Análisis de Story of Seasons (Nintendo 3DS)

La saga Harvest Moon renace bajo un nuevo nombre: Story of Seasons. Todavía no se sabe si esta será la nomenclatura para todas las entregas venideras por parte de Marvelous o si ha sido una elección de tránsito, lo que sí es seguro es que el título es lo de menos. Estamos ante un Harvest Moon con todas las de la ley, estrictamente conservador en su esencia y, ojo, que no es una crítica. Cuando una fórmula funciona, meterle elementos demasiado innovadores pueden dar al traste con el núcleo de la diversión. En su lugar, las mecánicas se refinan y adaptan para la comodidad del jugador. Veamos qué nos ofrecen en este puesto de granjeros para Villarrobledal.

La serie se caracteriza por tener unos inicios tediosos y este lo cumple a rajatabla. Ya no es solo por el puñado de horas con los innecesarios tutoriales, sino que el propio carácter de las mecánicas supone empezar desde una base prácticamente vacía para irla llenando de posibilidades y opciones. Los días en la granja comienzan lentos, aburridos incluso, hasta que el tema arranca.

Al contrario de lo que les sucede a muchos títulos del mercado, la diversión es exponencial: cuantas más horas pases en él, más variedad y más ganas de seguir expandiendo tu imperio agreste. Otro punto a favor es que el jugador marca el ritmo sin presiones. El calendario va pasando, pero el ciclo anual es infinito y siempre hay ocasión para repetir eventos o recuperar oportunidades perdidas.

El año se divide en estaciones de 31 días: primavera, verano, otoño e invierno. Cada cual tiene sus particularidades, las cosechas de temporada, sus propios eventos, etc. No al mismo nivel que podemos experimentar en un Animal Crossing, donde la agenda es mucho más específica y realista, pero tampoco tendría mucho sentido adoptar tal sistema. En verano escasean los días de lluvia, en otoño es época de setas y únicamente en invierno podremos ver la nieve sobre nuestros terrenos. En este sentido no hay diferencia alguna respecto a entregas anteriores; los veteranos pueden esperar el mismo funcionamiento de siempre.

La diversidad de siembras es más amplia que nunca: hortalizas de toda índole, árboles frutales, especias, plantas del té, arroz, trigo... incluso podemos dedicarnos a la apicultura (producción de miel), la fungicultura (producción de setas) o la floricultura (flores y bambú). Para algunos de estos cultivos necesitaremos tierras especiales, pues el terreno que rodea nuestra casa no da para todo. Para ello, el gremio que administra Villarrobledal y alrededores proporciona tierras públicas que se pueden arrendar previa competición contra otros interesados. El jugador puede elegir las condiciones para la victoria, tales como mayor volumen de exportaciones o ser ganador en la próxima competición del pueblo.

La otra vertiente de la que nos tendremos que ocupar son los animales de granja. Empezaremos con una vaca regalada y, a partir de ahí, iremos llenando nuestros corrales y establos de ovejas, gallinas, conejos, cebúes, camellos o las populares alpacas, entre otros especímenes exóticos. Estos necesitan de cuidados lógicos, como alimento, higiene y afecto. Cuanto mejor los tratemos, más corazones en la barra de relación, lo que se traduce en productos de mayor calidad y, pese a ser cruel, también aumenta su precio de venta. Aunque, si nos da pena, siempre podemos forzar su reproducción, tener a la hembra casi un mes postrada y luego hacer negocio con la cría. Cualquier opción es factible y la venta de animales nos dará un buen sobresueldo –que se recibe gustosamente, pues no iremos precisamente sobrados de dinero–, pero desprenderse de los animalillos a los que uno ha tenido que bautizar es todo un dilema.

Los cuidados que precisan los animales son prácticamente diarios, pero resultan ágiles y tampoco suponen una penalización dramática si pasamos una jornada sin el cepillado de rigor o les imponemos un ayuno involuntario. Lo que sí resulta pesado es el acto de sacarlos a pastar al exterior, tanto por el hecho de tener que ir sacándolos de uno en uno (en especial a los pequeños, que toca transportarlos a mano) como el devolverlos adentro antes de irte a dormir. De todos modos, no es algo obligatorio y podemos mantener su nivel de felicidad general dándoles chuches y haciéndoles carantoñas.

Todas estas tareas propias de la vida de granjero se resuelven con relativa presteza gracias al buen diseño de menús y controles. No existe un acceso rápido directo a las herramientas (podría ponerse en la cruceta, por ejemplo, que no cumple ninguna función) y de primeras se echa de menos, pero pronto nos acostumbramos al sistema que presenta. Aparte de la bolsa con el inventario completo, podemos pulsar el gatillo R para ir al menú rápido de herramientas, semillas y objetos definidos por el jugador, como podría ser un plato de comida para recuperar corazones de resistencia y así evitar llegar al desmayo. También son un recurso útil los báules que tenemos en la casa: uno para guardar herramientas, otro para materiales y un tercero de almacenamiento general. Los dos últimos permiten guardar objetos de crafteo o el alimento de los animales, de manera que no ocupan espacio en el bolsillo y se accede automáticamente a ellos desde los puntos de uso, sea la mesa de trabajo de cualquier taller o el dispensador en el establo.

