Análisis de Yoshi's Island DS (NDS, Wii U)
Yoshi regresa en su segunda aventura para Nintendo DS.
Daniel Escandell ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
9
SONIDO
8.5
NOTA
9
DIVERSIÓN
9.3
JUGABILIDAD
9.3
Análisis de versiones NDS y Wii U.
El juego que cerró la saga de Mario en dos dimensiones (hasta la llegada de New Super Mario Bros.) salió en el último ciclo de Super NES y su protagonista no era Mario, sino el dinosaurio que se había ganado un hueco en el corazón de muchísimos jugadores: Yoshi. Llevando al límite la potencia de la consola de 16 bits, contando con la tecnología que proporcionaba el chip Super-FX (gestión de polígonos y otras virtudes), se configuró un título en el que los gráficos parecían dibujados a mano, con ceras. A la plasticidad sin parangón de Yoshi’s Island: Super Mario World 2, se sumó una jugabilidad incuestionable que hizo de él uno de los mejores plataformas jamás creados.
Ahora, tantos años después, con una adaptación para GBA por el camino, la historia continúa en Nintendo DS con Yoshi Island DS tras los también muy reseñables Yoshi’s Universal Gravitation en GBA y Yoshi’s Touch & Go para NDS, que se suman a la subsaga de plataformas protagonizadas por el dinosaurio, que contó también con el visualmente encantador Yoshi’s Story de Nintendo64.
Este Yoshi’s Island DS corre a cargo, una vez más, Artoon, creadores del ya citado Yoshi’s Universal Gravitation, un juego que por su mecánica de juego encantó a unos pero despertó profundos odios en otros. Con todo, parece claro que Nintendo sí quedó satisfecha con el producto, por lo que ha decidido darles a ellos el desarrollo de un juego que no sólo debe contar con una calidad por encima de la media entre otras razones porque el nombre pesa, y mucho. En este sentido, los programadores se han mantenido fieles al planteamiento del juego original, alejándose de las propuestas jugables más innovadoras que se derivaron del sistema de detección de inclinación (GBA) o la pantalla táctil y el micrófono (NDS) para ofrecer un producto más conservador, pero no por ello menos fresco.
En este sentido, tanto la estética como el diseño de los niveles es heredada por completo del original de SNES, un punto de partida excelente que bien podría representar un lastre en el conjunto del título por derivarse de ello una ausencia de nuevos planteamientos en el campo jugable. Y es que, después de todo, las mecánicas de juego son idénticas: come a tus enemigos para convertirlos en huevos (o escúpelos, pero desde luego los huevos son más interesantes) y elimina con esos enemigos engullidos a todos los demás mientras vas de plataforma en plataforma investigando los niveles buscando diferentes objetos para recolectar y llegar a la meta. Por el camino, además, puedes encontrar cajas con las que Yoshi se transforma en, por ejemplo, un helicóptero o una suerte de topo, para salvar distintos obstáculos, que van desde enormes abismos hasta laberintos bajo tierra. Todo eso existía en el original, y existe también ahora, en Nintendo DS.
La principal novedad viene dada por el hecho de que ya no tenemos que poner a Bebé Mario a salvo, sino que hay unos cuantos más que se han sumado a la fiesta: Peach, Donkey Kong y Bowser, todos en versión bebé. Cada uno de ellos, además, da una cualidad específica a Yoshi, de manera que Bebé Mario permite a Yoshi correr y hace que aparezcan bloques "M" invisibles de otro modo; Bebé Princesa Peach permite flotar por las corrientes de aire (especialmente útil en niveles avanzados) gracias al paraguas; Bebé Donky Kong hace que Yoshi suba por las enredaderas así como agarrarse a las lianas; Bebé Wario atrae objetos metálicos, como plataformas, y, finalmente, Bebé Bowser permite que lance bolas de fuego. Se rompe un poco la inocencia y vulnerabilidad total del bebé del juego original, pero se añade un elemento jugable interesante que aporta más variedad al desarrollo.
El juego continúa donde lo dejó el anterior, después de que el brujo Kamek fuese derrotado por los Yoshis. Lleno de ira, no puede sino secuestrar otra vez a los bebés, pero no se limitará a Mario y Luigi, sino que ahora, cual proyecto de Nerón tortuguero, ha decidido secuestrar a todos los bebés del mundo. En el proceso, quedan unos pocos libres: Bebé Mario y Bebé Peach, que acaban el pueblo de Yoshi una vez más. Así pues, los dinosaurios no tienen más remedio que volver a ir al castillo de Kamek para rescatar a los bebés secuestrados y, de paso, darle una lección al brujo.
