Análisis de Rain World (PC, Switch, PS5, Xbox Series X/S, Xbox One, PS4)
Rain World es uno de esos juegos que apetece jugar sólo con ver sus imágenes. Su deprimente mundo casi postapocalíptico casi siempre bajo nubarrones o tormenta resulta muy interesante. Una lástima que diversos aspectos de este proyecto independiente no acompañen al mismo nivel, porque puliendo su fórmula habría sido un juego de puzles y exploración que dejase una mejor huella.
Esta aventura apenas nos ofrece explicaciones de cómo se juega o en qué consiste, pero la secuencia inicial nos cuenta lo básico: somos una extraña criatura, similar a una comadreja de color blanco, que se separa de su familia y queda abandonada en unas ruinas de una urbanización o fábrica completamente consumida por la naturaleza y la humedad.
A partir de aquí, las indicaciones del funcionamiento las vamos aprendiendo sobre la marcha, desde alimentarse a lanzar pequeños objetos. Nos espera un durísimo ecosistema dispuesto a acabar con nosotros de una forma u otra.
Este animal se caracteriza por escalar pequeñas tuberías y escurrirse en lugares estrechos. Con estas herramientas y el salto, el bicho tiene a su disposición un gran mundo 2D que investigar por su cuenta. Aunque se puede confundir fácilmente con un desarrollo metroidvania, no lo es en el sentido más estricto del concepto –no ganas habilidades que desbloquean zonas superadas-.
Tanta libertad tiene sus ventajas e inconvenientes, y si das el perfil de jugador que se decanta por tener claro su objetivo y el lugar al que ir, Rain World terminará por abrumar. El mapa es enorme, dividido en pantallas y regiones, y es fácil sentir algún bloqueo en tu progreso. ¿Qué camino es el que debes tomar? ¿Estás dando un rodeo o es la dirección correcta? Lo único seguro es que debes avanzar.
No se llamaría Rain World de no ser por la fuerte presencia de la los chubascos. Cada cierto tiempo empezará a llover y será necesario buscar unas habitaciones a prueba de inundaciones donde hibernar –con el estómago lleno, eso sí- para avanzar en el siguiente periodo. Actúan de punto de guardado, así que localizar estas zonas también es vital para no perder mucho trayecto de la exploración.
Rain World no se detiene a revelar muchos aspectos de su jugabilidad y el diseño casi parece hostil con el usuario; sube la dificultad, pero lo hace de una manera tan disparatada e incómoda que resta diversión. No sabes el efecto secundario de ciertas plantas ni el comportamiento de los animales –incluso en una misma clase hay razas- o las estrategias más efectivas en cada situación; se trata de probar y aprender. Si lo que deseas es una distracción para pasar el rato, te advertimos que el nivel de reto no te picará a continuar, sino todo lo contrario: te frustrará.
Entre estos sistemas que quedan un poco confusos se encuentra el de karma, representado por una serie de símbolos extraños. Avanzan con cada hibernación y retroceden cuando mueres; la cuestión es que para avanzar en la historia, descubrir nuevas áreas, a veces se requiere un nivel concreto de karma, y esto básicamente nos obligará a continuar buscando alimento y lugar para dormir. Hay alguna ayuda en forma de flor para minimizar el castigo de la muerte, pero como el resto de reglas, descubrir cómo funciona queda a nuestra investigación. Durante las primeras horas de partida perderás mucho tiempo por no comprender sus entresijos.
A lo largo de nuestro viaje no sólo lucharemos contra los elementos, también hay una serie de criaturas dispuestas a acabar con nuestro protagonista a la mínima ocasión. Y ojo, porque su movimiento no se reduce a una única pantalla, pueden desplazarse y perseguir al usuario por casi cualquier rincón, incluso colarse en las mismas cañerías que utilizamos para pasar de zona.
Algunos aspectos –entre ellos la posición de los animales- funcionan con un poco de aleatoriedad, y esto refuerza la sensación de supervivencia, pues en muchas ocasiones una serie de "habitaciones" a atravesar se complican dependiendo de la presencia o no de otros animales. Esta mecánica ha sido comparada con las apariciones sorpresas del monstruo en Alien: Isolation, y sí recuerda a esa idea de inseguridad permanente, pero lógicamente a una escala y ambición mucho más modesta.
En este sentido es preferible valorar a Rain World por su apartado de exploración y sigilo que en el de otros géneros que toca. Los controles causan algún que otro problema y no son todo lo precisos que nos gustaría, y aunque no se trate estrictamente de un juego de plataformas o de combate, estas acciones –saltar, escalar, lanzar objetos- nos acompañan de una forma u otra a lo largo de toda la aventura. En el mejor de los casos se siente poco preciso; en el peor nos dejarán vendidos frente al peligro. La lección a aprender es que debes arriesgar lo mínimo posible y evitar cualquier enfrentamiento, pues muchos carnívoros acaban con nosotros de un bocado.
Las iguanas –o un bicho muy similar- utilizan el mismo sistema de animación que nuestro protagonista, no basado en imágenes predefinidas –que es lo habitual en 2D- sino que disponen de un esqueleto más orgánico que se adapta al escenario. Esto funciona muy bien la mayoría de veces, y con esto nos quedamos, sin embargo en determinados puntos o enemigos de más tamaño es fácil ver posturas un tanto antinaturales.
Por lo demás, visualmente es una delicia. Pixel art bien entendido, con resolución y paleta sin las limitaciones de 16 bits, llamativos efectos en el agua, la plasticidad de las citadas animaciones y un estilo que no sólo funciona a nivel artístico, también en cuanto a dar ligeras pistas del entorno –los colores apagados distinguen bien lo relevante de lo puramente decorativo-. La música en cambio tiene un papel testimonial y la mayor parte del tiempo escuchamos efectos de sonido, complementando el ambiente pero sin destacar demasiado.
Conclusiones
Si los desarrolladores querían plasmar un mundo brutal para nuestro pequeño animal, lo han conseguido y con creces. Esto sin embargo no se traduce por una diversión inmediata, y de hecho enfrentarse a su empinada curva de aprendizaje será una barrera muy difícil de superar para muchos usuarios.
Una pena que el notable trabajo gráfico y algunas de sus ideas relacionadas con la dureza de la supervivencia para esta especie de gato/conejo/babosa quedan a la sombra de fallos que afectan desde detalles anecdóticos al pilar de su jugabilidad. Te puede entretener, pero cumpliendo una serie de requisitos muy específicos: pasión por descubrir las reglas del mundo sin prácticamente ayuda, dificultad en ocasiones injusta y aceptar un control que puede patinar en los momentos más delicados.
Hemos realizado este análisis con un código de la versión PC que nos ha proporcionado Evolve PR.