Análisis de Prison Architect (PS4, Xbox One)

Los simuladores de gestión nos han regalado algunos momentos un tanto fuera de lo común a la hora de presentarnos sus propuestas jugables. A lo largo de los años, nos hemos encontrados con títulos que nos invitaban a regentar un zoo, un parque de atracciones, un hospital, una escuela o incluso un restaurante. Obviamente, estos videojuegos venían ataviados con todas las variantes y formas imaginables, invitándonos a que nos pusiéramos bajo los mandos de una estación espacial de paso, un parque con criaturas prehistóricas creadas con ingeniería genética o un club de fútbol.
Por tradición, y salvo honrosas excepciones, este tipo de videojuegos se han sentido muy cómodos en PC, ofreciendo una oferta abrumadora y muchísimo mayor y específica que además, se ha visto auspiciada por decenas de comunidades creadoras de modificaciones que añadían su granito de arena a una fórmula que sigue atrapando a millones de jugadores.
Prison Architect, que tiene en su haber más de dos millones de copias en PC, llega ahora a consolas -tras un periodo de acceso anticipado en Xbox One- presentándonos una propuesta tan inusual como adictiva: encargarnos de diseñar y gestionar una prisión.
Dramas carcelarios
En Prison Architect tendremos que construir, regentar y cuidar las necesidades de los reclusos en una enorme prisión, vigilando hasta los aspectos más mínimos y concretos de nuestra instalación, desde la seguridad al consumo eléctrico, pasando por la salubridad o las áreas de esparcimiento religioso y de ocio. Es decir, hablamos de un simulador muy completo, que no duda en mostrarse en su complejidad al jugador a las primeras de cambio, pero que al mismo tiempo y de forma muy inteligente, lo guía y tutela de forma constante para que las mecánicas que incluye sean asimiladas mediante ejemplos concretos.

El juego de Double11 e Introversion nos ofrece dos propuestas de juego distintas, aderezadas por una floreciente y muy completa comunidad que nos añadirá horas extras al título en forma de mapas especiales y temáticos de la más variada índole. Por una parte, en Prison Architect encontramos una suerte de campaña, titulada Prison Stories (Historias de la prisión), que está planteada para que el jugador se familiarice con algunas de las tareas básicas del juego, presentándonos historias muy diversas que nos llevarán desde la construcción de una sala de ejecuciones -silla eléctrica incluida- al control de un motín o la extinción de un incendio que nos ha dejado con las instalaciones derruidas.
Estos niveles, que podrían ser simples tutoriales en cualquier otro juego del género, incorporan una cierta historia y argumento, ofreciéndonos un contexto en el que desenvolvernos de manera realista tanto con las intenciones, condenas y pasados de los reos como con las medidas que debemos tomar para sofocar revueltas o aplicar las correspondientes directrices.

Es curioso, porque Prison Architect no intenta dar lecciones de moral ni una versión única de los hechos -y creednos, algunos son bastante duros y de difícil digestión-, intentándonos que nos encontremos en una posición netamente gris, en la que simplemente aplicaremos el peso de la ley en función de los dictámenes previos de la justicia. Este no es un modo especialmente largo, aunque puede ofrecernos de cuatro a cinco horas muy bien avenidas y entretenidas, ideales para bautizarnos en el título -si bien hay ciertas cosas que aprenderemos casi por lógica e inercia-, y preparándonos para otros aspectos más profundos y menos delimitados del juego.

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