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Crítica de Dune: Un épico, valiente y sofisticado 'blockbuster' de autor

Analizamos en profundidad y con spoilers Dune, el filme de Denis Villeneuve, una obra colosal con Timothée Chalamet y Zendeya en el reparto. ¿Merece la pena verla en el cine? ¿Es buena adaptación?
Crítica de Dune: Un épico, valiente y sofisticado 'blockbuster' de autor
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denis villeneuve

Alejandro Jodorowsky abandonó Dune tras cinco años de trabajo, miles de dibujos realizados por Chris Foss, H. R. Giger y Moebius, la promesa de ver a Orson Welles y Salvador Dalí en el reparto y la idea de contar con una banda sonora lisérgica y espectacular compuesta por Pink Floyd. Más tarde, David Lynch realizaría su propia versión cinematográfica de la novela homónima de Frank Herbert, el venerado clásico de la literatura de ciencia ficción, convirtiéndose en un fracaso de los que hacen época y dejando enterrada, entre las dunas del desierto, la posibilidad de volver a trasladar las aventuras de Paul Atreides a la gran pantalla. Hasta ahora.

Dune visión sueño

Denis Villeneuve (La llegada, Blade Runner 2049) siempre quiso adaptar Dune al cine. Enamorado por la épica de Star Wars y la escala de los parajes naturales filmados por George Lucas en la entrega fundacional de la saga galáctica en 1977, el realizador canadiense desarrolló un particular amor por la novela de Frank Herbert gracias a las enseñanzas de su abuela, que le inculcó un profundo respeto por la Tierra y la vida que pulula en ella y nos rodea. Armado de valor, y con una carrera cinematográfica sólida como pocas, le propuso a Warner regresar a las arenas de Arrakis en una ambiciosa adaptación cuya primera parte -sí, tendrá dos entregas- llega a los cines tras múltiples retrasos por el coronavirus. Os contamos qué nos ha parecido en una crítica con spoilers en la que destacamos lo bueno y lo malo de una obra arriesgada, colosal y absolutamente embriagadora. Como la propia especia sobre la que todo gira.

Dios creó Arrakis para poner a prueba a los fieles: sobre la adaptación

Dune tiene uno de los universos más absorbentes, complejos y ricos jamás descritos en la ciencia ficción. La primera novela, es uno de los libros más laureados y queridos de todos los tiempos, considerándose incluso como la obra magna del género, aquella que a posteriori sería replicada por otras sagas literarias y escritores durante décadas. Su mezcla de elementos, así como su rica terminología y la pasión de su autor por los detalles, convirtieron a la space opera de Herbert en un clásico instantáneo cuando se publicó en 1965. Muchos la han considerado poco cinematográfica, inadaptable, en parte por la gran cantidad de personajes que entran y salen de las tramas, las elipsis temporales que duran años o lo árido de su narración, en la que se mezclan pensamientos internos con acciones externas.

Paul Atreides y Chani en Dune

Dune, pese a lo épico de su naturaleza y de su concepto, puede llegar a ser un libro seco y salvaje como los desiertos de Arrakis a los ojos de algunos lectores más profanos. En otras palabras: Dios creó Arrakis para poner a prueba a los fieles. La adaptación de Denis Villeneuve juega en todo momento en ese alambre, entre lo literal y lo imaginativo, entre la libertad y la fidelidad casi religiosa a los escritos de Herbert. Y aunque parezca difícil nadar en un material tan abstracto como este, consigue salir victorioso e incluso condensar con bastante maestría el mensaje principal de la novela. No esperéis una recreación casi exacta de capítulos o pasajes como ya vimos en la Dune televisiva, aquella miniserie con William Hurt de protagonista que contaba en dos grandes partes y una secuela todo lo que podáis imaginar y más. El responsable de Enemy es mucho más prosaico, casi telúrico en algunos momentos, dejando que las imágenes hablen por sí sola. Se recrea en situaciones que en principio podrían ser de poca o nula relevancia en el relato original y que era despachadas en un par de páginas y que aquí se convierten en piedras de toque que resuenan durante todo el relato o que se convierten en el mismo clímax.

