Análisis Fire Emblem Engage, un fantástico homenaje a más de 30 años de grandes batallas (Switch)
A veces, definir qué es lo que hace especial a una saga de videojuegos no es algo sencillo, una tarea que puede complicarse bastante en casos como el de Fire Emblem, una serie con más de 30 años de historia que terminó de asentar y popularizar las bases de todo un género. Para muchos, Fire Emblem es la quintaesencia del rol y la estrategia por turnos y, por tanto, son sus batallas las que marcan la diferencia y hacen que sus juegos sean más o menos memorables. Sin embargo, también hay quienes recuerdan con especial cariño aquellas entregas donde se hizo un énfasis especial en sus personajes, convirtiendo a nuestras unidades en algo más que simples herramientas de combate para crear un vínculo con nosotros y conseguir que realmente nos preocupásemos por su supervivencia hasta el punto de ser capaces de reiniciar una batalla entera con tal de superarla sin bajas. Otros tantos relacionarán Fire Emblem con sus épicas historias de guerra y fantasía donde rara vez faltan dragones y grandes villanos, y el resto probablemente encuentre sus títulos favoritos en aquellos que apostaron por un equilibrio entre todos estos aspectos.
Ahora, Intelligent Systems vuelve a la carga con Fire Emblem Engage, una entrega muy particular y con un marcado carácter conmemorativo con la que quieren homenajear estas más de tres décadas de grandes batallas, inolvidables personajes e intensos conflictos. ¿El resultado? Otra sobresaliente aventura de rol y estrategia por turnos repleta de nostalgia, contenidos de calidad, buenas mecánicas y mapas deliciosamente diseñados.
Videoanálisis y nota de voz
A continuación podéis ver nuestro análisis en vídeo de Fire Emblem Engage, y ver cómo luce esta nueva entrega para Switch:
También podéis escuchar nuestra nota de voz, un breve audio en el que os contamos qué nos ha parecido:
La amenaza del Dragón Caído
Esta vez la historia nos pone en la piel de Alear, un dragón divino que en el pasado derrotó a Sombron, el Dragón Caído, en una sangrienta guerra que puso en jaque al continente de Elyos y a todos sus habitantes. Sin embargo, tras alzarse con la victoria, nuestro protagonista acabó sumido en un sueño milenario del que acaba de despertar, hecho que coincide con el aparente regreso de su enemigo mortal, cuyo renacer podría volver a sumir al mundo en las tinieblas.
A pesar de que Alear es incapaz de recordar nada de su pasado tras haber dormido durante mil años, no tardará en implicarse en todo tipo de problemas, batallas y aventuras con el objetivo de impedir que Sombron vuelva a la vida, lo que da pie a un relato que, sinceramente, nos ha decepcionado muchísimo.
El guion es plano, simple y predecible, y fracasa estrepitosamente a la hora de plantear un conflicto medianamente interesante. De hecho, en ningún momento consigue transmitir la sensación de estar sumergidos en una gran guerra, centrando la trama en la lucha de una serie de héroes contra un grupo de villanos sin carisma alguno cuyas motivaciones no podrían ser más ridículas, algo que va a más en una recta final absolutamente delirante repleta de deus ex machina, giros locos y momentos tan pasados de vueltas que nos han hecho dudar sobre si estábamos jugando a un juego de Fire Emblem.
Por desgracia, esto es algo que también se aplica a los personajes y al trasfondo de la propia Elyos. La mayoría de los diálogos apenas aportan información de interés, nuestras unidades están encasilladas en una serie de clichés y obsesiones en torno a las cuales giran casi todas sus conversaciones y ni sus personalidades ni historias han conseguido enamorarnos. Hay unas poquísimas excepciones entre toda esta marabunta de guerreros de puro relleno, quienes sí dejan entrever pasados interesantes y una serie de conflictos internos muy llamativos, pero nunca se llega a profundizar demasiado en ellos, dejándonos con la sensación de estar muy desaprovechados.
