Que a las tres últimas entregas principales de The Legend of Zelda les haya tocado el papel de ser el último gran juego de tres consolas (GameCube, Wii y Wii U) y el primer gran título de dos de ellas (Wii y Switch) no puede ser casualidad, y nos demuestra la importancia de esta serie para Nintendo y para el mundo de los videojuegos. Hay todos los años títulos que venden mucho más que cualquier The Legend of Zelda, pero pocas sagas, por no decir casi ninguna, pueden presumir del cariño y la expectación que levanta entre sus aficionados cada nuevo Zelda.
Por eso quizás resulta tan sorprendente lo que ha hecho Nintendo con Breath of the Wild, con el que no ha temido acabar con todas las convenciones de una saga con 30 años de historia, y ofrecer algo totalmente nuevo y rompedor, que pone patas arriba la serie. El adjetivo que mejor define al juego en sus primeras horas es sorprendente, algo que es muy valioso en sí mismo, ya que actualmente no es fácil que una superproducción te sorprenda tan constantemente como lo hace Breath of the Wild.
Culpa de ello lo tiene la peculiar manera en la que Nintendo ha promocionado el juego, porque, aunque puedes tener la sensación de que han mostrado mucho (hay cientos de vídeos en internet), os aseguramos que realmente no habíamos visto nada. Desde el pasado E3 siempre se ha jugado en la misma zona del inicio de la aventura, una muy pequeña y poco representativa de lo que te vas a encontrar en un juego que es gigantesco.
Así, la sorpresa es mayúscula cuando comienzas a comprobar la verdadera escala del juego, la libertad que ofrece desde el principio para ir a donde quieras, las enormes posibilidades jugables que tiene, el mimo y cuidado con el que está realizado, con un sinfín de detalles sorprendentes, el espectacular diseño de sonido, la preciosa dirección artística, o una historia que es mucho más elaborada de lo que se había dado entender, algo que ya intuimos en el último y emocionante tráiler.
Vamos hablar sin paños calientes: The Legend of Zelda: Breath of the Wild nos ha enamorado en sus primeras horas. Puede que la cosa empeore o que mejore en lo que nos queda por jugar de aventura (que es muchísimo), pero las sensaciones de fascinación y sorpresa, las constantes sonrisas que ha dibujado en nuestra cara al descubrir cada pequeño detalle, eso ya no nos lo va a quitar nadie, y habla muy bien del juego
Estamos ante una aventura total, con mayúsculas, ya que al igual que hacía la primera entrega de la serie, que nos soltaba en un mundo que podíamos explorar con total libertad, aquí se vuelve a repetir pero a una escala muchísimo mayor, aunque sin renunciar a contarnos una historia y proponernos decenas de misiones diferentes. Si en lo jugable es increíblemente rupturista, en lo narrativo es mucho más conservador, y es una faceta de la aventura diseñada para satisfacer al fan, con constantes guiños y referencias que los mayores apasionados de The Legend of Zelda van a agradecer y disfrutar.
Ahora que los juegos de mundo abierto son el género predominante o de moda en la actual generación de consolas, llega Nintendo con un sandbox (aquí es importante usar el término original en inglés) para ofrecernos su propia y particular visión de cómo hacer una aventura de acción y rol en un mundo enorme, con el universo The Legend of Zelda impregnándole su desbordante personalidad. Porque si bien muchos juegos en los últimos años nos están ofreciendo mundos cada vez más grandes y bellos que recorrer, pocos títulos están sabiendo darles un sentido jugable a los escenarios, que sean protagonistas en la jugabilidad, y no solo un bonito decorado.
En Breath of the Wild el reino de Hyrule es un completo y divertido parque de atracciones en el que nos da un montón de motivos para pasárnoslo bien, para explorar y descubrir cada rincón del bello mapa. Se puede interactuar con todo lo que nos rodea de muchas y sorprendentes maneras, y todo tiene un sentido, algo que no daba tiempo a apreciar en las breves demostraciones que habíamos jugado hasta ahora.
Para empezar uno de los detalles que más sorprende es que estamos ante un verdadero mundo abierto, sin barreras ni limitaciones. A diferencias de algunas aventuras de acción de los últimos años con escenarios más o menos abiertos, en los que solo podemos escalar por las zonas delimitadas por los diseñadores, marcadas de manera sutil de color blanco o amarillo, aquí podemos subir y escalar por cualquier parte, sin ningún tipo de limitación, lo que da una sensación de libertad enorme.
