Análisis de Kaptain Brawe (PC, Switch)
Gracias a la proliferación y éxito de los juegos descargables, que evitan a las distribuidoras la obligatoria financiación de una productora, pequeñas desarrolladoras están realizando títulos más arriesgados, minoritarios y diferentes, donde se compensa la falta de medios con el gran cariño y mimo que le dedican a su proyecto, siendo uno de los grandes beneficiados el género de las aventuras gráficas. Un ejemplo de esto es el genial Amnesia, una aventura de terror lanzada en septiembre y realizada por Frictional Games, un equipo de cuatro suecos y un español, algo increíble para un título de semejante calidad.
Esta vez le toca el turno al modesto estudio croata Cateia, con cierta experiencia desarrollando aventuras, y que con este Kaptain Brawe: A Brawe New World realizan su mejor juego hasta la fecha, habiendo tenido una acogida muy calurosa por la prensa especializada en este tipo de títulos.
En un principio un proyecto personal de Petar Ivancek, desarrollado por completo por él solo bajo su propio sello Naphtalite Productions, que tras diversas dificultades y cuatro años de trabajo -en el que se había llegado a un punto de estancamiento en el desarrollo-, vino Cateia para rescatarlo junto a su creador, con cambio de motor gráfico incluido, pasando a funcionar en uno del propio estudio -CAGE- con vistas a ser lanzado además de en PC en otros dispositivos como Mac y en un futuro cercano iPhone e iPad.
La historia se ambienta en un siglo XIX alternativo -y se podría enmarcar perfectamente dentro del steampunk - donde la humanidad ha descubierto una poderosa fuente de energía que le ha permitido expandirse por todo el universo y colonizar otros planetas. Nosotros encarnamos a Brawe, un policía espacial que patrulla la galaxia desde su nave combatiendo a los piratas espaciales y atendiendo señales de socorro, y es una de estas la que nos lleva a visitar nuestro primer planeta y vernos envueltos en una trama de consecuencias interplanetarias y probablemente desastrosas. El guión cuenta con sus dosis de humor, aunque no consigue ser todo lo gracioso que pretende, quedándose en simpático, y pese a no ser muy complejo y original, cumple perfectamente con su tarea de llevarnos a visitar distintos planetas, presentarnos nuevos personajes y vernos envueltos en interesantes situaciones en las que se nos plantean unos acertijos muy bien resueltos, sin duda el punto fuerte de este título.
La jugabilidad es muy sencilla, se controla con el ratón y al pulsar sobre alguna de las partes interactivas del escenario se nos ofrece realizar alguna de estas tres acciones: observar, usar y hablar. Además contamos con un inventario donde guardar los objetos que vamos recogiendo y que se pueden combinar entre sí. La base de la jugabilidad es el uso de los objetos con el escenario y la combinación entre estos, y hay pocos puzles fuera de esta dinámica, recordándonos mucho a las de aventuras de principios de los 90, a las que se ve claramente que su creador -Petar Ivancek- idolatra y homenajea con este título. El juego no es muy complicado, y hemos encontrado nuestros mayores problemas a la hora de recoger algún objeto un poco colocado a mala leche en un extremo de la pantalla, ya que el control funciona como la seda y la interfaz es muy amable y nunca nos da problemas.
Para los que no deseen "patearse" con el puntero del ratón todo la pantalla buscando objetos, se ha incluido la posibilidad de pulsar un botón que desvela todas las zonas interactivas del escenario, algo que los más veteranos desecharán pero que llegado a un punto de desesperación puede sacarnos de un apuro. Aunque para hacer las cosas todavía más fáciles para los que no estén habituados a este tipo de títulos, cuando iniciamos una partida se nos da la posibilidad de jugar en modo hardcore o casual. La principal diferencia es que en el primero contamos con una apartado donde se nos indica la siguiente tarea a realizar, pero no se nos da ninguna pista de cómo hacerlo, y en el segundo aparecen estas tareas pero si se pincha sobre ellas se va desvelando punto por punto lo que tenemos que hacer para completarlas, siendo prácticamente una guía para acabarnos el juego.