El poder de todo un legado
La buena noticia es que en lo puramente jugable el juego es tan rematadamente bueno que es capaz de compensarnos de sobra sus carencias narrativas. No en vano, estamos ante uno de los títulos más estimulantes, frescos, ágiles, variados y divertidos de toda la serie. La base parte de la fórmula de siempre, ofreciéndonos una aventura de rol y estrategia por turnos en la que tendremos que participar en numerosas batallas donde nos tocará mover a nuestras unidades por unos mapas divididos en cuadrículas para cumplir los objetivos de cada misión y derrotar a los enemigos que se interpongan en nuestro camino.
Por supuesto, existen numerosas clases distintas, cada personaje tiene sus propias habilidades y peculiaridades, regresa el clásico triángulo de armas (las espadas tienen ventaja sobre las hachas, las hachas ganan a las lanzas y las lanzas se imponen a las espadas), el terreno tiene una gran importancia en el devenir de los enfrentamientos (ya sea entorpeciéndonos o dándonos una mayor cobertura frente a los ataques de los rivales) y, en general, se juega exactamente como esperaríais de cualquier entrega principal de la saga.
Esto no quiere decir que no se haya aprovechado la oportunidad para introducir una buena cantidad de novedades que aporten un soplo de aire fresco que nos obligue a plantear nuestras tácticas y estrategias de un modo diferente a como veníamos haciendo hasta ahora. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la nueva mecánica de ruptura. Gracias a ella, podremos romper la guardia del enemigo si atacamos con un arma que tenga ventaja, impidiendo así que pueda realizar un contraataque o que pueda reaccionar a alguna ofensiva posterior que realicemos durante ese mismo turno, multiplicando de manera exponencial la utilidad del triángulo de armas y de ciertas habilidades.
Eso sí, nosotros también podemos ser víctimas de una ruptura si no tenemos cuidado, lo que nos forzará a ser mucho más cautos con el posicionamiento de nuestras unidades para no dejarlas expuestas ante rivales capaces no solo de triturarlas, sino de anular por completo sus opciones de defenderse, creando una dinámica de juego muy estimulante a nivel táctico.
Pero, sin duda alguna, la gran novedad de Engage y la que marca realmente la diferencia la tenemos en los Emblemas, unos anillos mediante los cuales podremos invocar el poder de los héroes de otros mundos. En realidad, estos héroes son los protagonistas de otras entregas de la saga, como Marth, Celica, Micaiah, Ike o Lyn, por lo que podremos servirnos de sus habilidades y armas más icónicas para arrasar el campo de batalla.
Cuando equipemos a uno de nuestros personajes con un Emblema, adquirirá sus habilidades y recibirá un bonificador a sus estadísticas, además de poder fusionarse con él cuando rellene su correspondiente medidor. Al fusionarnos, nos fortaleceremos muchísimo durante tres turnos, ganaremos nuevas propiedades, podremos desatar la técnica definitiva del Emblema e incluso podremos utilizar sus armas exclusivas, por lo que se trata de un recurso capaz de darle la vuelta a un enfrentamiento si lo usamos con cabeza de manera adecuada y en el momento idóneo.
Como podréis intuir, esto nos permite realizar combinaciones muy interesantes de clases y Emblemas, como que un ladrón pueda usar bastones para curar, que un mago se mueva tras atacar o que un espadachín se teletransporte a un lugar lejano del mapa con un poderoso hechizo. Hay infinidad de posibilidades para que demos rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad, permitiéndonos diseñar una increíble variedad de estrategias con las que adaptarnos a los retos que vayan saliendo a nuestro paso, algo que difícilmente podría resultar más gratificante y satisfactorio.
Lo mejor de todo es que los Emblemas no son algo que estén ahí para usar como último recurso, ya que para alzarnos con la victoria deberemos utilizarlos con frecuencia y armar nuestras tácticas en torno a ellos. Sí, no deja de ser un elemento que podríamos catalogar como fan service puro y duro, pero también es una novedad que aporta muchísimo a la jugabilidad y que la enriquece, dándole un nuevo nivel de profundidad que le sienta de maravilla. Además, los Emblemas son completamente diferentes entre sí y captan a la perfección la esencia de los héroes a los que representan, introduciendo algunas ideas muy ingeniosas que nos han sorprendido bastante tanto por lo que implican a la hora de jugar como a la de homenajear juegos pasados (y si no nos creéis, esperad a ver cómo funcionan los de Byleth o Eirika).
