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Bethesda, Arkane Software y Machine Games se han unido para ofrecernos una nueva aventura llena de acción en primera persona. Titulada Wolfenstein: Youngblood, esta nueva entrega nos trasladará a una París completamente invadida y ocupada por legiones de nazis fuertemente armados, y ahora, en contexto con la época en la que nos encontramos, equipados con la más alta tecnología. En Youngblood encarnaremos a Jess o Soph Blazkowicz, las hijas gemelas de J.B. Blazkowicz en una arriesgada misión: deben buscar a su padre.
Un juego de acción con tintes de rol
No os preocupéis. Wolfenstein: Youngblood es un videojuego de acción en primera persona, justo como la saga nos tiene acostumbrados, pero en esta ocasión se ha optado por incluir ciertos elementos de rol muy ligeros que nos harán estar más pendientes a determinados parámetros que hasta la fecha no habían hecho acto de aparición en la licencia. De esta manera, los jugadores irán avanzando en sus estadísticas, subiendo de nivel y mejorando sus cualidades. En líneas generales, es como si estuviésemos jugando a Destiny o Borderlands, con rivales que tienen debilidades y armaduras, personajes que aumentan sus habilidades y misiones que nos recompensan en experiencia.
Mejor acompañados que solos
Jess o Soph Blazkowicz son las grandes protagonistas de este spin-off. Podemos encarnar a cualquiera de las dos, y no importa, pues son iguales, tanto a nivel de habilidades como de control. La única diferencia que hay entre las dos es el arma inicial que portan al comienzo de la aventura.
Sin embargo, sí hay que destacar que Wolfenstein: Youngblood está pensando para jugarse en cooperativo. Los enemigos, las rutas de los niveles y algunos pequeños rompecabezas o rutinas están diseñados para disfrutarse en compañía de otro jugador. Aunque es posible jugar solo, y la IA no es demasiado mala, os recomendamos que juguéis con alguien a través de internet.
Los escenarios son enormes y el sigilo es buena idea
No esperéis un videojuego excesivamente lineal. Wolfenstein: Youngblood está programado y diseñado por Arkane Studios, creadores de Dishonored y Prey, y eso se nota bastante. La París del videojuego es enorme, llena de rutas, casas que visitar, lugares secretos y enemigos. Podemos encontrar el camino sin agobiarnos, usando el sigilo, y a veces, esquivando a los soldados nazis y sus patrullas de ingenios mecánicos y luchadores mejorados. Os recomendamos esto último especialmente, ya que ahorrar munición no es mala idea.
Mejorar armas y habilidades es esencial
Wolfenstein: Youngblood, como os decimos, tiene un sistema de progresión que lo hace ser una especie de shooter RPG. En el juego encontraremos oro y plata por los escenarios, un dinero virtual que nos servirá para mejorar las armas y comprar nuevas señales de motivación. Las señales de motivación son clave en los combates, pues nos permiten obtener bonificaciones como aumentos de daño, salud y armadura en momentos puntuales, un aspecto muy útil en los combates. Igual de importante es mejorar las armas. Si mejoramos la potencia de fuego o la capacidad de la munición, tendremos más posibilidades de salir victoriosos contra enemigos más duchos o con una mayor resistencia, así como si añadimos mirillas seremos más precisos y certeros.
Atentos a las clases de enemigos
Wolfenstein: Youngblood basa su jugabilidad en matar nazis, sí, pero hay muchos tipos de nazis. Algunos son especialmente fuertes, y otros muy débiles. Algunos van acorazados, tienen lanzallamas y armaduras, y un buen puñado son hasta cibernéticos. Hay que fijarse en el tipo de tropa a la que nos vamos enfrentar, teniendo en cuenta su blindaje, un icono gris que aparecerá al lado de la barra de vida roja y su nombre o nivel. Hasta que no destruyamos su blindaje no podremos debilitarlos o matarlos, así que un buen consejo: buscad las armas que eliminen armadura y luego usad la más destructiva posible para darles el remate.