Análisis de Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Bearers (Wii)
Sin duda la saga Final Fantasy es una de las más importantes del mundo de los videojuegos. Con numerosas entregas de su rama principal (muy pronto recibiremos la decimotercera entrega para X360 y PS3) y unos cuantos "spin-off" que ampliaban esta serie, es una franquicia que sin duda genera una gran expectación cada vez que anuncian una nueva entrega. El juego que nos ocupa ahora, no entra dentro de la saga numerada, sino de una subsaga, la Crystal Chronicles que lleva ya unas cuantas entregas, todas ellas en consolas de Nintendo, teniendo su origen en GameCube.
Al igual que ocurre con las entregas de la saga principal, los juegos de la serie Crystal Chronicles no son continuaciones en el sentido más estricto de la palabra, comparten ciertos elementos, pero tienen mundos y personajes totalmente diferentes. Es cierto que hay muchos elementos en común (de hecho muchos más que en las entregas numeradas), pero no parece que haya demasiada unión entre las entregas que han ido saliendo hasta ahora, produciéndose un efecto similar al de la saga Zelda.
Es decir, en todos los juegos tenemos las mismas razas (clave, selkie, yuko y liltis) y los cristales como eje principal, pero no parecen situarse exactamente en el mismo mundo o, al menos, no en el mismo periodo temporal.
Pero no demos más vueltas y centrémonos en lo que nos ofrece este Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Bearers. En este mundo conviven las razas con relativa armonía, aunque hay una predominancia de liltis, los seres planta que tienden a ser guerreros. La tecnología de los cristales ha permitido que se desarrollen los generadores de cristales que permiten mover maquinaria y hacer la vida más sencilla. Pero las cosas se complican cuando un buen día, en el vuelo inaugural del gran barco volador "El Alexis", un mago yuko roba los cristales que alimentan el motor para después fugarse, consiguiendo que el barco se precipite contra el suelo. Afortunadamente abordo se encuentra el protagonista de la historia, Layle, un portador del cristal, que con su habilidad de controlar la gravedad, conseguirá que el barco aterrice sano y salvo. A partir de ahí se propondrá encontrar al yuko a quien no consiguió vencer en el barco para averiguar qué está tramando y, porque no, darle una lección. En su camino le ayudará su amigo Keiss, y la ladronzuela Belle, que le dará más quebraderos de cabeza que otra cosa.
Aunque al principio la historia puede parecer bastante típica y simple (Layle decide ir detrás del yuko sólo porque se pica al no poder vencerle), según avanza se va haciendo más interesante. Realmente todo cambia cuando llevamos unas 4 horas de juego, momento en el que el título nos enganchará de tal forma que no pararemos hasta completar el juego. Es cierto que a pesar de esto no nos encontraremos con una historia rompedora, pero si nos presenta unos personajes a los que poco a poco vamos conociendo y que irán haciendo que nos metamos más y más en lo que les ocurre. Es una lástima que con una historia tan interesante el mundo no sea lo suficientemente complejo como para permitirnos sumergirnos más aún, aunque de eso hablaremos algo más adelante.
Hemos comentado que el protagonista tiene la habilidad de controlar la gravedad, algo que será fundamental en el juego, pues gran parte de la jugabilidad se fundamenta en eso. A la hora de interactuar con las cosas, Layle las cogerá y lanzará con su poder, lo que también incluye a monstruos y personajes. Es cierto que podremos interactuar de otras formas, como hablando con algunos personajes (unos pocos, desgraciadamente) o abriendo ciertos cofres, pero la mayoría de las veces deberemos hacer uso de nuestros poderes. La forma de hacerlo es la siguiente: con el puntero seleccionamos el objeto o personaje con el que queremos interactuar, pulsamos B y tiraremos hacia donde queramos lanzarlo (hacia arriba si lo que queremos es cogerlo y mantenerlo sobre nuestras cabezas).
