Análisis de Shovel Knight (PC)
Sin pausa pero sin prisa los frutos de Kickstarter siguen llegando, y de todos ellos este es quizá uno de los que mejor sabor de boca nos ha dejado, junto a juegos como The Banner Saga y a la espera de que Broken Age, la última aventura de Tim Schafer y Double Fine, nos entregue su esperada conclusión. Shovel Knight es un genial ejemplo de lo que esta peculiar y revolucionaria manera de financiar proyectos de manera colectiva puede dar de sí, primero porque es un gran juego, y segundo porque es exactamente, e incluso un poco más, lo que habían prometido sus responsables a todas esas personas que depositaron su confianza y dinero en Yacht Club Games.
Una clásica aventura de acción en 2D con estética 8 bits, que se inspira y hace un sentido homenaje a clásicos como Mega Man, Castlevania, Ducktales, Super Mario Bros. 3 y otras tantas grandes obras de una época dorada de los videojuegos. Títulos inolvidables que Shovel Knight interioriza, cogiendo lo mejor de cada uno y lo que es mejor, no se queda en el simple homenaje sino que además añade sus propias ideas y una gran personalidad propia.
Encarnando al caballero de la pala, deberemos rescatar a su amada compañera de las garras de un ejército de villanos, ocho enemigos con sus respectivas fases que deberemos superar para enfrentarnos al gran enemigo final, algo totalmente inspirado en Mega Man. De Ducktales coge el uso del pogo, pulsando abajo cuando estamos en el aire caemos con la pala sobre los enemigos lo que nos permite rebotar, de Super Mario Bros. 3 toma prestado su inolvidable mapa con diversas rutas y fases extra, y de Castlevania el uso de la magia para utilizar las armas secundarias, entre otros muchos detalles. Por tomar prestado, hasta asimila una mecánica de la saga Dark Souls, como es el hecho de que cuando morimos perdemos una parte del dinero, y nos dan la oportunidad de recuperarlo si conseguimos volver a la posición donde perecimos sin fallecer otra vez por el camino.
La jugabilidad no puede ser más sencilla y directa, como lo era en los juegos de NES con su mando con dos botones principales. Saltar y usar la pala, tanto a modo de espada para atacar a los enemigos, como para desenterrar tesoros del suelo, destruir objetos y paredes -desvelando caminos y tesoros ocultos-, y como decíamos antes a modo de pogo, para atacar pero también para salvar acantilados o llegar a lugares elevados que de otra manera no sería posible.
Todo esto mientras vamos superando unos niveles excelentemente diseñados, en lo que son más importantes las plataformas que los combates, contra los poco numerosos –y también poco variados- enemigos, que están para incordiarnos y hacernos caer alguna que otra vez al vacío.
Aunque no es un juego excesivamente largo es genial que en cada fase, que tenemos cierta libertad para afrontar en el orden que queramos, siempre nos encontramos con nuevas mecánicas y elementos, nuevos tipos de plataformas, mecanismos y trampas que hacen que además de por la ambientación, en cuanto a planteamiento jugable cada nivel es totalmente diferente, por lo que estamos ante una aventura sorprendentemente variada para contar con un rango de acciones tan limitado. Se reciclan demasiado los enemigos, pero estos no dejan de ser una trampa más de las muchas que nos encontramos en nuestra aventura.
Los combates pala en mano viene cuando nos vemos las caras con los geniales jefes finales, tanto en mitad de las fases como al final de estas, en los épicos enfrentamientos contra los ocho caballeros de La orden No Quarter. Unos combates muy divertidos pero un tanto deslucidos por su baja dificultad, sobre todo si usamos algunos "truquillos", como llegar con un par de pócimas de curación, lo que facilita demasiado las cosas. En los niveles sí estamos ante un juego con una dificultad bastante bien ajustada, y no han caído en la clásica tentación de muchos títulos indie, de relacionar estética retro con dificultad desesperante. Quien quiera un juego tan difícil como en los clásicos juegos de 8 bits en los que se inspira aquí no lo va a encontrar, o no al menos hasta en su Nueva partida +, donde se complican las cosas.
