Análisis de Burnout Paradise (PS3, Xbox 360)
Cuando Burnout apareció en el año 2001, precedido de una ligera expectación por lo bien que algunas revistas habían hablado de él, se demostró que había espacio para mejora e innovación dentro de los juegos arcade de carreras. Con una jugabilidad poco exigente en lo que a la conducción se refería, el verdadero reto de Burnout era evitar el tráfico aunque, si chocábamos, se nos compensaba con una fantástica secuencia de colisión de una espectacularidad nunca vista. Las sucesivas secuelas fueron disminuyendo la exigencia del tráfico y haciendo hincapié en la competición de los rivales, introduciendo la idea del "Takedown", echar al rival de la carretera de todas las formas posibles.
Tras Takedown, el más aclamado, y el no tanto Revenge, llega esta primera entrega de nueva generación de la saga Burnout. Burnout Paradise tiene lugar por primera vez en un mundo abierto, no limitado a circuitos, sino con una ciudad entera a nuestra disposición. Las soleadas calles de Paradise City se nos muestran en todo su esplendor acompañadas de la mítica canción de Guns ‘n’ Roses, presente en el juego cortesía de los poderosos medios de Electronic Arts. Ésta y otras canciones conocidas forman la banda sonora de un juego que destaca tanto por su espectacularidad gráfica como por su inteligente diseño, del que ya os dimos algunas pinceladas en nuestras impresiones, publicadas hace unas semanas.
El diseño de Paradise City es completamente abierto, pero no solo eso. El muy experimentado equipo de Criterion Games ha optado por prescindir de cualquier tipo de interfaz para las carreras y similares, ni siquiera para el juego online, por lo que todo está integrado en el juego, y es muy difícil dejar de jugar. Las carreras no están en forma de menú, sino que cada cruce de calles de Paradise City, cada semáforo, es la puerta hacia una carrera o evento que comenzará allí mismo. Además de eso, todos los eventos están abiertos desde el principio –salvo los limitados a un coche en concreto.
Esta organización del juego convierte a Burnout Paradise en un juego muy adictivo. No hay un lugar en concreto a donde ir, pero hay carreras por todas partes, lo que hace que sea muy difícil dejar de jugar. Pongamos que tenemos ganas de cambiar de coche y nos disponemos a ir al vertedero, indicado en el mapa. De camino, es posible que nos distraigamos con unas cuantas carreras; y da igual, porque son realmente divertidas, variadas y hay infinidad de ellas, además de que no hay ni fáciles ni difíciles, sino que van avanzando en dificultad gradualmente.
La progresión por el juego no se basa entonces en torneos ni competiciones, sino en ganar carreras y pruebas. A medida que lo hagamos, iremos ascendiendo en los "carnés de Paradise City", obteniendo acceso a nuevos coches y modalidades. Por supuesto, en las primeras etapas será fácil subir de categoría, pero poco a poco habrá que ganar más carreras para conseguirlo. Las carreras son siempre lineales, de un punto de la ciudad a uno de los ocho que son puntos de llegada "oficiales". También hay eventos clásicos de Burnout, como la "Furia al Volante", en el que tendremos que hacer una serie de Takedowns en un periodo de tiempo limitado, o hasta que choquemos el suficiente número de veces para que nuestro coche quede destrozado. Esto último es una tónica de todas las pruebas, pero podremos evitarlo pasando por un taller de reparación, simplemente por debajo de su zona de entrada, sin dejar de correr. Nuestro coche quedará reparado automáticamente, y lo mismo ocurre cuando queremos cambiar de color, o al pasar una gasolinera, que llena al máximo nuestra barra de turbo.
Otra prueba frecuente es la de las acrobacias, que nos pide lograr un número de puntos en un tiempo limitado. Recibiremos puntos cuando derrapemos, usemos el turbo y vayamos en dirección contraria, y multiplicaremos esos puntos (dentro del combo, hasta que choquemos o pase cierto tiempo), al hacer acrobacias como saltos. Solo superaremos la prueba si superamos el número de puntos objetivo, al igual que en las carreras solo vale quedar de primero. Como nos recuerda el bien doblado DJ de Paradise City, aquí solo vale la victoria.
Una de las pruebas menos frecuentes, más difíciles, pero también más divertida, es la de supervivencia. Tendremos que sobrevivir a una persecución por parte de unos coches negros, llamativamente malvados, que intentarán echarnos de la carretera y hacer que choquemos. Estos coches no son indestructibles –podremos hacerles Takedowns-, pero sí muy recalcitrantes. Siempre volverán, intentando hacer que choquemos, y su presencia ominosa hará que no nos concentremos mucho en la conducción. Pero la satisfacción de llegar a salvo a la meta, dejándoles con un palmo en las narices, no tiene precio.
