Análisis de Xenoblade Chronicles X Definitive Edition: Un remaster trabajado y muy necesario para Nintendo Switch (Switch)

Para alguien que juega a Xenoblade Chronicles X por segunda vez, tras haberlo hecho ya en su lanzamiento original para Wii U, decir que supone una renovada experiencia puede resultar difícil de creer, pero así es. Con el paso de los años, te das cuenta de lo importante que fue, de que su mundo abierto era algo fuera de lo común y de lo mucho que influyó en el diseño de The Legend of Zelda: Breath of the Wild. A cada minuto que juegas, es fácil apreciar el tremendo legado que dejó este JRPG, y es un auténtico placer poder comprobarlo en una edición -muy necesaria, por cierto- para Nintendo Switch.
Y decimos lo de necesario porque Xenoblade Chronicles X fue un título que no pudieron disfrutar muchos usuarios. Ahora es una gran oportunidad también para ellos, puesto que van a descubrir un RPG enorme, de dimensiones realmente impresionantes y que tiene momentos que te dejan sorprendido, incluso a pesar de haber transcurrido casi 10 años desde su estreno.
Gracias a la renovación gráfica, las mejoras de jugabilidad, las novedades y los nuevos elementos de historia de esta versión para Switch, nos encontramos ante la mejor opción para probar este magnífico título. Ahora te lo contamos todo.

El JRPG que explica el éxito de Zelda: Breath of the Wild
Lo primero que tienes que saber sobre Xenoblade Chronicles X es que marcó un antes y un después en el género JRPG por su ambicioso concepto de exploración, por el diseño del planeta Mira, escenario principal de la aventura. Este juego sentó las bases de lo que sería Zelda: Breath of the Wild. Podías ir hasta dónde alcanzaba la vista, con todo tipo de eventos que propiciaban que te perdieras por el camino. Establecías la misión a seguir, pero por el camino podías encontrarte con una bestia y luchar contra ella, recoger un objeto que te llamaba la atención, entrar en una cueva que despertaba tu curiosidad o descubrir uno de los muchos restos arqueológicos desperdigados por el mundo.
El entorno en este juego de la saga Xenoblade está diseñado para convertirse en uno de los grandes protagonistas. Posee una escala inédita en un JRPG, con una división en continentes pero sin tiempos de carga. Hay atalayas al estilo Assassin’s Creed que desbloquean nuevas partes del mapeado y , de hecho, la mera acción de explorar ya otorga recompensas. Los que seáis habituales de los juegos de Monolith Soft sabréis que la existencia de un mundo vasto fue también la clave de otras entregas, pero aquí se fue un paso más allá… y lo decimos en todos los sentidos.

Moverte a través de este planeta alienígena otorga una continua satisfacción. La variedad paisajística se combina con un apartado artístico sencillamente brutal. Hay escenas preciosas que vienen potenciadas por el ciclo día-noche, y que ahora en Nintendo Switch se ven mejor que nunca. Pero está belleza esconde una verdad implacable, y es que la dificultad para avanzar puede poner en apuros al aventurero más curtido. Orientarte es en ocasiones un reto mayúsculo, y en general hablamos de un videojuego que evita llevarte de la mano. Es más, incluso usando la "bola sígueme" tendrás dificultades para encontrar la forma de llegar a tu próximo objetivo.
Por todo esto, cuando juegas a Xenoblade Chronicles X te das cuenta de que es un juego importantísimo para explicar el origen de Zelda: Breath of the Wild. Se te marca el punto al que llegar, pero no cómo hacerlo. Solo hay una diferencia, y es que mientras en la aventura de Link metió mano Nintendo para hacerlo todo más accesible, en el caso del juego de Monolith no sé tuvieron contemplaciones. Tiene diseños muy intrincados, caminos nada evidentes y un sistema de navegación a veces algo confuso, que puede ponerte en jaque y atascarte. Además, durante más de la mitad de la aventura vamos caminando, una decisión controvertida que motiva no pocas frustraciones, pero que se entiende por la importancia que se ha querido dar a la exploración.

Esto lo comprendes totalmente cuando consigues tu primer skell, un robot con capacidad para volar y que rompe con todos los obstáculos geográficos que antes tenías para moverte. Es la paravela de Link, pero a lo bestia, con la oportunidad de moverte de un lado para otro sin tener que hacer uso intensivo del viaje rápido. El juego se transforma a partir de este momento, y no solo en la exploración, sino también en los combates. En el instante en que te haces con estos mechas que parecen inspirados en Gundam, las sensaciones de poder y libertad se multiplican, con la oportunidad de enfrentarte a esas gigantescas criaturas que horas antes solo rezabas que no te avistaran.
Si no has jugado antes a Xenoblade Chronicles X, por lo que te acabamos de contar entenderás que es un JRPG fuera de serie, aunque también uno que no está pensado para todo tipo de jugadores. A este respecto, si esperas un juego que te propone un avance muy narrativo y estudiado en que hay poco que levear, te vas a llevar un disgusto. Estás ante un RPG que requiere un gran esfuerzo para superar cada uno de sus capítulos, con requisitos de acceso a las misiones principales tan poco estimulantes como alcanzar un cierto porcentaje de exploración en Mira. Puedes tirarte literalmente horas dando vueltas y luchando para alcanzar los niveles de experiencia requeridos, con un considerable riesgo de dejar el juego aparcado si no pones mucho de tu parte.

