Análisis de Final Fantasy X (PS2)
Final Fantasy X es el primero de estos dos juegos (el otro, Final Fantasy XI, tardaremos en verlo bastante tiempo), y como buen pionero en PS2 introduce las novedades y las diferencias que tendrán los Final Fantasy de PS2 frente a los de PSX. La principal, tecnológicamente hablando, es el uso de escenarios totalmente 3D en vez de los fondos prerrenderizados, que en el 97 eran algo impresionante pero que hoy en día, salvo honrosas excepciones como el remake de RE, están desfasados. Aunque en la mayor parte del juego se usan los escenarios 3D, en algunos lugares aún se siguen usando los fondos 2D prerrenderizados, cosa que extraña y decepciona al mismo tiempo. Otra de las novedades, aparte de las diferencias en el sistema de combate y de magias que todos los FFX guardan entre sí, son los diálogos con voces (dobladas al inglés, como ya todos sabréis) frente al texto de todas las entregas anteriores.
Poco después, tras encontrarse con su mentor Aurón, Tidus llega hasta Sinh y es absorbido y catapultado a un lugar desconocido... Así comienza la aventura, en la que pronto dejaremos de estar solos tras encontrarnos con diversos personajes, algunos de los cuales pasarán a formar parte de nuestro "equipo", como en todos los Final Fantasy.
Poco más se puede decir de la historia sin estropeársela a los que aún no hayan empezado con el juego, pero si se puede hablar de los personajes con los que contaremos.
Aparte de Tidus, el misterioso protagonista y uno de los mayores compradores de agua oxigenada del mundo, tenemos a Yuna, la "chica FF" de turno, una invocadora que es hija de un Sumo Invocador, llamado Braska. Luego está Rikku, la ladrona, primer personaje que se encuentra Tidus tras su "viajecito"; Wakka, jugador empedernido de Blitzball y gran apoyo para Tidus en su desconcertante aventura; Lulu, la malhumorada –o al menos con Wakka- hechicera y por último el imponente Kimahri, un enorme Ronso (medio hombre, medio bestia), que es junto con Lulu, uno de los protectores de Yuna.
Además, hay una mayor cantidad de escenas cinemáticas, intercaladas en el juego magistralmente, que combinándose con las famosas secuencias CG FMV nos van introduciendo en la desconcertante historia, variando la dinámica de explorar/combatir aleatoriamente. En anteriores entregas, los diálogos entre personajes, vitales para comprender la historia, eran –por decirlo de alguna manera- demasiado estáticos. En esta ocasión, gracias al uso de las tres dimensiones y de las voces, los diálogos de los personajes tienen mucha expresividad y se suceden como si de una película se tratase –cinemáticas por el propio motor del juego-. Esto consigue, como ya dije antes, mucha más variedad y mucho más interés por parte del jugador. Por supuesto, en el lado negativo está lo mismo que en MGS2; tal cantidad de secuencias cinemáticas hace dudar de si estamos ante un juego o ante un híbrido entre videojuego y película; pero de perdidos al río, mejor enterarnos de la historia con secuencias cinemáticas que con texto en pantalla y muñequitos cabezones gesticulando pobremente.
De esta forma, podremos dirigir a nuestro personaje por el tablero mientras éste mejora sus habilidades, aprendiendo nuevas técnicas, haciendo incrementar sus atributos y obteniendo mejoras en general. Todos los personajes juegan en el mismo tablero, pero cada uno empieza en una zona más acorde con su personalidad.
La segunda importante novedad es el uso de los Eones, que sustituyen a las invocaciones de anteriores juegos pero que esta vez tendrán un papel mucho más importante en el combate, ya que una vez invocados se comportan como si fuesen personajes, con sus propios puntos de golpe, puntos de magia, estados y habilidades; incluso pueden aprender nuevos hechizo y artes con el tiempo.
Otros cambios en el sistema de combate es la sustitución de los Límites por los Turbos, sin demasiadas diferencias los unos con los otros pero con mucha más variedad en este caso; también se han eliminado los turnos al estilo "Active Time Battle", sustituyéndose por un sistema de turnos basado en la velocidad del personaje y en los ataques que haga; por lo tanto, no habrá que esperar ni un segundo en medio del combate para que éste siga.
Sin embargo, el desarrollo del juego apenas ha cambiado. Como en las anteriores entregas, la aventura transcurre de una forma absolutamente lineal en lo que a la historia se refiere, con cierta libertad para realizar nuestras propias acciones, como buscar items, jugar partidos de blitzball, etc...
Mención aparte merece el modelado de los personajes, que será el mismo tanto para la exploración como para las batallas (se acabaron las transiciones con cambios de gráficos como en anteriores entregas). El modelado, pese a ser bueno, no llega a hacer sombra al aspecto que tienen os personajes en las secuencias CG, pero eso ya lo sabíamos. Los personajes están muy bien animados, aunque sin llegar a la altura de otros juegos de la consola de Sony, especialmente a la hora de moverse con naturalidad. El único punto negro de los personajes es que en ocasiones parece como si cambiasen el modelo (de mayor a menor número de polígonos), como si hubiese que ajustarlo al escenario para que todo se mueva bien. Por último, hay que decir que Square ha hecho las transiciones entre escenas cinemáticas ingame y secuencias CG inapreciables. La única pega de este apartado gráfico, las enormes bandas negras horizontales, que ensombrecen (¿o deberíamos decir ennegrecen?) un espectáculo visual.
Ahora Square tiene que decidir a donde lleva su gallina de los huevos de oro, que entre secuencias cinemáticas y gráficos espectaculares aún no ha evolucionado demasiado en el aspecto jugable respecto a la época de los 16 bits. La eliminación de los combates aleatorios y de la linealidad serían buenos pasos a seguir, aunque lo último conduciría a una mayor dificultad para contar la historia, que es una parte muy importante en un Final Fantasy como cada vez lo es más en todos los videojuegos.
Tras la aventura online que acaba de iniciar Square con Final Fantasy XI, es difícil imaginarse cómo será la duodécima entrega de la saga, que volverá a su seguro lecho offline y contará con un nuevo director. Hasta entonces, tendremos decenas de horas de juego con esta décima entrega, que pese a una localización al mercado europeo no demasiado esmerada sigue siendo una compra casi obligada para el usuario de PS2 aficionado a las aventuras, estén plagadas de combates aleatorios o no.