Como decíamos en el avance del juego, esta vez los coches están organizados en tres grandes clases. Aparte de ser modelos imaginarios pero que homenajean a los estilos europeo, japonés y americano, están categorizados en coches de agresión, de carreras y de acrobacias. Esta clasificación puede parecer superficial en un primer momento pero a medida que avancemos por el juego nos daremos cuenta de hasta qué punto afecta al rendimiento de un coche que sea de una categoría u otra. Los coches de agresión obtienen turbo chocando contra coches del escenario y tienen una gran dureza, siendo especialmente efectivos para hacer Takedowns. Los de acrobacias llenan fácilmente la barra de turbo y, como su propio nombre indica, son los ideales para derrapes, saltos y otras cabriolas. Finalmente los de carreras solo permiten usar el turbo cuando la barra está al máximo pero alcanzan grandes velocidades.
A medida que avancemos iremos llenando nuestro garaje de coches, tanto obteniéndolos al ganar los eventos, como "cazándolos" por la ciudad. Una de las grandes diversiones de Paradise es cazar coches de carreras que van por la ciudad, hacerles Takedowns y apropiarnos de ellos. El juego nos irá avisando cuando nuevos coches de carreras circulen por la ciudad, y es relativamente fácil encontrarnos con ellos; echarlos de la calzada ya depende de cada uno.
Por supuesto las colisiones vuelven a tener un gran protagonismo en Burnout, y se elimina la alta tolerancia al tráfico vista en Revenge (después de todo era una venganza contra el tráfico). Un choque a alta velocidad con otro coche es sinónimo de colisión, y son tan espectaculares como siempre, mostrando unos fantásticos efectos de deformación que se hacen especialmente patentes cuando sobrevivimos "por los pelos", nos dice el juego, a un choque –cuando el motor no queda aplastado ni el coche volcado- Nuestro coche tiene cierta tolerancia a varias colisiones, tras las cuales el deterioro visual será muy llamativo y la pantalla cambiará de tonalidad para indicarnos la urgencia de llevarlo a un taller.
Otro de los puntos fuertes del juego es el fantástico diseño de Paradise City. Esta ciudad, inspirada en varias pero completamente original, cuenta con una extensa red de carreteras y barrios bien diferenciados, desde el Dowtown hasta la zona de las afueras, pasando por la zona de playas y comercial, pero sobre todo cuenta con rutas secretas y atajos que descubrir, que son solo nos darán ventaja en las carreras, sino que nos permitirá acceder a nuevas áreas, romper barreras (400 en el juego), vallas publicitarias y hacer grandes saltos. Es decir, como en todo juego de mundo abierto, Paradise tiene numerosos secretos que recopilar, que al estar tan bien integrados en la conducción – nada de saltos si vamos lentos-, son muy satisfactorios. No se trata de conseguirlos todos sino de verlos venir, conseguirlos al vuelo, y seguir participando en el evento en el que estemos.
Otro gran acierto es la cantidad de pequeños retos que nos encontraremos en el juego. Cada calle tiene un tiempo record que podremos compartir en la red, además de que el modo Crash se ha integrado en la ciudad de Paradise City. En cualquier momento podremos pasar a este modo y comenzar a "botar" por las calles, intentando chocar con cuantos más coches mejor, y causar como efecto secundario la mayor destrucción posible. No es comparable a los espectaculares eventos Crash preprogramados de anteriores juegos, pero sí muy divertido.
Igualmente divertido es el modo online, integrado también "al vuelo" en el juego y un ejemplo de cómo usar los mundos abiertos para beneficio de la experiencia online. Cuando los jugadores se unan a la partida, correrán en una misma versión de Paradise City e irán realizando tiempos y acrobacias en espera de que comience la carrera en cuestión. Podremos crear la carrera que queramos, además de organizar eventos y torneos especializados. Y la ya comentada opción de "robar" una foto a quien le hagamos un Takedown. Una forma divertida de aumentar la competitividad.
A nivel gráfico Paradise hace honor a sus predecesores, que en su día fueron escaparates del middleware Renderware de Criterion. Burnout Paradise sigue siendo espectacular a nivel gráfico y es sorprendente el alto nivel de detalle de los coches, la calidad de las colisiones y de las deformaciones en tiempo real, los diferentes efectos de humo, iluminación o visuales sobre la pantalla, la fluidez con la que se mueve el motor gráfico y la arquitectura, diseño y nivel de detalle de los escenarios de la ciudad. Un apartado muy completo, sin llegar a ser revolucionando pero demostrando un gran trabajo tanto en el motor como a nivel de diseño. El apartado sonoro cuenta con una extensa, y conocida, selección de temas musicales para ambientar las salvajes carreras y eventos del juego, además de unos excelentes sonidos FX tanto para los motores –hay bastante diferencias entre los coches- como para las colisiones.
Burnout Paradise, como se veía venir, se convierte en el rey de la conducción arcade en la nueva generación por méritos propios. Aunque se echan en menos algunas opciones más de carrera, la integración en Paradise City es fantástica y el juego es tremendamente adictivo. Destacan sobremanera los gráficos y la inteligencia con la que se ha implementado el modo online, sin complicados menús ni tiempos de espera, pero al mismo tiempo con mucha potencia para la configuración. Si te gusta la velocidad, es una compra casi obligada.