combate en Dragon Age: The Veilguard es fluido y dinámico, con un sistema de lucha casi al estilo hack and slash, pero manteniendo un componente táctico. Controlando a un personaje y acompañados de dos compañeros a los que podemos dar órdenes, tenemos que combatir realizando esquivas, desvíos y ataques especiales, y cada subclase tiene una barra para ejecutar poderosos ataques finales. Además, una rueda de habilidades permite pausar la acción y ejecutar tácticas con los compañeros, ofreciendo una profundidad estratégica similar a la de anteriores entregas de la serie.