El mundo de los juegos musicales, aunque relativamente amplio, no deja de estar limitado en buena medida a la necesidad de periféricos exclusivos que son, sin duda, el principal aliciente del género. Jugar a Dance Dance Revolution (también Dancing Stage) sin alfombrilla de baile, a Samba de Amigo sin maracas, o al más reciente Donkey Konga sin bongós será siempre una experiencia mucho más limitada que el poder disfrutarlos con esos periféricos. Quizás en parte a eso, y en parte también a la tradicionalmente limitada calidad de los chips de sonido de las consolas portátiles, el género se ha mantenido relativamente alejado de estos sistemas, con honrosas excepciones como los Beatmania de GameBoy Color.
En GBA hemos tenido juegos como Space Channel 5, y la propia Nintendo tuvo años en desarrollo GameBoy Music, un software musical que se mostró en el SpaceWorld de 2001, pero que jamás fue lanzado. El juego se controlaba combinando los botones A, B y el pad digital, y se prometieron hasta 50 instrumentos en forma de samples para tocar y componer música, entre los que se incluían la flauta, el violín, la guitarra eléctrica, la trompeta, el saxofón y muchos más. El juego incluso iba a venderse junto a un altavoz de bolsillo especial y contaría con 25 pistas compuestas en su mayoría expresamente para este título. Se esperaba su comercialización para septiembre de 2001, pero por alguna razón Nintendo abandonó el proyecto... y lo ha reconvertido en el juego que nos ocupa. La interfaz, y algunos de los personajes, por ejemplo, han sido claramente recuperados, aunque como es de esperar, Nintendo ha hecho uso de las ventajas de la Nintendo DS frente a la GameBoy Advance.
GameBoy Music es quizá uno de esos juegos perdidos a lo largo de la vida de una consola, y, además, un gran olvidado. Realmente nunca se supo demasiado sobre este título, ni los motivos que lo llevaron a ser cancelado. Sea como fuere, como ya os hemos dicho, parte del trabajo se ha retomado y ha llegado al mercado japonés junto con la consola, en un pack muy interesante que incluye unos auriculares azules transparentes de gran calidad. Y si esto os parece sorprendente, debéis saber que la caja del juego y ese regalo van dentro de una caja de cartón, de manera que se distingue bastante de los demás títulos disponibles. Las instrucciones, asimismo, se presentan a modo de 3 pósters desplegables, que presentan la misma tipografía y estilo gráfico tan peculiar que caracteriza el aspecto visual de este juego. Desconocemos si se comercializará de manera similar en occidente, pero sin duda el paquete japonés es muy curioso y nos gusta bastante.
Jam with the Band es un juego que podemos calificar como "tipo Beatmania", es decir, se basa en pulsar los botones indicados en el momento justo. El videojuego tiene una curva de dificultad bastante bien ajustada, sobre todo porque no será necesario tocar todos los botones desde un primer momento. Nos explicamos: nada más empezar, tendremos un buen puñado de canciones disponibles, y se nos indica la dificultad con una cantidad de estrellas (a mayor número de éstas, mayor dificultad), pero las "notas" a tocar serán sólo cruceta digital o botones frontales.
Dará igual si pulsamos arriba o izquierda; o bien A o X. Una vez hayamos conseguido cierto dominio sobre las canciones, será el momento de afrentar un Evento Especial, que consiste en simular que vamos a un estudio de grabación. En estos eventos, deberemos tocar de un tirón (no se puede ni hacer pausa) las canciones que se nos indiquen y, si superamos la prueba con la puntuación adecuada, desbloquearemos el siguiente nivel de dificultad. En este segundo modo, veremos cómo algunas estrellas han cambiado su color al dorado, y ahora en vez de 2 botones (pad digital o botones) deberemos pulsar 8 (arriba, abajo, izquierda, derecha, A, B, X, Y). Habrá que seguir desbloqueando niveles de dificultad hasta llegar al nivel definitivo, en el que a esos 8 botones habrá que añadir L y R para sostenidos o subir la nota una octava.
Teniendo en cuenta que en ocasiones deberemos tocar también la pantalla táctil, queda claro que el juego aprovecha todos y cada uno de los botones disponibles en la consola y, sin embargo, no llega a convertirse en engorroso de controlar, aunque, claro, sí requiere práctica y un buen dominio del título. Uno de los puntos más importantes del juego es que no tocamos simplemente la melodía de la canción en cuestión, sino que escogemos qué instrumento tocar dentro de la composición y, por tanto, las notas serán diferentes en función de si tocamos la trompeta, la percusión o la guitarra, por poner unos ejemplos. Esto hace que cada canción tenga múltiples posibilidades y niveles de dificultad en función del instrumento, pero se disfruta a cambio de ofrecernos la música en formato midi.
Otra de las grandes posibilidades de este juego es la inclusión de la posibilidad de componer... pero tranquilos, no habrá que ser un experto en solfeo, pues bastará tararear para que el micrófono de la consola recoja nuestra voz y la convierta en notas. Sin embargo, si prefieres componer sobre partitura, tan sólo tendrás que progresar en el juego para desbloquear esa opción (superar un nivel de dificultad determinado en el modo Evento Especial) y tener un control mucho mayor sobre la música que crees. Además, estas composiciones, se las podrás pasar a otros jugadores para tocarlas todos juntos, hasta un total de ocho jugadores, que no precisarán tener cada uno una copia del juego. Y es que una de las experiencias de juego más sorprendentes de Jam with the Band es la de poder tocar con hasta otros 7 amigos cualquiera de las canciones disponibles (o una que haya compuesto alguno, como ya hemos dicho) escogiendo cada uno un instrumento diferente.
Las canciones disponibles abarcan estilos bastante diferentes, incluyendo J-Pop, temas de juegos de Nintendo, temas de series de televisión (sobre todo de animación japonesa), y, también, canciones más populares a nivel mundial como Smoke on the Water, entre otras. Suponemos que para el lanzamiento americano se cambiarán casi todas las canciones, por considerarlas excesivamente localistas (una práctica muy habitual en este género), así que de poco serviría comentarlas ahora mismo. Debemos decir, eso sí, que están bien resultas y presentan una calidad más que digna pese a las limitaciones naturales de la música midi; con todo, no creemos que el estilo de juego (el poder escoger el instrumento) se pudiese implementar satisfactoriamente con música normal (no al menos de manera satisfactoria). Esperamos que el juego llegue a Europa a lo largo de 2005, no sólo por su confirmado lanzamiento estadounidense, sino también porque, por suerte, el mercado ha ido abriéndose a estos productos y éstos, por tanto, han encontrado su hueco en un mercado cada vez más saturado de más de lo mismo.