Hay condiciones de progresión muy caprichosas, a veces tremendamente mal explicadas que motivan un sinfín de situaciones frustrantes. Nosotros hemos revivido algunas de ellas, como esa que te pide alcanzar una cierta puntuación (de una sola vez) colocando sondas en el mapeado, una vez has desbloqueado los suficientes emplazamientos. Las propias misiones para conseguir tu licencia de skell son una auténtica odisea, pero necesarias para ponerte a los mandos de estas imponentes máquinas. Luego hay un buen puñado de tareas de recadero sin más interés que ir de un lado para otro. Nada de esto se ha cambiado para esta versión, y después de todo puede que no sea del todo negativo, porque si no dejaría de ser el Xenoblade Chronicles X tan áspero pero genuino que algunos jugamos en Wii U.
Al final, hay usuarios que aprecian este carácter críptico y obtuso, uno parecido al que obtienes cuando te pones a combatir. Sí, hay un montón de tutoriales, pero ninguno es tan bueno como tirarte horas jugando para aprender a la fuerza. Por algo tiene esencia de MMO, algo que se manifiesta en una interfaz repleta de habilidades que se ejecutan y recargan a gran velocidad mientras deslizamos el cursor de un lado a otro siguiendo el ritmo de los cooldowns y eventos quick time que saltan de vez en cuando para activar las conocidas como "retos del alma" (que potencian las características de los combatientes).

Es un sistema de combate curioso, porque te permite moverte libremente mientras se ejecuta un ataque automático (ya sea con armas cuerpo a cuerpo o de fuego). Tiene en cuenta tu posición e incluso puedes fijar distintas partes del enemigo para causar mayor o menor daño. Hay mucha profundidad estratégica, con la oportunidad de hacer derribos y dejar a los enemigos expuestos a críticos. Con los skells puedes hasta inmovilizarlos unos segundos, o directamente activar una opción turbo para que el frenesí se apodere de la acción. Las unidades caídas pueden ser resucitadas en combate a cambio de puntos de tensión, los cuales se acumulan con cada ofensiva. Los skells, en caso de ser abatidos, disponen de un seguro, aunque si se te acaba la cobertura deberás comprar uno nuevo (y no son baratos).
Como ves, hay muchas cosas a tener en cuenta, y eso que no hemos hablado aún de lo que te encuentras al acceder a los menús de equipamiento. La cantidad de armas y armaduras es elevada, con la opción de autoequipar (muy conveniente) y un buen puñado de artes -habilidades- que cambian con la clase que hayamos escogido, así como el rango que hayan alcanzado. También hay perks a personalizar y mejorar, haciendo que la acción de pulsar el botón + sea fundamental para tener nuestra brigada a punto en cada momento de la aventura. Esta acción resulta casi tan importante como subir de nivel, y no estamos exagerando.

El último eslabón de la cadena es la ciudad de Nueva Los Ángeles, una especie de centro neurálgico desde el que aceptamos misiones. Allí tenemos tiendas y un montón de personajes con los que conversar, pero lo más importante es que ahí se encuentra el barracón Blade. Se trata de una base que podemos personalizar con distintos tonos de pintura y elementos, e incluso adoptando mascotas. También podemos aceptar tareas contrarreloj para obtener dinero, experiencia y recompensas… pero igualmente destaca por ofrecer misiones de afinidad, un concepto que se completa con un mapa de personajes que te muestra la relación establecida entre los mismos (una auténtica locura). El juego, a este respecto, tiene en cuenta lo que respondes en determinadas secuencias, algo que demuestra una vez más la complejidad del videojuego.
Seguramente el aspecto más mejorable de Xenoblade Chronicles X sea su argumento, aunque no tanto por lo que cuenta… sino por la forma en que lo hace. No son pocos los jugadores que lamentaron la escasa emotividad de los sucesos, sin el toque dramático de otras entregas. En muchas partes se echa de menos una mayor presencia de la trama, con acontecimientos más sorprendentes y relevantes. No muchos personajes carismáticos, e incluso tenemos toques de humor absurdo que no terminan de encajar (los nopon).

Las novedades de Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition
El guion nos sitúa en el planeta Mira, enclave lejano al que hemos ido a parar tras la destrucción de La Tierra a raíz de la lucha de dos razas alienígenas. Somos uno de los escasos supervivientes, y el reloj cuenta en nuestra contra. En el lugar de un miembro de BLADE, debemos luchar para conocer la verdad sobre el destino de la humanidad, algo que nos lleva a hacer grandes amistades y a afrontar temibles enemigos. Las cinemáticas son cuantiosas, con algún giro interesante, aunque lejos de lo que nos han aportado otras entregas. Además, el desenlace no terminó de convencer.
En Monolith Soft han sido completamente conscientes de ello, y con esta edición definitiva han decidido dar un paso adelante mediante la incorporación de un nuevo epílogo que os podemos decir que es muy satisfactorio a la hora de completar a la historia original. Aquellos usuarios descontentos con la forma de tratar la narrativa en la trama principal, verán aquí que los desarrolladores se han tomado en serio las críticas para aportar valor mediante una mayor carga narrativa. Las secuencias tienen más peso, así como los personajes, resultando un contenido adicional que no desentona con lo que se hizo en otras entregas mediante sus respectivas expansiones.