A todo esto tenemos que sumarle una enorme cantidad de pequeñas mejoras de vida, como la posibilidad de reiniciar una batalla desde el menú o poder cambiar el arma de nuestras unidades desde el mapa sin seleccionarlas ni entrar en la pantalla de ataque, entre otras muchas que hacen que la experiencia de juego sea más fluida y llevadera. Por supuesto, se mantienen todas las opciones habituales, como la posibilidad de saltar el turno de los enemigos, acelerar las animaciones manualmente o retroceder acciones un número limitado de veces para corregir errores. Y sí, también hay varios niveles de dificultad y un modo para novatos sin muerte permanente.
Tampoco podemos olvidarnos de lo muchísimo que se han mejorado la interfaz y los controles, mostrándonos toda la información que necesitamos de manera elegante y muy visual, algo que se aplica tanto a los menús de gestión como a lo que vemos durante las batallas. Además, ahora al seleccionar unidades nos darán control directo sobre ellas, pudiendo realizar los desplazamientos pertinentes por su área de movimiento sin tener que fijar una ruta mediante un cursor, algo que, a su vez, nos permite comprobar con mayor agilidad los posibles resultados de los encuentros que podemos tener con los enemigos que estén a nuestro alcance.
Unas batallas exquisitamente diseñadas
Para rematar todo este dechado de virtudes, el título nos sorprende con un diseño de niveles espectacular cuya mayor virtud radica en lo increíblemente variados que son sus mapas. No solo nos ofrecen unas batallas estudiadas al milímetro y capaces de ponernos a prueba de formas muy distintas, sino que no hay dos combates que sean ni parecidos. El juego es un torrente de ideas al más puro estilo Nintendo que nunca deja de bombardearnos con nuevas mecánicas, objetivos y situaciones a las que nos tenemos que adaptar, obligándonos a replantear nuestras tácticas y nuestra forma de jugar constantemente. Y ojo, ya que esto es así desde el principio hasta el mismísimo final. Tan pronto estaremos avanzando por una aldea a oscuras que luchando en una costa donde el nivel del agua sube y baja o explorando unas ruinas repletas de miasma que purificar y puertas que desbloquear, consiguiendo que siempre queramos jugar con tal de ver los nuevos retos que nos esperan a continuación.
Además, se agradece muchísimo que en la mayoría de niveles no nos dejen tomarnos las cosas con calma, pues se usan todo tipo de trucos para presionarnos y forzarnos a acabar la misión cuanto antes, ya sea por medio de la llegada de montones de refuerzos enemigos en los momentos más inoportunos o por las propias peculiaridades de los mapas.
Si bien las fases de la historia principal son impecables y demuestran la maestría que el estudio ha adquirido con el género en estas tres décadas, tenemos que hacer una mención especial a los Desvíos, una serie de misiones opcionales que nos llevarán a revivir algunas de las batallas más icónicas e importantes de entregas anteriores de la saga. Obviamente, se han rediseñado y retocado para adaptarse a las nuevas mecánicas de Engage, además de introducir algunas sorpresas de lo más inesperadas, lo que da como resultado unos enfrentamientos muy estimulantes que son todo un festín para los fans y que nos han puesto los pelos de punta en más de una ocasión rememorando muchos de nuestros momentos favoritos de la serie. ¿Lo mejor? Se han realizado hasta nuevas versiones de los temas musicales de los que hacían gala en sus juegos originales. Además, os aseguramos que las recompensas por completar estos Desvíos merecen muchísimo la pena.
El Somniel
Algo que tenemos que destacar es que la estructura del título es muy similar a la de Fire Emblem: Awakening, con un bonito mapamundi por el que nos podemos mover para seleccionar nuestra siguiente misión y donde van apareciendo enemigos de manera aleatoria para indicarnos que podemos participar en escaramuzas, permitiendo así que podamos entrenar todo lo que queramos en el caso de que lo veamos necesario.