El único límite es el indicador de resistencia de Link, muy importante en la jugabilidad, que se consume mientras escala, pero aun así esto es relativo, ya que según avancemos en la aventura podremos ampliar nuestra resistencia y poder escalar cada vez mayores distancias, o nadar durante más tiempo sin ahogarnos (al movernos en el agua consumimos resistencia). Pero por mucha resistencia que tengamos, siempre puede surgir algún imprevisto, y si se pone a llover en mitad de una gran escalada lo llevamos crudo, ya que las manos de Link se resbalan cuando llueve, en un detalle entre muchos otros que nos ha parecido genial.
Es aquí donde la aventura nos demuestra que los entornos son muy protagonistas en las mecánicas de juego, y no un mero decorado. Por ejemplo, en las zonas más elevadas o en ciertas partes del mapa hace frío (hay un medidor de temperatura en pantalla), y la salud de Link baja si no vamos convenientemente abrigados o nos hemos comido algún alimento para entrar en calor. Lo mismo pasa con las zonas más calurosas, que requieren que aligeremos nuestra vestimenta, con el peligro que ello conlleva al bajar la defensa, o incluso cuando se desatan peligrosas tormentas, en las que un rayo nos puede dejar fritos.
Recoger objetos y recursos de los escenarios es muy importante, para crear platos de cocina, pociones o elixires de todo tipo, así como llevar distintos tipos de vestimentas, que aumenten nuestra defensa o que nos permitan ser más rápidos o sigilosos. El comercio cobra mucha importancia ya que ahora no es tan sencillo conseguir rupias, no las encontramos cortando hierba (al igual que tampoco hay corazones), y es importante recoger todo tipo de recursos y ponerlos a la venta para conseguir dinero y comprar mejor equipamiento, que también se pueden encontrar explorando.
Y las armas como ya sabéis se desgastan y rompen con suma facilidad, lo que nos obliga en las primeras horas a estar cambiando constantemente recogiendo las de los enemigos. Es una aventura con ciertos toques de supervivencia, y que le gusta sacar de su zona de confort al jugador, lo que nos obliga a experimentar con todos los recursos que nos ofrece, que son muchos, y hace que sea muy divertido.
Puede que lo que estemos contando sea un tanto ambiguo y ya lo conocierais previamente, pero queremos que el juego os sorprenda igual que lo está haciendo con nosotros, y no queremos contaros nada concreto sobre su historia o su estructura. Solo os diremos que sí, hay una historia principal que podemos seguir sin demasiados problemas, un montón de misiones secundarias, coleccionables y secretos, y que la libertad que habían prometido era más que cierta.
Al poco de empezar el juego puedes enfrentarte al jefe final si quieres, nada te lo impide realmente, aunque evidentemente vas a salir escaldado. Por tanto, se podría decir que el objetivo básico del juego es hacer a Link lo suficientemente poderoso como para poder enfrentarse a este reto con garantías, mediante un proceso en el que vivirá mil y una aventuras.
Para ello deberemos conseguir las mejores armas y equipo, y sobre todo y muy importante, ampliar el indicador de resistencia y la salud, la cantidad de corazones. La manera de conseguir esto es superando los santuarios, más de 100 pequeños templos que esconden uno o varios puzles, que tenemos que superar utilizando intensivamente la piedra sheikah. Este es un artefacto en el que vamos desbloqueando distintos poderes, como manipular objetos metálicos, congelar temporalmente objetos o lanzar bombas, y que son acciones que casi siempre están relacionadas con las elaboradas físicas del juego.
Esto provoca que en muchas ocasiones los puzles tengan múltiples soluciones, algo bastante rupturista con el clásico diseño de la saga. De momento los acertijos no nos están pareciendo muy complicados, aunque sí bastante originales en ocasiones, y parece que se han propuesto no repetir ideas en los más de 100 santuarios, algo que tiene mucho mérito.
Cada vez que superamos un santuario conseguimos un símbolo de valía, y cada cuatro podemos mejorar o la salud o la resistencia. Una decisión importante, ya que es tentador mejorar mucho la resistencia para escalar con menos límites, pero también conviene hacer acopio de unos cuantos corazones, para no morir a las primeras de cambio con cualquier golpe.
Es posible que en estas primeras horas ya hayamos muerto más veces que en muchos The Legend of Zelda enteros. Al poder explorar con tanta libertad nos podemos encontrar con enemigos muy peligrosos desde el principio, para los que no estemos preparados, al igual que zonas del escenario con climas muy extremos; es un juego divertidamente hostil, y bastante exigente, al no llevarnos de la mano a la hora de explorar el mundo.
Por ejemplo, nos ha encantado que acostumbrados a otras aventuras de mundo abierto en las que nos dicen siempre a qué punto del mapa hay que ir exactamente en cada momento, aquí a veces solo nos dan algunas pistas del lugar al que debemos dirigirnos, y nos las tenemos que apañar e interpretarlas, cobrando una gran importancia la exploración y la capacidad de observación del jugador, algo que ocurre tanto en las misiones principales como en las secundarias, y que es una decisión muy valiente por parte de Nintendo.