Completar la campaña nos ha llevado unas 60 horas, pero si tenemos en cuenta estos nuevos elementos de historia la duración total se nos ha ido a cerca de las 80 horas, lo cual habla bastante bien sobre lo que os vais a encontrar. Todo ello sin mencionar la cantidad de reformas y novedades que se han incorporado, que contribuyen a obtener una experiencia más completa que en el lanzamiento original para Wii U. Ahora disponemos de tres ranuras de guardado, se puede cambiar la hora desde el menú del juego y los miembros activos es posible seleccionarlos igualmente sin necesidad de acudir a lugares específicos del mapeado. En este sentido, todo es más accesible, eliminando muchas frustraciones innecesarias.
Existe la posibilidad de colocar etiquetas en el mapa para no perdernos tanto, se pueden resetear los puntos invertidos en artes y habilidades, y si lo deseas, desde un menú específico, puedes escoger el atuendo con que verás a tus personajes durante la aventura, independientemente de lo que lleven equipado (un rasgo puramente cosmético pero que se agradece en las cinemáticas). Otro aspecto destacado es que ahora escoger entre las divisiones BLADE es algo meramente estético, sin contenido bloqueado para cada división, ni tampoco puntos ni bonus especiales. Otra vez, la intención es la de no abrumar más de lo necesario.

Tenemos más elementos de personalización, armas y habilidades inéditos, un nuevo simulador de combate, reformas en el sistema de misiones y detalles como escuchar o no la voz de la cantante mientras manejamos el skell. Una de las introducciones más relevantes y útiles del juego es la posibilidad de usar la recarga rápida, que permite ejecutar artes sin necesidad de esperar a que se recarguen (hasta un límite, claro está). Se introducen mejoras en el sistema turbo que incrementa la rapidez de recarga, tenemos a nuevos personajes que debutan en esta versión definitiva y ahora el nivel máximo pasa de 60 a 99, algo que encaja perfectamente con la introducción de más horas de juego gracias al nuevo contenido de historia.
Gráficamente el juego ha experimentado una considerable reforma. El estilo artístico cambia parcialmente en el diseño de los personajes, con un enfoque más anime y cercano a las últimas entregas de Xenoblade Chronicles. Ahora son más estilizados y expresivos, potenciando las escenas cinemáticas (que como sabéis no son pocas). Los entornos también se benefician del poder de Nintendo Switch, con mejoras en el tratamiento del color, pero sobre todo en la definición. Todo es más nítido y se aprecia mejor la belleza y contundencia de Mira como mundo abierto, que es sencillamente espectacular.

La interfaz es otro de los elementos más beneficiados en esta edición definitiva, con menús más claros y una completa renovación en todo lo que se refiere a iconos, barras y ventanas de información. Todo se ha hecho más limpio y visible, con detalles como que los textos de subtítulos en español sean un poco más grandes para facilitar su lectura. La traducción no está mal, aunque a veces no recoge convenientemente el sentido original de las expresiones, que se encuentran con voces en inglés o japonés (podemos escoger qué queremos escuchar en cada momento).
Por la parte de la banda sonora no tenemos cambios, y lo cierto es que se podría haber aprovechado para potenciarla. Los temas originales no estaban mal, pero tenían altibajos y quedaban lejos de la calidad que siempre había manifestado esta saga. Hay algunas composiciones que brillan, pero otras (en particular la que suena en Nueva Los Ángeles) pueden acabar resultando hasta molestas cuando las escuchas un par de veces. En cualquier caso, los valores de producción son incontestables, y nos hablan de un JRPG masivo y espectacular en muchos sentidos. No hemos notado problemas de rendimiento más allá de algunos saltos de frames en ciertos momentos del juego, como cuando sales del barracón BLADE en la segunda mitad de la historia. Probablemente estos pequeños detalles se pulirán con actualizaciones.

Si os preguntáis por el rendimiento en modo portátil, igualmente es sobresaliente, y en nuestro caso no hemos percibido nada criticable, más allá de que debido a la carga de elementos en pantalla, algunos tal vez sean poco visibles. Pero sin duda esta Xenoblade Chronicles X: Definitive Edition es una buena versión, más trabajada de lo que creíamos y que resulta muy recomendable tanto si te apetece rejugarlo (y descubrir su nueva historia, que merece la pena) como descubrirlo por primera vez, teniendo tal vez en cuenta que un JRPG exigente en el sentido de que requiere de una elevada dedicación… y también poner bastante de tu parte para completarlo.
Hemos realizado este análisis con un código de review que nos ha proporcionado Nintendo.

NOTA
Puntos positivos
Puntos negativos
En resumen
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