Adicionalmente, se ha añadido una base de operaciones llamada Somniel que nos servirá para tomarnos un respiro entre combate y combate. En ella podemos participar en unos insulsos minijuegos, acceder a diversas tiendas y servicios, recolectar materiales, realizar gestiones y hablar con nuestros compañeros de armas. La lista de tareas y actividades se va ampliando a medida que avanzamos en la historia, pero os mentiríamos si os dijésemos que nuestras ganas de invertir tiempo aquí entre una misión y otra no disminuían rápidamente a medida que pasaban las horas. Al final, solo pasábamos por el este lugar para forjar y mejorar nuestras armas, gestionar nuestros emblemas, utilizar la sala de entrenamiento y poco más, así que es un contenido por el que podéis pasar de puntillas si no os termina de convencer o creéis que os rompe el ritmo de la aventura.
Como curiosidad, desde el Somniel se puede acceder a tres modos extra. Por un lado, en la Tormenta nos retan a superar varios mapas de manera consecutiva, mientras que en los retos por relevos tendremos que jugar una serie de turnos en una batalla para que, posteriormente, otros jugadores a través de Internet retomen la partida e intenten finalizarla. Finalmente, en los retos alóctonos podremos enfrentarnos en mapas personalizados al ejército de otro jugador, aunque este es controlado por la IA, así que no hay un contenido multijugador competitivo real. Participar en estas modalidades nos recompensa con unos materiales que necesitaremos para mejorar las armas legendarias de los Emblemas, aunque os podemos asegurar que es una función a la que no hemos tenido que recurrir en todo el juego.
Jugando en Difícil, realizando todos los Desvíos, participando en varias escaramuzas e invirtiendo mucho tiempo en conversaciones de Apoyo y en descubrir todo lo que tiene que ofrecer el Somniel, hemos tardado 70 horas en completar el juego en su totalidad, aunque si vais al grano, no perdéis demasiado tiempo en gestiones y jugáis en Normal, la cifra debería oscilaros entre las 40 y 50 horas.
El Fire Emblem más colorido y espectacular
Lo que sí que nos ha sorprendido muy positivamente es su apartado gráfico, muy superior a lo que vimos en Fire Emblem: Three Houses. Los modelados, las animaciones, los escenarios, las texturas, la estabilidad de la tasa de imágenes por segundo... Todo está a un nivel muy superior que hace que nos encontremos ante un juego precioso y muy colorido que entra directamente por los ojos y que pone en pantalla momentos muy espectaculares, ya sea durante las animaciones de las técnicas definitivas de los Emblemas, en la ejecución de los golpes críticos o con las cuidadísimas secuencias de vídeo que hay, algo aplicable tanto a las que están realizadas con el motor del juego como a las CGI.
Quitando la presencia de algo de popping y clipping, el título se ve y rinde de fábula tanto en sobremesa como en portátil y lo único que creará cierta división de opiniones radica en su diseño de personajes, con un estilo anime mucho más exagerado y extravagante de lo que viene siendo habitual en la serie, algo que se ve reforzado por las múltiples poses que suelen realizar al combatir y unas vestimentas que, desde luego, no nos hacen pensar que son personas que se están jugando la vida en una guerra. Eso sí, el rediseño de los personajes clásicos de la saga nos ha gustado mucho.
La guinda final la pone el sonido gracias a una potentísima, extensa y variada banda sonora repleta de temazos que se comportan de manera dinámica y que ambientan de maravilla todo lo que vemos, algo a lo que hay que sumarle unos efectos reconocibles y de mucha calidad y un doblaje tanto al inglés como al japonés de primer nivel. Por su parte, los textos están maravillosamente traducidos al español, tal y como viene siendo habitual en Nintendo.
Conclusiones
Fire Emblem Engage es un auténtico juegazo que ningún fan de la serie o del rol táctico por turnos se querrá perder. Es una pena que ni la historia ni los personajes estén a la altura, unas carencias que, por suerte, sabe compensar de sobra en el campo de batalla gracias a una jugabilidad fantástica, a una interfaz magnífica, a la introducción de una serie de mecánicas frescas y que aportan bastante a la fórmula de siempre, y a unos mapas variadísimos y diseñados con muchísimo mimo. Sin duda, un fantástico homenaje a los más de 30 años de una de las sagas más veteranas e importantes de Nintendo que nos ha recordado por qué a día de hoy sigue siendo tan relevante y respetada.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga que nos ha facilitado Nintendo.