Toma Arrakeen Dune 2021

Un ejemplo, quizás el más obvio, es el ataque de la casa Harkonnen a la base de los Atreides en Arrakis, Arrakeen, que en esta adaptación se transforma en núcleo de las desgracias y el momento álgido de la primera gran parte del díptico que rumia Villeneuve. En las adaptaciones de Hollywood suele pasar que, por norma general, se condensen personajes, se realicen cambios en los diálogos o se canibalicen tramas por doquier. El lenguaje cinematográfico es más directo, es un medio visual, y las historias deben hablar por sí solas. Peter Jackson ya lo hizo en El Señor de los Anillos, y seguro que la habéis visto como muestra de lo que puede ser una gran adaptación de una obra literaria compleja, plagada de héroes y villanos y situaciones que suceden al mismo tiempo o en localizaciones diversas. En el guion original escrito para la película, planteado por Eric Roth y Jon Spaihts y con la colaboración de Villeneuve, hay algunos cambios. Algunos creemos que son menores en el devenir de los acontecimientos, pequeños granos de arena que se pierden en un océano de arena, pero algunos los consideramos un poco más evidentes e incluso molestos, como es el caso de omisiones a determinados aspectos de la trama que son fundamentales para los hechos que están por venir.

Duncan Idaho Dune 2021
Hay cambios menores y omisiones con respecto a la obra de Herbert

Quizás el más sonado, aquel que ya despertó las iras de determinados grupos en redes sociales, es el referente al papel del Dr. Liet Kynes, líder de los ecologistas y planetólogos en Arrakis y un experto consejero independiente que lidia en medio de las diversas facciones en guerra que se encuentran en el planeta. El papel ha recaído en Sharon Duncan-Brewster, una mujer negra, que según el propio director, era la elección correcta. Tenemos que tener en cuenta que en Dune se ha buscado diversificar el rol y la etnia de distintos personajes, desde los Mentats que intervienen en la historia al propio Duncan Idaho o Gurney Halleck, interpretados por Jason Momoa y Josh Brolin. Las descripciones físicas pueden variar o ser más o menos ajustadas a sus homólogos literarios, pero todos y cada uno de ellos responden a la perfección a sus respectivos roles y se ajustan a los hechos que protagonizan en la novela.

Gurney Halleck Leto Atreides Dune

Más discutibles son ciertas omisiones a la importancia de la Cofradía y sus Navegantes o a la profecía y el carácter político de las Bene Gesserit en el filme, que si bien están presentes y protagonizan alguna que otra frase o secuencia digna de mención, no terminan de ser explotadas. Y creednos, son vitales en este rico crisol de culturas y colectivos que es Dune. Consejeras y sabias, las Bene Gesserit son sobrehumanas, pues poseen capacidades espirituales y mentales superiores a las del ser humano medio. Sus habilidades están muy cotizadas por las Grandes Casas, ya que desempeñan un papel clave dentro del Imperio de la humanidad, buscando conseguir y concebir, con sus propias artes y artimañas, el Kwisatz Haderach, un sobrehumano masculino que acabe siendo completamente omnisciente y dirigiendo el Imperio en un futuro. Sí, como estáis leyendo: eugenesia mesiánica.

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Durante cientos de años han ido cruzando con inteligencia a los herederos de las Grandes Casas, buscando conseguir ese líder omnipresente capaz de sustituir al Emperador y darle estabilidad a los seres humanos durante milenios. Es uno de los grandes temas de Dune, el destino y el viaje de Paul Atreides (Timothée Chalamet) a lo largo de su madurez y su despertar como mesías y líder de los Fremen, pero también como hipotético ser superior capaz de doblegar el Imperio a su voluntad, un hilo narrativo que estamos seguros que se tocará en la segunda parte de la adaptación -o eso esperamos-, y que aunque tiene cierta presencia en la narrativa -hay un sueño lúcido que lo demuestra-, no termina de dejar el poso necesario en el espectador.

