Análisis Doom 3: VR, con el casco nadie puede oír tus gritos (PS4)
Aunque ahora está en plena forma, Doom tuvo una etapa de crisis de identidad. Aparte de Doom 3, juego que hoy nos ocupa y que fue un tanto discutido en su día, luego tuvimos el cancelado Doom 4, del que os hablamos en su día, y que quería llevar la saga por la senda de otros juegos de disparos como Call of Duty. Por suerte, Doom sigue siendo Doom hoy en día, y esta adaptación a la realidad virtual nos permite redescubrir una entrega diferente.
Viaje al centro de Marte
Doom 3: VR Edition es, como su propio título explica, una adaptación a la realidad virtual del clásico de Bethesda e id Software. Para los que no los conozcáis, os recomendamos leer el análisis que le dedicamos a su última adaptación para consolas actuales que podéis encontrar aquí, ya que, aunque tocaremos aspectos similares, nos centraremos sobre todo en su adaptación a este medio.
Como sabéis, esta entrega tiene un mayor enfoque en el terror, con multitud de zonas oscuras y enemigos que nos van a saltar de todas partes cuando menos nos lo esperamos, algo que, en nuestra opinión, funciona muy bien en realidad virtual. Vamos a vivir momentos muy intensos, con una tensión que se acrecenta todavía más si cabe gracias al uso del sonido 3D. Y sí, no deja de ser un juego desfasado en lo técnico, pero consigue hacer de su ambientación una de sus grandes bazas para seguir absorbiéndonos en PlayStation VR.
Queremos hacer una pequeña mención a los descargables, incluidos también en esta colección, y que creemos que se merecen una oportunidad si en su día los dejasteis escapar. En particular, Resurrection of Evil nos encanta. Nos parece más Doom, por decirlo de alguna manera, y en realidad virtual funciona genial, gracias, en parte, a sus escenarios más vistosos y variados.
Adaptándose a una nueva realidad
Doom 3: VR Edition nos permite jugar con el DualShock 4 (ojo, no el DualSense si lo usáis, como nosotros, en PlayStation 5) y el Aim Controller, e, inevitablemente, echamos de menos poder jugar con los PS Move. Nos hemos adaptado rápido a jugar con el mando, y al final no nos ha resultado menos inmersivo. Simplemente tenemos que mover el mando para apuntar, de manera similar a lo que hacemos con el imp –el puntero– de Dreams. El resto de control son tradicionales, como pulsar cuadrado para recargar, o el gatillo para disparar. No es lo ideal, pero es una buena solución teniendo en cuenta las limitaciones del hardware.
También hemos echado de menos la falta de opciones para desplazarnos, limitándose al desplazamiento libre como en el juego original. Aunque comprensible en lo que respecta a diseño, si algo nos demostró Doom VR es que el control de la saga se puede adaptar mejor a la realidad virtual, y nos habría gustado ver un mayor esfuerzo en este aspecto. Lo mismo pensamos de las secuencias de vídeo, que se reproducen en 2D con cámaras estáticas. De nuevo, entendemos que hay que adaptar la base del original y poder mover la cámara libremente rompería muchas cosas pero, estando renderizadas en tiempo real, podrían haberse mostrado al menos en 3D para romper menos la inmersión.
Por otra parte, vemos cómo la interfaz se ha integrado en una pantalla en nuestra muñeca, una idea fantástica que hace que tengamos toda la información a mano –literalmente– y podamos echarle un ojo a nuestra armadura y salud en todo momento sin distraernos de la acción. Las pantallas también cuentan con una interfaz ligeramente rediseñada, y podemos interactuar simplemente apuntando con el mando, al igual que cuando disparamos.
En lo técnico, lo cierto es que es un juego al que le cuesta disimular su edad, más que nada porque las técnicas de iluminación de la época se han quedado tremendamente desfasadas. No se ve mal, pero esa estética de los 128 bits es difícil de disimular. Eso sí, cuando nos sumergimos en la acción y empezamos a pegar tiros –y cuando el juego empieza a pegarnos sustos– se nos olvidan todas estas carencias y disfrutamos mucho de su propuesta.
Sobrevive al miedo
Es una pena que Doom 3: VR Edition no haya hecho más por adaptar la experiencia a la realidad virtual, porque el núcleo es genial y sigue funcionando muy bien. Detalles como ciertos aspectos gráficos mejorados o incluso tener la salud y la armadura en la muñeca es genial, pero otras cosas como la falta de opciones para desplazarnos o las secuencias de vídeo en 2D rompen un poco esa magia.
Aun con esas carencias, nos lo hemos pasado muy bien reviviendo esta aventura en realidad virtual. Es cierto que el inicio es lentísimo, y que se le pone demasiado enfoque a una historia que quizás no es lo más importante y que te saca de la experiencia en realidad virtual mucho más que jugando en la pantalla, pero cuando los motores se ponen en marcha, Doom 3: VR Edition es diversión pura y dura.
Hemos realizado este análisis en PlayStation 5 con un código de descarga proporcionado por Zirán.