¿Entonces no existen las tradicionales mazmorras de la saga? Pues parece ser que no por lo que hemos visto hasta ahora, aunque sí hay unos lugares especiales mucho más elaborados que los pequeños santuarios, con decenas de puzles conectados entre sí. Como le va a ocurrir a muchos jugadores, el acercarte a Breath of the Wild con la mentalidad de anteriores The Legend of Zelda hace que el juego te rompa constantemente los esquemas.
Eso sí, aunque no se han mostrado hasta ahora no temáis por la presencia de aldeas, asentamientos y personajes, hay muchos y algunos de estos lugares son una pasada, pero nos parece genial la estrategia de Nintendo ocultando todas estas localizaciones para que os sorprendan cuando lo juguéis.
Es sin duda la entrega más revolucionaria de la saga desde Ocarina of Time, y eso que tenemos la sensación que de momento solo hemos arañado la superficie, y nos queda muchísimo por descubrir. Y no solo es un juego que revoluciona una saga tan importante y clásica como esta, también es el título más ambicioso de la historia de Nintendo, y se nota mucho el mimo con el que está realizado, los largos años de desarrollo, y las ganas que tienen de sorprender a los jugadores.
Por último, queremos hablar del apartado gráfico, que va a dar pie a muchos debates. Si bien hasta ahora nos había parecido un juego bastante bonito aunque también muy austero técnicamente, con ciertos problemas de rendimiento o unas texturas un tanto pobres, después de explorar su enorme mundo con total libertad tenemos que reconocer sus méritos técnicos. Como las elaboradas físicas, las cuidadas animaciones de los personajes, el hecho de poder recorrer sus escenarios sin tiempos de carga incluso cuando entramos en las casas, y un ciclo de día y noche o cambios climáticos muy vistosos.
Siguen ahí los problemas de rendimiento, en momentos puntuales hay bajadas de framerate (hemos jugado en Switch), pero no son los suficientemente abundantes ni constantes como para amargar la experiencia, al menos en lo que hemos jugado. En cualquier caso somos conscientes que es algo que va a generar polémica, pero creemos que los puntos fuertes en el apartado gráfico compensan sus carencias.
Después de probarlo en profundidad y ver una mayor cantidad de localizaciones o lugares como las aldeas, nos hemos dado cuenta de que no éramos conscientes de lo bonito que es Breath of the Wild, espectacularmente bello en ocasiones. Con unas puestas de sol que obligan a pararte para admirarlas, con unos animales salvajes tan bonitos que te da pena cazarlos con el arco (literalmente), y para que os hagáis una idea más aproximada de cómo se ve, a veces parece una película interactiva del mítico Studio Ghibli.
De hecho, hasta el diseño de personajes se parece mucho al de las películas de este estudio japonés, y por el uso del color y sus tonos pastel, el juego nos regala estampas que parecen cuadros en acuarela. Esto no tapa del todo sus carencias técnicas, que están ahí, pero os aseguramos que es un juego realmente bonito, y os va a encantar cómo se ve y se mueve a los fans de la animación japonesa.
Un apartado que sí es rotundamente sobresaliente, sin ningún pero, es el sonido. Es simplemente espectacular la ambientación sonora de Breath of the Wild, cómo suena el omnipresente viento al interactuar con la naturaleza, los animales que nos rodean, y la sutil y bella banda sonora que nos acompaña explorando el mundo. Pequeñas y esporádicas notas de piano que impregnan al juego de un tono melancólico que nos encanta, sin renunciar a recuperar temas clásicos de la saga reinterpretados que suenan en momento puntuales, o nuevas composiciones que son geniales, como habéis podido escuchar en los tráilers.
Un antes y un después
Dentro de unos días os ofreceremos nuestro veredicto definitivo The Legend of Zelda: Breath of the Wild, y seguro que mencionaremos unas cuantas carencias y también virtudes que todavía no hemos descubierto en nuestras primeras horas. Lo hemos intentado, pero no nos parecía honesto ocultaros nuestro actual entusiasmo con el juego, ya que nos está encantando, y no podemos decir otra cosa, la verdad. Ha sido tan larga la espera que no nos esperábamos que fuera tan grande lo que Nintendo se traía entre manos, ha roto nuestras expectativas en pedazos, y si eres fan de la saga y lo estabas esperando con ganas, prepárate para lo que se te viene encima, no te haces una idea.
Hemos escrito estas impresiones tras jugar las primeras horas en la versión final de Switch, en un evento organizado por Nintendo.