Bene Gesserit Paul Atreides Dune 2021

Sabemos que es una narrativa polémica, teniendo incluso que matizar el significado de lo que propuso Herbert en su novela de ficción, pero es la ola sobre la que navega Paul. El argumento que gira entorno a Paul es complejo, siempre lo ha sido, está plagado de claroscuros y pozos insondables, con sueños, visiones y decisiones controvertidas. “Los héroes son un dolor, los superhéroes son una catástrofe. Los errores de los superhéroes nos llevarían a la gran mayoría al desastre”, llegó a explicar el propio Herbert sobre el mesianismo presente en su narrativa. No obstante, el arco de Paul está ligado íntimamente al destino de Arrakis, y al mismo tiempo, al de su propia dinastía. Sus decisiones tienen ecos y consecuencias en el mañana, tanto en los suyos como en los que están por venir. Casi nada. Timothée Chalamet consigue el equilibrio perfecto en su actuación, logrando hacer creer al espectador que está ante una parte viviente educada por y para ser uno más dentro de una dinastía aristocrática como heredero de la Casa Atreides, pero al mismo tiempo como el Mesías, aquel que llevará a las distintas tribus de los Fremen a la gloria, reclamará Arrakis para sí mismo y traerá el agua con él.

Paul Atreides en Palacio
La historia de Paul Atreides y su arco como Mesías de Arrakis está bien planteado y es tan críptica como evocadora

Seremos honestos y directos. Para muchísimos lectores y estudiosos de la obra de Dune la historia de Paul en la novela es la misma que protagonizó el mismísimo T.E. Lawrence en Lawrence de Arabia, la de una persona criada en la comodidad aristocrática que debe buscar su propia identidad en mitad del desierto: la de un forastero en tierra extraña. Pero más allá de las profecías autoimpuestas y del peso del destino como salvador, temas importantes en la adaptación de Villeneuve, lo destacable del personaje de Paul Atreides en esta versión es que se potencia y presenta como una gran contradicción en sí mismo. Junto a Paul tenemos la importancia de Lady Jessica (Rebecca Ferguson), un personaje que es algo más que la simple concubina del Duque Leto (Oscar Isaac): también es miembro de la Bene Gesserit y entrena a Paul como parte de esta hermandad y futuro elegido.

Mientras su madre lo entrena en el campo místico y sobrehumano, su padre lo lleva a convertirse en un líder, entrenado también en el plano físico y militar para que sea el futuro de la Casa Atreides. Aquí queremos destacar una simbología, mediterránea y escocesa, realmente embriagadora. Por una parte, está la figura del toro y el torero, presentes en múltiples secuencias desde el inicio del filme en el oceánico Caladan, y que remarca los vínculos con la tierra de la que se ven obligados a partir. Por otra, representa ese sentimiento de morir en la plaza, de morir matando, demostrando bravura y acatando el funesto destino.

Dune Lady Jessica

Dune, a mediados de los años sesenta, nos trasladó a un escenario convulso en el que la humanidad intenta sobrevivir mientras se expande y conquista todos los rincones del universo. En esta situación, se han fundado múltiples casas, que dirigen planetas y sistemas, y que demuestra una cierta regresión al feudalismo y determinadas formas de gobierno autocráticas. Eso sí, sobre todas ellas está el Emperador, que intenta sostener un buen número de planetas bajo su mando y yugo mientras evita y promueve conspiraciones para mantenerse todo el tiempo posible el poder. Las máquinas no existen, no hay ordenadores como tal, y en este contexto, la especia o melange de Arrakis se convierte en el recurso más preciado de la humanidad. Herbert describió en su novela con gran detalle las relaciones de poder entre los oligopolios energéticos que dan vida a un Imperio en expansión y en colapso, con gran dependencia de una serie de recursos. Para muchos, esto fue un reflejo del momento y el contexto en el que se escribió la novela, con países occidentales dependientes del petróleo y con el aumento de las corrientes revolucionarias que buscaban luchar contra el poder establecido y la cada vez más más marcada diferencia de clases. Por doquier surgieron los mesías y los que proclamaban que, a su manera, traerían la salvación a sus seguidores.

