Análisis de Hexodius (PC, Xbox 360)
Este agosto ha sido, sin duda, el mes de los indies. Os hemos hablado de auténticas obras de arte y de juegos que nunca tendrían que haber salido del cajón, y también hemos asistido a presentaciones de la nueva generación, tanto las de Microsoft como las de Sony, en los que se ha dedicado mucha parte del tiempo a hablar de este tipo de estudios. Pues bien, como decíamos estas iniciativas pueden ser el punto de partida para un gran estudio o bien pueden quedarse en nada, como es el caso que hoy nos ocupa.
Si hace poco os hablábamos de Race the Sun, hoy nos quedamos también en el género de las naves, pero esta vez variamos para entrar en el conocido mundo de los marcianitos. Los más veteranos del lugar recordarán aquellas recreativas y primeras propuestas de 8 bits que denominábamos matamarcianos. Pues bien, la propuesta de Hexodius quería ser eso llevado a otro nivel, pero desgraciadamente no lo consigue.
Difícil e ingobernable con el ratón
Desde los primeros compases vemos que Hexodius quiere ser ese paso más del que hablábamos aunque empieza avisándonos de que la jugabilidad será mucho más cómoda si optamos por el pad. Pues bien, este aviso también debería incluir que teclado y ratón se convierten en enemigos del que esté al frente del juego. Si bien la dificultad es aquello que muchos demandamos, la jugabilidad se torna en contra del que está a los mandos, algo que lo penaliza inevitablemente.
Podemos decir que el mando mejora ostensiblemente la experiencia, pero siguen quedando muchos flecos a resolver tanto en jugabilidad como en gráficos, sonido y, en definitiva, en lo visual. Pero para entrar en materia lo analizaremos todo paso a paso para que queden claras las mecánicas y propuestas que realiza Brain Slap Studios, el estudio responsable del título.
Entornos delimitados
Los campos de batalla en los que se desenvolverá nuestra nave ascienden a más de seis "mundos" repartidos por todo el complejo plagado de droides. Estas pantallas se encuentran delimitadas por paredes y en ellas encontraremos todo tipo de misiones que realizar. A través de cuatro slots, los enemigos irán apareciendo para evitar que realicemos nuestro acometido correctamente.
Con una vista cenital, accederemos a estas pantallas enfrentándonos a más de 25 tipos de enemigos diferentes, que deambularán por la pantalla de forma aleatoria complicando ostensiblemente la dificultad del juego. Matar a cualquiera de ellos nos brindará ítems con los que conseguir mejorar nuestra nave –también llamada dron– con casi cincuenta accesorios con los que equiparla. De esta forma conseguiremos parar las hordas que tanto complican cada aparición en escena de nuestra nave.
Modo historia y arcade
Estos dos modos son los que Hexodius nos brinda para hacer de las nuestras con la nave. En ambos casos las misiones se basarán en diferentes tipologías: aguantar oleadas hasta acabar el tiempo, proteger objetivos o destruir algunos de ellos hasta que el cronómetro llegue a cero. Este será nuestro menester en el complejo Hexodius.
Nuestro avance estará también delimitado por un mapa hexagonal sobre el que iremos desbloqueando nuevas pantallas. Avanzar por este mapa no solo nos dará acceso a nuevos emplazamientos, sino también al guardado de la partida y a las mejoras de las que antes hemos hablado. Para conseguir estas mejoras no solo tendremos que llegar a determinados puntos, sino también recolectar puntos y dinero después de matar a nuestros rivales. No sirve la estrategia de situarnos en un punto fijo de la pantalla, ya que estos van desapareciendo, lo que nos obligará a movernos por todo el espacio con la dificultad que ello conlleva. Si la barra de vida se vacía… vuelta a empezar.
La diferencia con el matamarcianos
Si algo diferencia este Hexodius de un matamarcianos clásico es la tienda de mejoras. Quizás sea este uno de los puntos interesantes que suman en el y que nos permitirán rellenar los cuatro puntos de mejora disponibles con los que mejorar el movimiento o las armas. Aunque no siempre las tendremos disponibles. Colocar las armas en sus slots no nos promete poder usarlas, para ellos deberemos recolectar diferentes ítems que nos liberen para tener acceso a ellas. Para entenderlo bien y rápido, si queremos usar nuestra primera elección deberemos, primero, matar a algunos de los enemigos. Por otra parte, lo que siempre tendremos disponible es el láser, que más o menos rápido nos ayudará a acabar con los primeros enemigos.
El lastre de la jugabilidad
El "más o menos rápido" con el que acaba el párrafo anterior se refiere a lo costoso de jugar a este juego sin perder los nervios. Nos desplazamos por la vista cenital de la que os hablábamos mediante las flechas del teclado, mientras apuntamos con el ratón. Será el punto de mira el que se convierta en la pesadilla del jugador, ya que aparte de no ser del todo preciso, es muy incómodo a la hora de apuntar a unos enemigos que van ostensiblemente más rápido que nosotros en sus movimientos. En el caso del mando la activación de slots será mucho más cómoda, y la jugabilidad se adapta a los dos joysticks, uno para la dirección de la nave y el otro para apuntar. El resto de trabajo lo realizan los sticks, con los que dispararemos y usaremos las mejoras seleccionadas.
Gráficamente muy flojo
Esta es, inevitablemente, la parte del juego que brilla por su ausencia. Lo pésimo de sus gráficos hunden a un título que por su dificultad podría gustar a los amantes del género. El producto en si mismo no está del todo mal, aunque lo lastran unos gráficos que parecen sacados de los primeros tiempos de PlayStation. La presencia de bugs gráficos en alguna pantalla lo suspende claramente, ya que en ocasiones la nave se queda "pillada" entre los muros, lo que a un juego que aspira a vender en Steam no debería ocurrirle ni por asomo. La denominación de arcade clásico no debería ser un escudo para tapar unas deficiencias tan claras en lo que a gráficos y rendimiento se refiere, en este apartado pincha, y hace que todo se arrastre al suspenso.
Francamente mal
La discusión sobre lo indie es algo que cada día está más de actualidad. Cada semana tenemos acceso a un gran número de propuestas que luchan entre ellas para hacerse un lugar en el que sacar la cabeza y triunfar sobre el resto. En este caso Hexodius no está a la altura de lo esperado. A nivel de historia y arcade acaba siendo más de lo mismo, un título en el que tenemos que hacer frente a una invasión de drones de diferentes tipos. En este sentido la presencia de múltiples enemigos se agradece, pero no va más allá de ser una necesidad del propio título.
En lo referente a la variedad, las tipologías de misiones ayudan a que todo sea más llevadero y crean un desafío para el que está a los mandos. Bien por esta variedad y también por la dificultad, muy cercana a la de los clásicos del género a los que Hexodius quiere imitar. Aunque el desafío real es el que procede de la jugabilidad. Si el jugador opta por el pad, Hexodius se deja jugar bien. Si la elección es el teclado… mal. Apuntar con el ratón se hace casi imposible, y si a ello añadimos los botones necesarios para activar slots la contienda ya es inaceptable. No podemos suponer que el jugador tendrá un pad para jugar descuidando teclado y ratón.
Y por la parte de entorno, nada que decir. El juego no solo no aporta sino que queda eclipsado totalmente por unos gráficos desfasados. Como ya hemos dicho, son muchos los que intentan acceder al mundo indie, y este año hemos visto ejemplos claros de lo que puede hacerse hoy en día a nivel gráfico. Se han lanzado centenares de propuestas que han dejado claro que ser indie no está, en ningún caso, peleado con la calidad gráfica.