Más de una vez hemos comentado que con un plantel de juegos independientes con tantísima calidad y, sobre todo, con tantísima cantidad, es necesario tener algo que destaque por encima del resto. Normalmente, para ser un indie recordado necesitas una de estas dos cosas: o una propuesta única –véase Goat Simulator–, o un aspecto visual único –véase Limbo–. Y bueno, si consigues aunar las dos, mejor que mejor.
Si os pedimos que recordéis dos de los juegos independientes que se presentaron en el E3, estamos seguros de que muchos tendréis en mente Cuphead –ese título que imita la estética de los dibujos animados de antaño– y Ori and the Blind Forest, que es el título que nos ocupa.
En ambos casos fueron títulos que entraron por los ojos, y se quedaron en nuestra memoria aun sin saber si tendrán algún valor jugable. Ahora que volvemos a probar Ori and the Blind Forest, podemos volver a aseguraros que, al menos éste, lo tiene.
Cautivador desde el primer segundo
En esta demostración comenzaba lo que suponemos que es la secuencia de apertura del juego. Como ya sabéis, en esta aventura el protagonista es Ori, un espíritu que guarda un bosque desde tiempos remotos, y que fue "adoptado" y protegido por esa criatura de cuerpo negro y rostro blanco que podéis ver en las imágenes del juego. Ori and the Blind Forest comienza con unos momentos de pura carga narrativa, en la que se nos cuenta la historia de ambos.
De manera jugable, vamos descubriendo la historia de ambos. Comenzamos con el ser corpulento, que se encuentra con Ori perdido. De manera acelerada vamos viviendo los eventos del dúo, conociendo cómo van forjando su relación. Todo es felicidad, hasta que la comida empieza a escasear. La criatura se hace daño intentando conseguir un fruto para Ori, y éste sale en su ayuda.
Tras retornar a la cueva donde habitan, Ori descubre que su única familia ha desaparecido, y se embarga en un peligroso periplo por averiguar qué ha sucedido. Como decimos, esta secuencia es prácticamente jugable en su totalidad, aunque muy de manera muy sencilla para poder centrarse en la narrativa. Sin ningún texto y ninguna palabra, Ori and the Blind Forest nos cuenta lo sucedido con total claridad, de una manera que incluso ha llegado a recordarnos a la ya mítica escena de la película de Pixar Up.
Planteamiento jugable
Según nos explicaron, Ori comenzará sin apenas habilidades, pero irá desarrollándolas a través de un árbol de habilidades, así como aprendiendo nuevos movimientos. Pensamos que esto no es más que una "excusa" para ir midiendo la curva de dificultad, que si funciona en general igual que en el nivel que probamos, parece ser muy destacable. Los controles de Ori and the Blind Forest no son difíciles, pero sí que introduce algunas mecánicas bastante ingeniosas que necesitan un tiempo para que nos adaptemos a ellas.
A grandes rasgos, tendremos que combinarlas para progresar a través de secuencias de plataformas con algunos puzles. Por ejemplo, tendremos que utilizar una especie de impulso para salir propulsados hacia la dirección que queramos siempre y cuando nos agarremos a unas esferas que aparecen repartidas por el escenario o a los disparos de nuestros rivales, creando estos últimos momentos muy exigentes, que nos han recordado en cierta medida a las secuencias de plataformas de los Super Mario en la que tenemos que ir saltando de bala en bala, salvando las muchas diferencias.
Quizás antes de estas secuencias nos interese "usar" uno de los puntos de control, ya que otra de las mecánicas más destacables del juego que es que éstos sólo se generan automáticamente al cambiar de nivel, por lo que necesitamos ser previsores para colocarlos en el momento adecuado. La gracia es que, la inmensa mayoría de las veces, no sabremos cuán difícil será la siguiente sección hasta que no la juguemos y, consecuentemente, sea demasiado tarde.
Una delicia audiovisual
La verdad es que todo lo que os contemos de Ori and the Blind Forest no le hace justicia. Por suerte, tenéis todo tipo de imágenes tanto en vídeo como en pantallas para justificar nuestras palabras, y os aseguramos que en persona gana más. Desde el primer momento, sorprende lo bien diseñado que está, lo homogéneas que son todas sus partes, el carisma de los personajes y sus animaciones… Además, tiene unos efectos muy destacables, como la iluminación –y cómo se proyecta en los diferentes elementos del entorno– o el agua, muy vistosa y que encaja perfectamente con el resto del conjunto. Lo mismo podemos decir de la música, con melodías que van cambiando en función de la acción –sobre todo en la secuencia de apertura– y que rayan al mismo nivel que el apartado visual.
Un ‘indie’ para recordar
Aquellos que vivimos la época dorada de los plataformas en dos dimensiones recibimos con especial ilusión este tipo de juego, probablemente porque nos recuerda a las sensaciones de aquella época. Cuando salió Super Mario World, aquello no era "pixel-art", era arte a secas. Ahora, y aunque hay grandes juegos de estética retro, también nos gusta ver títulos que aprovechan las capacidades de la tecnología actual para innovar como lo hicieron aquellos, para sorprendernos gráficamente como lo hicieron aquellos.
Ori and the Blind Forest introduce unas mecánicas jugables muy interesantes, y además se envuelve en un apartado audiovisual de lujo, cuidadísimo y con mucho trabajo detrás. Si consigue mantener el nivel narrativo y jugable que hemos visto en esta demostración, estamos seguros de que será un título para recordar, y no únicamente después del tráiler, sino para recordar mucho tiempo después de habérnoslo pasado. Antes de que acabe el año saldremos de dudas.