Este sistema es el que usaremos durante los combates, ya que no podremos atacar directamente a los enemigos. Para vencerlos, los cogeremos para o bien lanzarlos contra el suelo o las paredes y así hacerles daño o contra otros enemigos. También podemos optar por coger objetos del escenario, como piedras o troncos y tirárselos a los monstruos. Esto es lo que tenemos en un principio, lo mas básico, pero según nos queramos meter en el sistema de combate, descubriremos que tienen cierta estrategia. Así, aunque no sea demasiado intuitivo (no hay tutoriales que nos expliquen estos detalles), podremos usar algunos enemigos para aprovecharnos de sus características o incluso podremos jugar con las reacciones entre los distintos tipos de enemigos. Os ponemos unos ejemplos para que lo entendáis: en el primer caso, tenemos criaturas que al sostenerlas sobre nuestras cabezas lanzarán rayos con los que atacar a los enemigos, y en el segundo el caso de que al coger un enemigo esqueleto, los monstruos tipo perro se quedarán quietos admirando los huesos.
Es cierto que el sistema de combate no es tan complejo como el de otros juegos o que no está tan pulido como nos hubiera gustado, pero si se le dedica tiempo se puede sacar bastante, aunque como decimos, no es demasiado intuitivo, por lo que los jugadores menos expertos pueden pasar de puntillas por este sistema y sentirse decepcionados con el juego. Otro problema que tienen los combates en concreto (aunque también afecta al juego en general) es la cámara, que es bastante mala. Es cierto que podemos controlarla con la cruceta, pero si estamos combatiendo y tenemos que movernos, apuntar a la pantalla, agitar el mando para lanzar a los enemigos y además estar pendientes de la cámara, el resultado acaba siendo algo engorroso. Puede que con el tiempo nos acostumbremos, pero en los inicios del juego resulta bastante molesta, y hay determinados momentos del juego donde sin duda es un problema.
Pero no todo será combatir en el juego, pues de hecho, salvo un puñado de peleas que tendremos que superar obligatoriamente, nos podremos pasar el juego sin combatir apenas, pues podemos pasar de largo de las zonas donde se acumulan los enemigos. El resto del tiempo nos lo pasaremos yendo de aquí para allá por las distintas zonas del juego o participando en pequeños minijuegos. Estos minijuegos son bastante variados y nos presentarán situaciones, algunas obligatorias para avanzar en la trama y otras en forma de misiones secundarias bastante entretenidas. En el primer grupo tenemos sin duda las mejores, pues nos meterán de lleno en momentos como una fase de disparos, descender por un río o avanzar sigilosamente por un tren sin ser vistos. En cuanto a las misiones secundarias, son menos elaboradas y se parecen entre sí, por lo que se echa en falta que no les hayan dedicado tanta atención. Estos minijuegos están muy bien integrados con el juego y en su mayoría resultan divertido, aunque el denominador común es la falta de reto, pues prácticamente nunca nos penalizar por hacerlo mal.
A la hora de movernos por el juego, nos encontramos con un mundo que nos produce una sensación contradictoria. Por una parte es un mundo muy bonito, tanto a nivel artístico como técnico, con rincones realmente preciosos. Además, tenemos ciudades (o zonas de ciudades, en el caso de la urbe principal) llenas de gente, aunque, y aquí es donde viene una de las mayores pegas del juego, no podremos hablar con la mayoría de la gente. Es cierto que hay muchos juegos en los que no podemos hablar con la mayoría de los personajes secundarios, pero es que aquí se cuentan con los dedos de una mano aquellos con los que sí podremos intercambiar unas palabras. Esto hace que aunque la ciudad esté llena de gente, la sensación que nos deja es de superficialidad. Aunque no podemos hablar con casi nadie, si podremos ver su estado anímico por medio de una serie de iconos que saldrán sobre los personajes, pero no es suficiente para quitarnos la sensación de que algo falta.
Y es que la historia acaba enganchándonos y nos entran ganas de saber más, pero lo única información que recibiremos del entorno, los acontecimientos y los personajes de la zona nos llegará a través de una serie de mensajes de texto rotativo que aparecerán en la parte inferior de la pantalla mientras pasamos por las distintas zonas. Esta información puede ser interesante, pero el problema es que por la forma en la que está presentada no le prestaremos apenas atención, pues si estamos caminando o peleando, no estamos atentos a lo que dice (más si tenemos en cuenta que la velocidad de texto es algo lenta y tenemos que esperar un buen tiempo para leerlo por completo). No entendemos porque no han hecho que esos mismos datos nos los cuenten personajes que están por el mundo, ya que sin duda ayudaría a sentirlo más vivo. Ya decimos que es una lástima, pues el juego deja muy buenas sensaciones, pero no evita que nos quede la idea de que hemos pasado por un mundo de papel cartón.
