Análisis de Wonder Boy: The Dragon's Trap (PS4, PC, Android, iPhone, Xbox One, Switch)
Hay juegos que por diferentes motivos que no se pueden explicar fácilmente, se convierten en clásicos, en auténticos títulos de culto. Wonder Boy III: The Dragon's Trap, que se lanzó originalmente para Master System en 1989, es uno de ellos, y ahora los franceses Lizardcube le han realizado un entrañable homenaje con Wonder Boy: The Dragon's Trap, una declaración de amor en forma de videojuego.
Con un equipo de apenas cinco personas, con Omar Cornut y Ben Fiquet a la cabeza, han cogido el juego original y le han cambiado completamente los gráficos y el sonido, pero manteniendo su jugabilidad y diseño, que permanecen prácticamente inalterados.
¿Es un remake, es una remasterización? Qué más da, lo que es sin duda un precioso homenaje a un juego muy especial.
Por suerte, para tratarse de un juego que tiene casi 30 años, Wonder Boy III: The Dragon's Trap no ha envejecido mal, y de hecho se puede considerar que fue una aventura adelantada a su tiempo en algunos aspectos. Plataformas, acción, exploración y pequeños toques roleros mezclados en perfecta armonía, en un juego que derrocha encanto, en todos sus aspectos.
Esta nueva versión de The Dragon's Trap primero te gana por la vista y el oído, ya que es un juego muy bonito, tanto por sus gráficos como por las sorprendentes y bellas melodías. Llamando mucho la atención con una virguería técnica, el hecho de que podemos cambiar en cualquier momento entre los nuevos gráficos y los originales de 1989, al instante, con tan solo pulsar un botón. Aunque es algo que ya hemos visto en algunas de las remasterizaciones de las aventuras gráficas de LucasArts, o en Halo: Combat Evolved Anniversary, no lo recordamos en un plataformas como este.
Y no solo eso, pulsando el stick derecho también podemos cambiar en cualquier momento la banda sonora, entre la nueva y la original, pudiendo elegir cualquier combinación de gráficos y música, entre los nuevos y los antiguos. Puede parecer una anécdota esta característica, pero es algo que hemos usado mucho a lo largo de todo el juego, y aunque los gráficos antiguos muchas veces los activas por curiosidad, para ver el enorme contraste del paso del tiempo, en el caso de la música no sabríamos decir si nos gustan más las melodías clásicas o las nuevas, que son una pasada.
Volviendo a la jugabilidad, estamos ante un plataformas de acción en el que al comenzar la aventura nos enfrentamos contra el jefe final, el Mekadragón, y al derrotarle nuestro protagonista se ve transformado en un hombre lagarto. A partir de este momento tendremos que intentar recuperar la forma humana, pero antes de conseguirlo nos veremos transformados en otras criaturas, como el hombre ratón, piraña, león y halcón.
Cada una de estas formas tiene sus propias características jugables, por ejemplo, el ataque de espada del hombre ratón tiene muy poco alcance, pero puede pegarse a cierto tipo de paredes, la piraña puede nadar por el agua, y el león tiene un gran poder de ataque y rompe rocas con su espada. La estructura del juego es bastante abierta y nada lineal, y como en los buenos juegos de antes, no nos indican el camino, por lo que es fácil perderse y no saber por dónde continuar, algo a lo que hoy en día no estamos acostumbrados.
Hay ciertos toques roleros, porque podemos equipar diferentes escudos, armas y armaduras, usar magias, y amasar dinero derrotando a los enemigos es importante, porque con él conseguimos nuevo equipo en las tiendas. Además de todos estos ingredientes, uno de los mayores encantos de esta aventura es la cantidad de secretos que esconde, de niveles secretos y equipamiento que se consigue de maneras peculiares, y más que pasarse el juego (algo que se puede tardar unas 5 horas), lo complicado es desentrañar todos los secretos que contiene.
Como casi cualquier juego con 30 años de historia, Wonder Boy III: The Dragon's Trap es una aventura relativamente difícil hoy en día, y sus creadores lo han tenido en cuenta, prescindiendo del sistema de passwords (que se puede seguir utilizando) e incluyendo tres niveles de dificultad. En ‘fácil’ los enemigos son más sencillos de derrotar y consigues más habitualmente pociones para recuperar la salud; en ‘normal’ tenemos la dificultad adecuada, la que recomendamos, con una experiencia casi igual a la original; y por último en ‘difícil’ los monstruos son más duros, y además hay un contador de tiempo que nos va mermando la salud, lo que nos obliga a jugar con prisas.
Aunque hemos dicho que el juego es exactamente igual que el original, hay pequeños ajustes, que pasan prácticamente desapercibidos. Por ejemplo, se ha reajustado la dificultad de un jefe, y la manera en la que el ratón se desplaza pegado a los bloques se ha pulido. Pero todos los niveles, situaciones y jugabilidad son igual que hace 30 años, algo que en un principio nos parecía demasiado valiente, y luego lógico.
Porque dejando la nostalgia a un lado, Wonder Boy: The Dragon's Trap nos ha parecido sorprendentemente vigente hoy en día, y se juega y disfruta perfectamente. Hay algún que otro pico de dificultad, y cierta falta de explicaciones o consejos para saber por dónde continuar, que es algo a lo que no estamos habituados actualmente, pero nada que no se pueda solucionar con un poco de paciencia o dedicación, o por ejemplo amasando dinero para mejorar el equipo, como en un buen juego de rol. También se controla perfectamente, y en lo jugable da totalmente el pego como juego contemporáneo.
Si en algo demuestra su antigüedad es quizás en otros detalles, como su diseño de niveles, demasiado simple la mayor parte del tiempo, o los minimalistas patrones de ataque de los jefes finales. Pero aun así, es muy disfrutable hoy en día si te gustan este tipo de juegos, y su peculiar estructura y todos los secretos que esconden nos siguen pareciendo geniales.
Además, los gráficos y el sonido no son solo un adorno, son parte central de la experiencia. Es un juego tan bonito, con esa acertadísima dirección de arte, unas animaciones geniales y las bellas melodías, que solo por esto se disfruta explorando los niveles, aunque te hayas pateado ya el mismo escenario varias veces. Porque los gráficos ya podéis ver lo bonitos que son en las imágenes, pero queremos destacar la banda sonora, que es espectacular. Reinterpretando los temas clásicos de manera orquestada, e incluso llevándolos a sorprendentes terrenos con mucha naturalidad, con por ejemplo una pieza que transforman en un tango.
Como extras, además de poder jugarlo en el nivel de dificultad más alto, tenemos la posibilidad de elegir al principio del juego si queremos ser un hombre o una mujer (algo más curioso que práctico, ya que jugamos todo el juego transformados en alguna de las criaturas), y hay una galería de artes desbloqueables, que en el caso de este juego es bastante valiosa, y que incluso incluye varios vídeos en los que tocan la banda sonora en directo.
Un ejemplo inmejorable de cómo traer de vuelta un clásico
Solo desde el cariño y el respeto más profundos se puede hacer algo como Wonder Boy: The Dragon's Trap, una manera excelente de recuperar un juego culto, quizás no tan conocido y recordado como se merece. Lizardcube, con apenas cinco personas, han sido capaces de actualizar audiovisualmente este juego de manera impecable. Lo jugable, que sigue siendo muy bueno, lo ponen sus creadores originales, Ryuichi Nishizawa y compañía, que consiguieron hacer un juego que 30 años después se puede seguir disfrutando, algo que tiene mucho mérito.
Hemos realizado este análisis en su versión de PS4 con un código de descarga que nos ha proporcionado DotEmu.