Frozen Wilds de Horizon Zero Dawn fue una expansión bastante interesante que aportó varias novedades respecto al juego base, desde nuevas y peligrosas criaturas a una zona con nueva ambientación helada, novedades técnicas y visuales –un salto cualitativo en las expresividad de los secundarios- y una mejora en calidad general. Salvo lo prescindible de sus nuevos detalles en historia, esta nueva aventura de Aloy era el mejor aperitivo hasta Horizon Forbidden West, lanzado en 2022.
Ahora Guerrilla Games nos trae -únicamente en su versión de PlayStation 5- Burning Shores, la expansión de Forbidden West. Un contenido que, si bien no revoluciona los aspectos jugables que vimos el año pasado, suma territorios con nuevos misterios, enemigos y esta vez sí, un progreso en la historia que nos acerca más al futuro Horizon 3.
Costas paradisiacas, volcanes y un nuevo desafío para Aloy
Tal y como se ha anunciado de manera oficial, Burning Shores nos dirige a una nueva región que transcurre en Los Ángeles, o al menos lo que queda de esta civilización. Una petición de Sylens, interpretación póstuma del actor Lance Reddick, lleva los pasos de Aloy a investigar una nueva zona formada por un archipiélago aislado del mapa principal. Nuestra visita al lugar será un tanto accidentada, pero nos servirá para conocer a Seyka, una mujer que nos acompañará a lo largo de esta expansión y que seguro que no es la última vez que aparece en la saga. Actúa de guía de la zona, nos introduce en las tribus del lugar y planteará sus propias motivaciones para luchar contra una amenaza que va más allá de los problemas locales.
Esta descripción es un poco vaga pero no queremos revelar más de la trama de Buning Shores por su peso en esta expansión y lo que implica. Mientras que Frozen Wilds estaba accesible a partir de un determinado momento de la historia de Zero Dawn –aunque por su dificultad quedaba claro que se diseñó como una aventura para después de terminar la aventura principal-, Burning Shores sólo se puede jugar tras el final de Forbidden West.
Los acontecimientos conectan con las revelaciones de la última misión, y no sólo nos acercan más a la próxima secuela, sino que también completan un poco ese cliffhanger que se sentía un tanto apresurado. En este sentido el contenido sí avanza los acontecimientos.
En cuanto ambientación, Burning Shores no trae un giro tan drástico como las colinas heladas de la anterior expansión; las zonas volcánicas que dan nombre al DLC no son las grandes protagonistas. En su lugar profundiza lo que vimos en una de las mejores zonas de Forbidden West, que es el ambiente casi tropical al Oeste del mapa -preciosas playas, palmeras- con una dosis volcánica y nuevas instalaciones para explorar. La extensión del terreno es similar a la de Frozen Wilds y las misiones principales se pueden completar en menos de 10 horas, pero mantiene todo lo que ha aprendido Guerrilla Games de la secuela, es decir, una mayor densidad de puntos únicos, grupos de enemigos no muy dispersos –olvídate de llanuras vacías- y un asentamiento de la tribu principal que transmite vida, al menos, más vida que las fortificaciones genéricas de Zero Dawn. Es una expansión continuista con todo lo que nos encantó de Forbidden West.
Como expansión aporta la lista de novedades que podríamos esperar de esta nueva zona, como nuevo equipamiento –incluyendo una peculiar arma-, toneladas de recursos y naturalmente, bestias metálicas, conocidas, variantes y originales. Dos de las primeras que nos recibirán "con los brazos abiertos" son una especie de moscas robóticas que salen de nidos, no demasiado peligrosas aunque sí pueden llegar a ser molestas cuando nos estamos centrando en un enemigo mayor, y una enorme rana robótica que nos pondrá en apuros por su poder ofensivo a corta, media y larga distancia, además de su buena movilidad. Hay alguna otra criatura imponente pero lo dejaremos como sorpresa.
El tipo de encargos que nos encontraremos son una pequeña muestra de lo visto en Forbidden West, desde visitar lugares del mapa -que no veremos al completo si únicamente seguimos el camino de la historia- a entrar en bases futuristas y completar algunos puzles ligeros; también se modificará nuestra montura alada para entrar bajo el agua. Por supuesto, los fans de Aloy van a disfrutar mucho sacando partido a las nuevas posibilidades e investigando cada rincón de esta postapocalíptica Los Ángeles, así que recomendamos exprimir la expansión más allá de lo estrictamente necesario para completar las misiones.
¿Lo mejor de Burning Shores? Que esta expansión sí aporta al mundo de Horizon y algunas de sus revelaciones tendrán impacto en el futuro. La sátira sobre el fanatismo de alguna tribu, el carisma del antagonista y las pinceladas sobre ese peligro que descubrimos al final de Forbidden West son una disculpa para volver a un gameplay que conocemos, con sus divertidos combates contra robots que portan lanzamisiles y rayos láser, secciones contra tribus humanas –que no nos han disgustado, pese a que son el aspecto menos original de Horizon- y la recolección de materiales para mejorar de nivel o completar esos árboles de habilidades que quizás dejamos a medias. Este mapa es igual o más entretenido que cualquier otra región de Forbidden West.
Con una de las escenas más espectaculares de la saga
Burning Shores ha ganado en belleza, elementos destruibles, nubes volumétricas y se siente mucho más recargado que la mayoría de áreas de Forbidden West. Probablemente Guerrilla Games no habría tenido problemas en adaptar la mayoría de gráficos a la anterior PS4 pero la cuestión es ¿merecía la pena ese esfuerzo a estas alturas? Quizás no si eso suponía dedicarle mucho tiempo e inversión, o retrasar la versión de PS5 por buscar un lanzamiento simultáneo. Sin embargo la exclusividad de PlayStation 5 es algo que se comprende con la recta final de la historia.
No queremos entrar en terreno de spoilers pero cualquiera que haya visto el material oficial de la promoción tendrá una idea de a qué nos referimos. Burning Shores demuestra lo que puede ganar la saga en ambición con un juego diseñado para la plataforma actual, y no hablamos simplemente de mejores modelados, iluminación o efectos, sino de hacer secuencias y jefes a una escala colosal en un mundo abierto como este. En este sentido, junto con la genial captura de expresiones faciales que ya vimos en Forbidden West y ese detalle hasta donde alcanza la vista, Guerrilla Games sigue marcando el techo visual conseguido en la generación.
Una pieza más en el puzle de Horizon
Burning Shores se siente más una continuación de Forbidden West que un punto y aparte, pero que no se entienda como algo negativo: nunca ha pretendido más que eso. Hay nuevas criaturas con las que desarrollar estrategias diferentes o poner en práctica toda la experiencia obtenida, y destapa toda una enorme región para explorar por tierra, mar y aire, repleta de una fauna salvaje; la trama es interesante, añade matices y emociones a la personalidad de la protagonista –algo que se echaba en falta tras los dos juegos- y arroja luz sobre el punto de partida de la próxima secuela. En definitiva, sin duda es recomendable para cualquiera que disfrute de la saga e imprescindible para los fans de Aloy.
Hemos realizado estas impresiones en PS5 con un código que nos ha proporcionado Digital Xtra.