A la hora de avanzar por el juego pronto descubriremos que se trata de un título bastante lineal, y es que si seguimos la historia principal (y como os hemos comentado, llegados un punto será lo que querremos hacer para ver como avanza el argumento) el asunto se acaba reduciendo a: "Ve de A a B, de B a C y de C a A", lo que le quita algo de gracia al asunto, sobre todo teniendo en cuenta que cuando lleguemos a ese punto podremos pasar de largo de la mayoría de los combates. Esto hace que la duración del juego, si no nos entretenemos demasiado, no sea excesivamente larga, unas 10 horas, aunque el juego plantea algunas cosas para incentivar nuevas partidas.
Primero, una vez lo acabemos podremos comenzar una partida con los objetos, medallas y dinero que hayamos conseguido. Esto será vital, pues el juego tiene una gran cantidad de cosillas para conseguir entre las que destacamos las medallas, que se nos darán según consigamos ciertos logros. Es cierto que lo que es la historia principal no nos deparará nada nuevo, pues el juego es muy lineal en este sentido, pero debido a la duración del juego es muy probable que nos animemos a repetir la partida, sobre todo con el buen sabor de boca que seguramente acabe dejándonos el título.
En el apartado visual el juego brilla con luz propia, tanto en la parte técnica como en la artística. En la primera, el juego nos presenta entornos bastante grandes (separados por las típicas zonas pasillo) en los que hay una carga dinámica muy eficiente. Los escenarios que nos encontramos tienen bastante detalle, así como una carga poligonal más que aceptable, unas texturas de muy buena calidad y unos efectos visuales muy espectaculares. Pero si esta parte es buena, sin duda donde más destaca el juego es en la parte artística, pues nos encontramos con parajes realmente hermosos, como la estación del otoño o el pasaje de los cerezos, que harán que nos quedemos unos minutos contemplándolos.
Si los escenarios nos han gustado, no podemos más que hablar igualmente bien de los personajes. Y es que al margen de los personajes principales, que cuentan con un modelado y unas animaciones estupendas, nos encontramos con una enorme tropa de personajes secundarios, todos ellos cuidados hasta el más mínimo detalle. Y es que al igual que nos pararemos para admirar ciertos escenarios, a menudo nos sorprenderemos mirando con la vista en primera persona a algún personaje que nos haya llamado la atención. Sin duda estamos ante uno de los juegos más bonitos y más cuidados a nivel gráfico de Wii.
En cuanto al apartado sonoro, nos encontramos con una banda sonora que puede chocar al principio, pero que tiene una calidad innegable. Decimos que puede chocar porque nos encontramos con una variedad de estilos poco común, y es que podemos estar escuchando una melodía estilo medieval, pasar a una country y acabar con otra más rockera. Quizás a más de uno que lea esto la idea le resulte extraña e incluso les desagrade, pero lo cierto es que pasada la primera impresión y cuando nos metemos más en el juego, sentimos que le queda muy bien al título. Y es que al margen de la mezcla de estilos las composiciones son bastante buenas e incluso nos encontraremos con alguna que se quede en nuestra memoria. A las músicas le acompañan unos efectos bastante variados y un doblaje (en inglés) muy acertado.
Sin duda Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Beares es un gran título que tiene unos apartados que rozan el sobresaliente. Sin embargo, tiene algunas carencias importantes, sobre todo en la parte de jugabilidad, que hace que el resultado general se resienta considerablemente. Y es que la jugabilidad que presenta está bien, pero es poco intuitiva, lo que puede hacer que más de uno se desespere antes de cogerle el truco o que incluso se termine el juego sin haber aprendido alguno de sus elementos (y es que con lo básico es posible terminar la aventura, aunque la experiencia es mucho menos satisfactoria), eso si no decide tirar la toalla en los primeros combates fruto de la frustación.
A favor tiene un apartado visual realmente precioso, una música que acabará conquistándote, un ritmo de juego muy alto (siempre estaremos haciendo cosas) y una historia que sin ser nada de otro mundo, acabará enganchándote muchísimo. El problema es que viendo sus virtudes y sus defectos lo único en lo que se puede pensar es lo poco que les quedaba para hacer algo realmente redondo, pues te deja con ganas de más. De cualquier modo, es innegable que Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Beares es un buen título que proporcionará una experiencia muy buena a aquellos que sepan darle una oportunidad y pelearse un poco con su peculiar sistema de combate.