Especia Dune 2021
'Dune' exponía en sus páginas temas muy delicados como la colonización, el poder de la naturaleza y el uso indiscriminado de los recursos de la misma

Herbert tardó más de siete años en redactar y construir Dune. Fue rechazada por múltiples editores, nadie le veía potencial, y casi llegó a guardarse en un cajón tras ser publicada parcialmente en varias revistas de ciencia ficción de la época. Pero una pequeña editora decidió apostar por este escritor de marcada educación católica y decidió editarla como una novela. Luego, llegaría el éxito, los premios Nebula y Hugo, e instauró lo que podría considerarse como las bases del género de la novela de ciencia ficción de clara naturaleza ecológica. En la realidad de Dune, la especia o melange es una sustancia muy valiosa, y quienes controlan el flujo de especia o su producción, controlan la galaxia. Los paralelismos entre ella y el crudo son obvios, el propio Frank Herbert era consciente de ello, y no dudó en proponer temas como la colonización y sus inherentes dinámicas de sumisión, supresión y asimilación cultural o la extracción indiscriminada de un recurso que es tan importante para los que lo consumen como para aquellos que observan la destrucción de su planeta. Ahora, en plena crisis energética y con los países del mundo sumidos en un problema de recursos cada vez más alarmante, sus escritos son casi proféticos. La adaptación de Villeneuve no podría haber llegado en mejor momento.

Soldados Dune 2021

En lo relativo a los villanos, una de cal y otra de arena. Y nunca mejor dicho. La nueva adaptación no se olvida de los Harkonnen, los grandes rivales de los Atreides, cuyo tono ominoso, lúgubre y aterrador es tan opresivo que creemos ayuda incluso a enaltecerlos más que en la novela. En este ámbito tenemos a un brillante Stellan Skarsgård, que aparece ante nuestros ojos envuelto en una neblina estremecedora, con ecos de la puesta en escena de Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. No esperéis el alivio cómico que suponían en la obra de Herbert o en las sucesivas adaptaciones cinematográficas o televisivas. Aquí son malos, muy malos, malísimos, retorcidos y mucho más oscuros. Sin embargo, y desgraciadamente, su presencia en la trama se ha visto reducida en exceso, algo incomprensible teniendo en cuenta el sobrado tiempo de metraje y el desarrollo de varios de los acontecimientos en este guion. Apenas vemos nada de Dave Bautista como Glossu Rabban, el aguerrido sobrino del barón Harkonnen, y el cacareado David Dastmalchian, que encarna a Piter de Vries, la retorcida mano derecha del barón, está desaprovechado.

“Baron

Un blockbuster bajo el prisma de Villeneuve

Dune es, a falta de una definición mejor, colosal. Es una película de ciencia ficción abrumadora, realmente grande en términos de escala, que por momentos parece más un eco moderno de las obras pantagruélicas de Cecil B. DeMille (El rey de reyes, Los diez mandamientos) que el producto de un estudio del Hollywood actual. No exageramos ni un solo ápice cuando os prometemos que habrá planos en los que es difícil rastrear con nuestros ojos todo lo que sucede en pantalla, con cientos de extras luchando entre ellos rodeados de explosiones en paisajes realmente bellos. Es también el Lawrence de Arabia de David Lean, manida comparación pero al que la propia Dune remite una y otra vez con sus paisajes y pasajes, e incluso coquetea con elementos estéticos propios de ese enaltecimiento del fascismo a través del medio cinematográfico que es El triunfo de la voluntad de Leni Riefenstahl, sobre todo en aquellas secuencias en las que los Sardaukar, las legiones del Emperador, demuestran su poder y su fanática disciplina militar. El diseño de producción de Patrice Vermette, que ya trabajó con el canadiense en películas como La llegada, Sicario o la nombrada Enemy, es poco menos que excelente. A veces tenemos la sensación de que estamos siendo testigos de una cinta que busca, más allá de fascinarnos como space opera, impactarnos de forma sensorial, tanto por imágenes como a través del sonido con una banda sonora de Hans Zimmer de marcados tintes étnicos y místicos.