A lo largo de las fases tenemos varios puntos de control a los que volvemos cada vez que morimos, y suelen estar bastante bien situados, no nos hacen repetir secciones demasiado largas. En una idea muy original, nos dejan romper los puntos de control para obtener una suculenta recompensa económica, pero claro hay que ser muy valientes para hacer esto, porque si morimos, volveremos al anterior punto de control que no destruimos. Recoger cantidad de tesoros para tener oro es muy importante, derrotando enemigos, abriendo cofres o destruyendo el escenario, ya que podemos mejorar la salud, la magia y el equipamiento del personaje a cambio de dinero.
Las fases están distribuidas en un precioso mapa, y en este además de las fases principales tenemos niveles de bonus para obtener dinero extra, curiosos jefes que surgen en cualquier momento por el mapa, y un par de ciudades donde podemos conversar con simpáticos NPC, encontrar algún minijuego y acceder a comercios donde realizar importantes compras. Mejorar la salud y la magia, adquirir nuevas armaduras, obtener ataques especiales para la pala, y comprar las imprescindibles reliquias.
Consumiendo puntos de magia a lo Castlevania, tenemos un báculo que tira fuego, una daga, un ancla que realiza la misma trayectoria que las hachas de la saga de Konami, una esfera verde que rebota en varios enemigos, un talismán que nos hace invencibles durante unos pocos segundos, algo imprescindible para poder andar sobre pinchos, unos poderosos guantes de acero, o un cuerno de guerra capaz de eliminar a varios rivales de un solo uso, entre otros muchos. Entre los más curiosos tenemos una caña de pescar, que utilizada en unos sitios concretos nos permite pescar tesoros y otras sorpresas, y dos cáliz muy importantes, que podemos rellenar de pócima de salud, magia o poder, un detalle que seguro os recuerda a la saga The Legend of Zelda.
Las fases están llenas de secretos, es una delicia ir rompiendo paredes como en los Castlevania clásicos y descubrir tesoros o caminos ocultos, y a modo de coleccionable tenemos para recoger 46 partituras bastante bien escondidas. Es un juego mimado hasta el extremo, hecho con cariño y lleno de pequeños detalles y sorpresas, que no vamos a desvelar para que descubráis por vosotros mismos. Se puede superar en unas 6 horas aproximadamente, pero hacerse con todas las partituras no es fácil, las 45 hazañas –logros/trofeos-, son bastante entretenidas y difíciles de conseguir, hay Nueva partida + una vez nos terminamos el juego, y además, en los próximos meses llegarán nuevos contenidos de manera gratuita, como un modo desafíos, la posibilidad de controlar a los jefes y un modo multijugador para cuatro jugadores, entre otros añadidos.
Y sobre los gráficos no hay mucho más que decir, las imágenes y los vídeos lo dicen todo por sí solos, una deliciosa estética 8 bits que han clavado totalmente, con un excelente diseño de escenarios y villanos, una gran variedad de entornos, sin duda uno de los juegos modernos que mejor ha sabido captar visualmente la esencia y el encanto gráfico de aquellos años. La música, como todo en este juego, también es genial, con una gran cantidad de pegadizas y simpáticas melodías, que también consiguen devolvernos a los tiempos de NES, Master System o MSX, en los que no eran necesarias grandes orquestas para grabar a fuego en nuestra memoria inolvidables melodías.
Más allá del homenaje
Aunque los juegos independientes están abusando un poco de las plataformas y la acción en 2D, como de la estética pixelada y retro, tanto que a estas alturas ya parece casi un estilo gráfico manido, pocos por no decir ninguno lo han hecho de manera tan redonda como Shovel Knight, que ha sabido entender y captar mejor que nadie la esencia de los mejores juegos de 8 bits, en lo jugable, lo gráfico y lo sonoro.
Pero lo que termina de hacer muy grande a este juego es que no se queda ensimismado en el homenaje y aporta sus propias ideas y personalidad, por ejemplo adaptando la dificultad a los tiempos que corren, o poniéndonos en la piel de un caballero armado con un pala, algo de por sí muy original y simpático, en una aventura plagada de humor y sobre todo amor por este tipo de juegos. Si creciste disfrutando de todos estos clásicos a los que homenajea Shovel Knight es totalmente imprescindible, una gozada, y si simplemente te gustan los buenos juegos de plataformas y acción en 2D, y te resulta atractiva su estética, tampoco deberías perdértelo.