El desarrollo de los 50 niveles es, en esencia, el mismo que cualquier juego del género, esto es, correr y saltar para llegar al final de la fase. Esos niveles se dividen en cinco mundos con apuestas visuales apasionantes derivadas de su temática, y se incluye, claro está, un gran jefe a mitad de mundo y al final de éste. Para sortera los peligros tendremos que usar todas las habilidades de Yoshi, incluyendo la poder flotar unos segundos en el aire si mantenemos pulsado el botón de salto, o la de dar un gran culazo en el suelo. La principal, como ya os hemos contado, es la habilidad para comerse a los enemigos y convertirlos en huevos para lanzarlos luego. Estos proyectiles serán necesarios para activar interruptores inalcanzables de otro modo, abrir nuevos caminos, y deshacerse de enemigos que, de otra manera, serían invencibles.
Durante la partida, Yoshi siempre lleva a un bebé en su lomo, cada uno otorgándole las habilidades extra que ya os hemos comentado. Además, cada bebé hace que cambie el tipo de huevo que lanza el dinosaurio, teniendo habilidades especiales. Por ejemplo, con Mario, pueden rebotar por las paredes, pero con Donkey Kong, explotan por contacto. Un añadido más a la jugabilidad que funciona estupendamente gracias al cuidado diseño de los niveles. Y es que las fases –la mayoría, al menos- están pensadas para que tengamos que cambiar de bebé en varias ocasiones, incluyendo también zonas que son accesibles sólo con un bebé en concreto para lograr monedas o estrellas que nos permitan alcanzar el 100% del juego. Esto hace que tengamos que revisitar algunas fases una vez tengamos acceso a todos los bebés, ya que los iremos desbloqueando poco a poco según avanzamos en la historia. Dado el gran tamaño de cada fase (quizás el doble de grandes que en el original, juego en el que ya eran de un tamaño considerable), la exploración se convierte en un factor esencial para ir alternando las diferentes habilidades del protagonista y conseguir todos los retos que el título nos propone.
De hecho, conseguir todos los objetivos es algo bastante difícil que potencia la rejugabilidad de Yoshi’s Island DS. Y es que se trata de un juego fácil, en el que quizás sea relativamente posible perder un buen puñado de vidas en algunos puntos concretos, pero desde luego es mucho más fácil sumar montones de vidas que harán que no nos preocupemos demasiado por ese pozo de lava o abismo insalvable que nos está dando el día. Del mismo modo, el daño que nos hacen los enemigos es mínimo: dejan a Yoshi un poco atontado, mientras el bebé sale volando dentro de una burbuja, y tendremos que recuperarlo en un tiempo determinado. Es difícil morir en el juego, pero también lo es conseguirlo todo: estrellas, monedas rojas, monedas de los personajes, y flores. Al final de cada fase se nos evalúa en función del porcentaje de objetos recolectados, y sobra decir que la nota perfecta se obtiene sólo al tener el 100%, incluyendo el llegar al final de fase con 30 estrellas (es decir, 100 segundos, en caso de que un enemigo nos golpee, para recuperar al bebé).
Esto hace que el juego sea especialmente largo si queremos obtenerlo todo, y se agradece, ya que cada mundo puede llevarnos en torno a hora y media. No es un juego corto, pero tampoco el más largo del género. Las partidas, eso sí, son intensas, con niveles que tienen un diseño magistral que nos invitarán a rejugarlos una y otra vez, transmitiendo esa extraña sensación que da llegar a algunos de los niveles más carismáticos de los grandes del género, como Sonic o Mario. Así, obtener todos los coleccionables puede hacer que el juego dure el doble, quizás incluso más, si no somos grandes jugadores.
Gráficamente, muestra diseños completamente heredados de un estilo gráfico que nos encantó en su momento y que nos sigue pareciendo, pese a que ya han pasado más de diez años, uno de los más elaborados en el sector de los videojuegos. El paso a las dos pantallas de Nintendo DS modifica la resolución, pero sigue siendo un juego preciosista, lleno de detalles, con amplias gamas de colores en diferentes tonos que componen ese estilo de dibujo a mano que lo caracteriza; son algo más limpios en sus trazos que en el original, pero quizás optar por unos entornos tan sobrecargados como los que había en SNES y, por tanto, en un televisor, hubiese sido contraproducente en la consola portátil. La música es también particular, con efectos de sonidos de animales, risas, e instrumentos que componen una banda sonora desenfadada, ligera, en la que flautas y xilófonos son el centro de la música que ofrece el título.
Conclusiones
Es muy difícil ofrecer un producto que supere a un clásico incuestionable, e incluso si éste lo hace, es difícil saberlo hasta que no se obtiene la perspectiva que dan los años, pero hay algo que está claro: la espera ha valido la pena. Yoshi’s Island DS es un sobresaliente sucesor del original. No tiene grandes cambios jugables, pero las novedades que incluye aportan la frescura necesaria para disfrutarlo sin una pesada sensación de volver a jugar a lo mismo, que es lo que más se podría temer en un juego como éste. Con altibajos en su carrera profesional, Yoshi ha vuelto por todo lo alto.
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