Dune Naves 2021
'Dune' es colosal: parece una película firmada por David Lean o Cecil B. DeMille pasada por el filtro actual de Hollywood

Nos ha encantado la marcada identidad visual, lo sobrio y elegante de su vestuario, así como la manera en la que los personajes desfilan como peones dentro de un juego de ajedrez tan grande que involucra a varias casas, pueblos indígenas y hasta al propio Emperador de la humanidad. Es una auténtica obra de arte, una pieza de orfebrería visual. "Desde el principio yo impuse la idea de que teníamos que crear una sensación de aislamiento, de melancolía, de soledad, de fragilidad del humano frente a la naturaleza. Quería destacar que cuando eres humano no puedes controlar la naturaleza, ni con las tecnologías más avanzadas. La naturaleza manda y nosotros formamos parte del ecosistema, no estamos por encima", ahonda el propio cineasta sobre su objetivo con este diseño de producción y planteamiento audiovisual que, repetimos, funciona a la perfección. Hay muy pocas películas que hayan despertado ese cacareado sense of wonder como la presente Dune.

Paisajes naturales Dune 2021

Es una película evocadora, pese a que intenta ser muy explícita y evidente cuando toca. No trata como tonto al espectador, cosa importante, sobre todo teniendo en cuenta las fórmulas que se destilan desde Hollywood y que buscan dejar las cosas bien mascadas a las primeras de cambio, con actos muy bien divididos y conclusiones tremendamente reiterativas. Aquí, como en algunos de los mejores episodios de Juego de tronos -¡cuánto debe George R.R. Martin a Frank Herbert!- somos testigos de las conspiraciones entre casas, urdidas en los entornos de palacio y entre los desiertos del planeta que todo el mundo codicia, algo que se conjuga con especial maestría con las panorámicas de un escenario hostil y árido, habitado por gentes extrañas y por criaturas surgidas de las más terroríficas pesadillas.

Gusanos Dune 2021

Pues los Shai-Hulud, los enormes gusanos que cruzan las profundidades del planeta, son uno de los mayores aciertos de esta versión, la muestra fehaciente de lo pensada que está la adaptación y de la importancia que se le ha otorgado en la historia y en el inabarcable ecosistema de ficción de Arrakis. "Contemplamos hasta el último detalle que podía hacer de estos gusanos las mayores bestias, desde la textura de su piel hasta la manera en la que se abrirían sus bocas o el sistema por el que comerían”, remarcaba el propio director en declaraciones a medios como Empire. Aunque no se prodigan demasiado -tampoco hacen falta-, es realmente aterradora. El cineasta canadiense logra replicar esa máxima que ya enarboló Steven Spielberg en Tiburón o el propio Ridley Scott en Alien: hay que guardar al monstruo para que cree un mayor impacto en el espectador.

Despedida Paul Atreides

El problema de Dune es que, si bien es un blockbuster y no se ata a los convencionalismos cinematográficos de este tipo de productos ejerciendo como una clara obra de autor, y es algo que celebrar, también deja que desear en su estructura narrativa. Ya hemos hablado de la decisión de partir en dos la novela original, dividiéndola en dos adaptaciones en forma de película, pero Villeneuve deja demasiadas cuestiones abiertas en su tramo final, finalizando -por decir algo- la historia de forma abrupta y no aportando nada a lo que pueda agarrarse el espectador que entra esperando disfrutar de una aventura. La cinta va aumentando en su desarrollo, introduce temas políticos y sociales de gran importancia, pero no culmina. Y eso que íbamos avisados.

No hace concesiones, es entretenida cuando debe serlo y árida cuando toca

Cuando conoces la saga literaria de Frank Herbert y sabes qué va a pasar y cómo, o hacia dónde se dirigen los personajes en este galimatías de conspiraciones y sueños, no hay ningún problema. Disfrutas con lo que tienes y con lo que sabes que puedes llegar a ver en la futura segunda parte. Pero no habría estado de más concluir de otra manera, o incluso haber estructurado el guion de otra forma. Su último tramo es casi como un via crucis por el desierto, está mal calibrado y es el único gran pero al que podemos aferrarnos y el que le despoja del halo de perfección que alcanza durante gran parte del metraje la película. Quizás, cuando pasen unos años, y tengamos esa hipotética segunda parte para completar el relato, gran parte de esa crítica no tenga sentido. De momento, esperaremos pacientemente y con devoción esa Dune: Parte II como los Fremen aguardan la llegada del Mahdi.

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