Análisis de Assassin's Creed Rogue (PC)

No deja de resultar curioso ver cómo Assassin's Creed Rogue, la entrega de la saga que parecía estar destinada a quedar en un segundo plano y a la sombra del que sería el título estrella de la serie para el 2014, Assassin's Creed Unity, ha acabado por convencer a muchos más fans que su hermano mayor a pesar de ser una producción mucho más modesta realizada por un estudio menor.
La razón de ser de este juego no fue otra que la de dar a los usuarios de PlayStation 3 y Xbox 360 su ración anual de Asesinos y Templarios, ya que Unity sería exclusivo de la nueva generación de consolas y PC. Con esta estrategia, Ubisoft quería contentar a los fans de la saga que todavía no se hubieran atrevido a dar el salto a las nuevas máquinas de Sony y Microsoft, motivo por el que nunca tuvimos demasiadas esperanzas en él, ya que parecía un juego de relleno hecho solo para cumplir y estirar el chicle.
Por suerte, no podíamos estar más equivocados, como bien os contamos en el análisis que publicamos en noviembre del año pasado. Assassin's Creed Rogue nos sorprendió ofreciéndonos un juego muy divertido y completo que, si bien se limitaba a copiar y pegar la fórmula del excelente Assassin's Creed IV: Black Flag, supo mantenernos pegados a nuestras viejas consolas haciendo parkour, explorando, navegando, luchando en batallas navales, etcétera.
Ahora, y con unos cuantos meses de retraso, los usuarios de PC también podremos disfrutar de todo lo que Rogue tiene que ofrecer gracias a una conversión muy correcta, tal y como os iremos contando a lo largo de este análisis. Como a nivel de contenidos estamos prácticamente ante el mismo título, en este texto nos centraremos en los cambios y diferencias que hay entre versiones, que son principalmente de carácter técnico, por lo que os recomendamos que consultéis el análisis de la versión de PS3 y Xbox 360 para profundizar en su jugabilidad.
Un Templario en PC
Como ya hemos dicho, Rogue sigue a pies juntillas la fórmula de Black Flag, hasta el punto de que durante toda la aventura no conseguiremos quitarnos la sensación de estar jugando a una especie de expansión independiente de la cuarta entrega en vez de a un juego totalmente nuevo. Todo lo que pudisteis hacer en aquel juego lo podréis hacer aquí: abordar barcos (aunque ojo, que ahora también os podrán abordar a vosotros), mejorar el vuestro, navegar de una isla a otra, mismo sistema de combate basado en golpear, contraatacar y desbaratar defensas, enviar a vuestra flota a cumplir misiones, reformar edificios para mejorar vuestros ingresos y un largo etcétera.

Todo ello sin olvidarnos de los puntos habituales de Assassin's Creed, como escalar Atalayas, la vista de águila, el parkour (donde no hemos podido evitar echar mucho de menos el sistema de descenso de Unity), los cientos de coleccionables y tareas secundarias o las múltiples posibilidades que tendremos para la infiltración y el sigilo.

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