Cuando hemos avanzado lo suficiente en la trama aparecen situaciones en las que podemos alternar entre dos personajes a la vez, incluso tres en el tramo final, algo que nos ha gustado mucho y nos recuerda a grandes clásicos como Maniac Mansion. La dificultad está muy medida, y avanzamos en el desarrollo sin pausa pero sin prisa, sintiéndose muy natural y lógica la resolución de las situaciones, con una sucesión de puzles de lo mejor que hemos visto en el género en mucho tiempo, haciéndonos recordar a las joyas del género de LucasArts, algo que no es moco de pavo. La inspiración en Monkey Island es tan alta que en algunos momentos está a punto de cruzar la delgada línea que separa el homenaje del plagio, aunque ningún fan de aquellos títulos creemos que se queje por esto.
El juego dura unas cinco horas y deja con ganas de más -aunque con un gran sabor de boca-, tanto por ser una duración algo escasa como por lo bien hecho que está, y ya se ha anunciado que si triunfa contará con secuela, algo que nos parece estupendo, pero lo que no nos parece tan acertado es su precio, 20€, a todas luces algo elevado. No nos gusta juzgar este aspecto, y está claro que este tipo de juegos de bajo presupuesto para PC y los disponibles en dispositivos móviles han abierto un nuevo abanico de precios, pero 20€ para un juego que dura cinco horas y cuya producción es tan modesta -no cuenta ni con voces- nos parece excesivo.
Decimos producción modesta ya que aunque se nota un gran mimo en una jugabilidad medida al milímetro que funciona como un reloj, y donde se ven los años invertido en él, en el apartado técnico no se permite grandes lujos aunque sí un completo acierto. Ese es el de los escenarios, dibujados a mano y que nos parecen preciosos, muy en la línea de los realizados por los españoles Pendulo Studios en su saga Runaway, que nos gustaría ver más a menudo en detrimento de los poligonales pre-renderizados que dominaron el género durante los últimos años, que evidentemente requieren menos trabajo que los dibujados. Los personajes desentonan un poco con sus entornos, con unos diseños un tanto discutibles -por no decir feotes- estando poco definidos, además de contar con unas animaciones casi prehistóricas. Otra pequeña pega es su formato de imagen, ya que se muestra en en 4:3, y es que en su largo desarrollo los monitores de 16:10 y 16:9 se han puesto a la orden del día y molesta un poco no poder visualizarlo a pantalla completa, aunque se trata de un mal menor.
La música es buena, pocas melodías pero agradables y que no llegan a aburrir, aunque en concreto una no roza, sino que directamente toca el plagio. Es una pieza que no deberemos esperar mucho para escuchar, y que nos suena casi igual a otra de Monkey Island, que esperemos LucasArts no escuche o si lo hace no le importe -y no se vean estos croatas en problemas legales-, mientras tanto nosotros como fans de Guybrush Threepwood disfrutaremos de ella. El juego carece de voces en los diálogos, algo que choca en un principio ya que estamos muy acostumbrados y lastra un poco la personalidad de los protagonistas, pero pasado un rato esto no hace más que llevarnos en volandas a esos juegos de hace 20 años, eso sí, los textos están en inglés, aunque un aficionado en los últimos días ha lanzado una muy correcta traducción al español, para que puedan disfrutarlo todos los hispanohablantes.
Una pequeña aventura gráfica que resulta redonda, que sin contar con un gran argumento ni complicados diálogos basa su potencial en un desarrollo medido al milímetro, con unos puzles que se resuelven con una naturalidad pasmosa, y que a los más acérrimos al género y en especial seguidores de la época de principios de los 90 les encantará. La única pega es su relación duración-precio, ya que se completa en cinco horas y cuesta 20€, un precio algo elevado que esperemos no lastre demasiado sus ventas, ya que es un juego digno de ser disfrutado por todos los amantes de las aventuras, que en los últimos tiempos estamos de enhorabuena ante tantas buenas propuestas.