Pero no hay que descuidar las relaciones sociales. Si bien no son el foco principal, lo suyo es escoger a uno de los posibles pretendientes y dirigir las energías a su conquista para el posterior matrimonio y formación de una familia. El proceso de cortejo es el habitual: entregar obsequios (sobre todo si es su cumpleaños) y participar en los eventos oportunos. El desarrollo de estos romances y, de hecho, de cualquier relación con los vecinos, sigue siendo igual de restringido. El nivel de amistad/amor lo determina un medidor interno, pero el vínculo no trasciende al dato numérico. Los personajes tienen sus frases predefinidas, que se repiten, y uno acaba sumergiéndose en una espiral de incontables días de trabajo en los que, como mucho, hablaremos con los comerciantes.

Esto nos lleva a hablar de la dificultad, un tema que causó polémica en su lanzamiento original japonés. Las quejas fueron tantas que Marvelous tuvo que preparar un parche para rebajar las exigencias del juego, muy duras para los emparejamientos, precios y condiciones de desbloqueo. La versión europea incluye ambas modalidades presentadas como niveles de dificultad: Secuoya y Retoño. Habiendo jugado a la segunda podemos afirmar que el reto que supone es bastante estricto, por lo que sería la recomendada para el jugador medio que no tenga ya de por sí la disposición firme de embarcarse en el arduo viaje que suponía su concepción inicial.

En lo referente al apartado técnico, Story of Seasons es insuficiente, con notables jaggies que se acentúan aún más si activamos el efecto 3D. Los modelos poligonales que usa están poco trabajados, muy lejos de lo que puede ofrecer la Nintendo 3DS, y las toscas animaciones no ayudan. El estilo visual empeora el conjunto, con paisajes anodinos y vacíos (literal y metafóricamente). La belleza de la naturaleza que tanto luchan por transmitir en mensajes explícitos y directos al jugador se podría manifestar con más eficacia a través de escenarios cuidados, vivos y con encanto, como hacen Fantasy Life y otros juegos para la misma plataforma.

El problema de la música es más grave, aunque la razón sea la misma: apenas se le ha prestado atención ni presupuesto. Las melodías que oímos durante el juego son limitadísimas; apenas un par distintas para los eventos y el modo para modificar la disposición de los elementos en la granja o la casa. El resto del tiempo estaremos oyendo las mismas notas en bucle durante los 31 días que dura cada estación. Los temas de primavera y verano son especialmente machacones y repetitivos, mientras que los de otoño e invierno son más llevaderos. Esta monotonía musical es funesta para un juego que se basa en jornadas de trabajo y la iteración de acciones. Más apropiado sería adjudicar una melodía a cada zona, por ejemplo, para así no agotar al oído.

El multijugador que ofrece Story of Seasons es casi anecdótico. No hemos podido probarlo, puesto que precisa de otros usuarios con una copia del juego, pero básicamente consiste en visitar otras granjas o abrir la propia para que vengan otras personas a verla. El máximo de jugadores es de cuatro a la vez y, cuando establecemos la conexión, se nos pide que preparemos un detalle para cada uno de los invitados. O, si somos el viajero, uno para el anfitrión. Esto puede ser desde un guijarro hasta el más raro mineral, por lo que sirve como plataforma de intercambio puntual. Durante la visita, los de fuera reciben una varita mágica que se puede agitar sobre cultivos y animales para aumentar su calidad y reducir su estrés, respectivamente. Vamos, que es una forma de apoyo entre granjeros.

Conclusiones

Concluyendo, estamos ante un muy buen juego, de los mejores en la saga a la que "en secreto" pertenece, pues mantiene todo lo valioso de su fondo y lo expande gracias a la ingente variedad de campos que incorpora en la jugabilidad. Eso sí, lo hace sin aportar ningún giro innovador que pudiera poner en riesgo esta virtud. Por eso, a algunos les puede parecer más de lo mismo, pero los fans estarán encantados con la propuesta, mientras que los recién llegados podrán disfrutar de una introducción fantástica al universo de Harvest Moon. Es una lástima que la desarrolladora no se ponga las pilas en el aspecto técnico, que es realmente flojo. Por lo demás, multitud de horas de juego y en perfecto español. Muy recomendado.

Hemos analizado Story of Seasons para Nintendo 3DS con un código de descarga que nos ha proporcionado Nintendo España.