Análisis de Ridge Racer 2 (PSP)
Con PlayStation Portable parecía imprescindible un nuevo juego de la saga de velocidad de Namco Bandai, al igual que con todas las anteriores consolas de la gama PlayStation e incluso ahora en EE.UU. y Japón con PS3. Recopilando algunos de los principales circuitos de toda la saga, el primer Ridge Racer para la portátil marcó no sólo un importante hito gráfico, sino que también adaptó con una fidelidad más que destacable el estilo de esta serie de juegos a PSP.
Ahora llega el turno de su segunda parte, Ridge Racer 2, que recupera buena parte de los elementos que convirtieron al juego original en sobresaliente.
Mejor dicha, los recupera todos y aporta muy escasas novedades a la fórmula, hasta tal punto que una de las principales diferencias entre ambos títulos reside en el vídeo introductorio.
La escasez de novedades es, de hecho, alarmante. La idea de recuperar circuitos, coches y demás de toda la saga para la portátil estuvo bien, pero volver a hacerlo (cuando el primero ya estaba más que completo) tan sólo para añadir, en esencia, los descartes que, por tiempo o por cualquier razón, no entraron en la primera entrega. Esto es palpable en cualquier resquicio del juego, ya que incluso los menús son los mismos... como en el caso de la interfaz, la banda sonora, el planteamiento de su desarrollo, los coches, etc. La recuperación de los elementos y estructuras del original es tan exagerada que la novedad más importante que se va a encontrar el jugador reside en que en los tiempos de carga ahora ya no tendrá la oportunidad de jugar al clásico Rally-X, sino a su continuación New Rally-X. Y esto, no lo podemos negar, no habla demasiado bien de este título.
Después de todo, el convertir en continuación un juego que no es sino la conversión de una edición especial para el mercado japonés del original juega muy en su contra. Es bien sabido que en Japón es habitual la comercialización de versiones "remix" de juegos de éxito, incluyendo las novedades que se han ido añadiendo a las versiones occidentales, como nuevos niveles de dificultad, diálogos añadidos, personajes, y contenidos específicos para esas ediciones, entre otras cosas. Así pues, nuestro Ridge Racer 2 se corresponde con el nipón Ridge Racers: Final Mix, y es algo que, desde luego, explica muchas cosas.
Como en el original, se incluyen 42 pistas diferentes (incluyendo el modo espejo) que se han rescatado de Ridge Racer, Ridge Racer Revolution, Rage Racer, Ridge Racer Type 4 y Rave Racer, y la principal novedad reside en unos pocos nuevos modos de juego que se añaden a todos los vistos en la original. En el duelo, nos enfrentaremos directamente contra un coche controlado por la consola, un uno contra uno; el otro modo de juego es supervivencia, en el que cuatro coches compiten a cuatro vueltas, eliminando en cada vuelta al último participante. En arcade, para acabar, podemos escoger cualquier pista desbloqueada y correr en ella contra el reloj, para lograr alcanzar los puntos de control.
Desde luego, estas novedades no nos parecen suficientes, ni por cantidad ni por relevancia, como para representar un golpe de frescura en el juego. Igualmente, la mecánica de juego es la misma. La barra de turbo fue interesante en el anterior juego, y sigue siéndolo en éste, pero poco más se puede comentar al respecto. Con nuestros derrapes, la barra se va llenando y podemos acumular hasta tres turbos que utilizamos con el botón lateral R, y como sucedía en la anterior entrega los coches rivales pueden usar también esa posibilidad. Por desgracia, su dificultad es relativamente baja al carecer de una gran inteligencia artificial, ya que se desplazan por sus trazadas predefinidas y poco más.
Según progresamos en el modo World Tour, vamos accediendo a nuevos circuitos y tipos de coches, cada vez más ajustados en su conducción pero con mayor aceleración y velocidad punta. La dificultad, claro está, no ha sido refinada; sin aumentar ni disminuir, por lo que los que ya dominen el anterior juego no tendrán ninguna clase de problemas en superarlo por completo en unas pocas horas. Salvo en las carreras más avanzadas, donde la competencia de los otros coches consistirá más en su superior velocidad que en su destreza al volante.
Hemos dicho antes que rescata circuitos de las entregas anteriores, pero veamos cuáles son las nuevas incorporaciones de esos juegos, en concreto, Rage Racer y Ridge Racer Type 4, que añaden pistas como Phantom Mile, Britenight Cruiseway o Shuttleloop Highway, y algún que otro nuevo tema musical para acompañarlas, aunque nada destacable especialmente.
Uno de sus puntos fuertes sigue siendo el multijugador en red local, para hasta ocho personas. Es una lástima que, dado el tiempo disponible para su lanzamiento, y el hecho de no ser una auténtica secuela, no se hayan decidido por incluir algún tipo de juego en red, que sí hubiese potenciado a este título como realmente interesante.
Estrictamente, es un juego mejor que el anterior, y desde luego si no hemos jugado a la primera entrega, lo recomendable es apostar por ésta, pero el tiempo no pasa en balde. Los gráficos son magníficos, pero no se ha mejorado absolutamente nada con respecto al primero, y han tenido tiempo para ello. Lo mismo se puede aplicar a la música y los efectos sonoros, que siguen gustándonos, pero, una vez más, se han quedado estancados en el lanzamiento de la consola. Y sí, son muy buenos en la portátil de Sony, como en su momento los del original, pero el que no se haya avanzado nada en ninguno de estos aspectos vuelve a jugar en su contra a la hora de evaluar las virtudes de Ridge Racer 2.