El pasado sábado 22 de noviembre Xbox One cumplió su primer aniversario, y el próximo sábado 29 hará lo propio PlayStation 4, el primer año de una nueva generación de consolas que está dando mucho que hablar, para bien y para mal. Es momento de hacer balance y ver si se ha cumplido todo lo que prometían, tanto en lo que se refiere a juegos como a funcionalidades, ya que incluso más que un enorme salto gráfico, lo que nos vendieron fueron las enormes posibilidades de ambos hardware para realizar todo tipo de tareas por primera vez en una videoconsola, como poder capturar vídeos de los juegos y compartirlos en internet.
Pese a lo que decían algunos analistas de mercado un tanto agoreros, de que esta podía ser la última generación de consolas en un mercado más competitivo que nunca, al estar repleto de todo tipo de dispositivos para jugar videojuegos, lo cierto es que tanto PlayStation 4 como Xbox One están funcionando muy bien, mejor incluso de lo esperado, y la consola de Sony ya ha vendido más de 14 millones de unidades, y la de Microsoft unos 8 o 9 aproximadamente. Se nota que había ganas de nuevas consolas, tras tantos años jugando con Xbox 360 y PlayStation 3, en una de las generaciones más longevas que se recuerdan.
El gran entusiasmo con el que han sido recibidas por los consumidores no se ha visto recompensado por parte de las compañías, y no son pocos los ‘disgustos’ con los que han tenido que lidiar los jugadores en este primer año de la nueva generación, entre innecesarias reediciones de juegos antiguos, retrasos de títulos muy esperados, características prometidas que no hemos visto todavía o que han ido llegando a base de actualizaciones y con cuentagotas, y problemas en los juegos como bugs y modos online que no terminan de funcionar del todo bien. Problemas de los que casi ningún título se ha librado, dando más sensación que nunca de que lanzan los juegos sin acabar o mal testeados, y una vez puestos a la venta los van arreglando a golpe de parches, cuando el usuario ya ha pasado por caja.
Empezamos la nueva generación hace un año con el debate de cuál de las dos consolas tenía mejores títulos exclusivos, pasamos a mirar con lupa los píxeles de cada juego para saber cuáles llegaban o no a los 1080p de resolución, y hemos terminado por discutir qué juego exclusivo está más roto, si DriveClub o Halo: The Master Chief Collection; los comienzos nunca fueron fáciles, pero este nos está pareciendo especialmente accidentado. No queremos pecar de pesimistas, y de hecho miramos el 2015 con enormes esperanzas, el que puede ser uno de los mejores años en la historia de los videojuegos, al menos de la última década. Pero antes de meternos de lleno en un año tan apasionante, toca hacer balance, y ver todo lo bueno y todo lo malo que nos ha deparado este primer año de la llamada nueva generación.
Promesas ¿incumplidas?
Para saber hasta qué punto se ha cumplido o no lo que nos prometieron Microsoft y Sony con sus nuevas consolas, nos tenemos que remontar a sus presentaciones. Además de un salto gráfico que nos iba a dejar con la boca abierta y que todavía está por ver, aunque juegos como The Order: 1886 o Quantum Break que llegarán el año pintan alucinantes, lo que no más nos llamó la atención de estas nuevas consolas eran todas sus funciones, las cosas que nos iban a permitir realizar que ninguna otra consola de sobremesa había hecho antes.
En lo que respecta a PlayStation 4, poder dejar la consola en hibernación y volver de manera instantánea al lugar donde lo dejamos en nuestra partida, grabar vídeos de los juegos y compartirlos por internet, hacer capturas de pantalla y colgarlas en las redes sociales, jugar con la consola de manera remota, incluso prestándosele el mando a un amigo a través de internet, poder empezar a jugar a un título antes de que haya sido descargado por completo, jugar a cualquier juego de PS4 desde nuestra PlayStation Vita, y un largo etcétera.
En lo que se refiere a Xbox One, además de algunas de las funciones de PS4, como grabar partidas, todo iba a estar guardado en la nube, pudiendo acceder desde cualquier Xbox One a nuestros juegos, películas o música, procesamiento en la nube que iba a permitir cosas como una mejor inteligencia artificial en los juegos, un completo centro multimedia en el que poder ver la televisión cómodamente, y un Kinect inseparable de cada Xbox One, con una tecnología mucho más avanzada y un uso imprescindible para los juegos y la interfaz, siendo el centro de la experiencia.
Como podéis ver de lo que presentaron en mayo de 2013 de Xbox One poco ha quedado, siendo una consola totalmente distinta a lo que nos prometieron, teniendo que recular en cosas tan importantes como la conexión permanente a internet o el hecho de no poder comprar juegos de segunda mano, habiendo quitado a Kinect de la experiencia para poder bajar de precio a la consola, un dispositivo que ahora está cogiendo polvo en todos los hogares de los que se la compraron en los primeros seis meses, y con las promesas de la nube que se han dispersado con una facilidad pasmosa.
En cuanto a PlayStation 4 algunas cosas se han cumplido correctamente –como lo de hacer capturas de pantalla y compartirlas, una de las funciones más utilizadas por los usuarios de la consola-, a otras les ha costado llegar pero finalmente lo han hecho, como el Share Play, otras todavía no han llegado y está por ver que lleguen, como la hibernación. Y muchas de las nuevas funcionalidades, tanto en PS4 como en Xbox One, que sí están disponibles, en algunos casos no son tan bonitas como las pintaban. Por ejemplo, a la hora de grabar vídeos de los juegos la prensa seguimos utilizando capturadoras de vídeo, ya que capturando directamente en las consolas se pierde bastante calidad por la compresión, así como imposibilita grabar a 60fps, entre otros problemas.
Entre lo más negativo, un sistema operativo o dashboard que llegó en ambas consolas muy verde, prácticamente inacabado, y que con el paso de los meses han ido solucionando y mejorando poco a poco. Especialmente grave en el caso de Xbox One, con funciones tan simples como mirar el espacio de disco duro libre que no estaban disponibles en el lanzamiento, o que a estas alturas, un año después, todavía no permita realizar capturas de pantalla. Otro de los puntos débiles es el tamaño de disco duro, 500GB, que ya en su momento nos parecía que se iba a quedar corto, y que con ‘monstruosas’ instalaciones de 40GB y parches enormes, en apenas un año ya casi todos lo tenemos ocupado.
En el lado más positivo el diseño de los dos mandos, tanto el de PlayStation 4 y Xbox One, que nos parecen muy buenos en cuanto a diseño y agarre, aunque el de la consola de Sony con una calidad de los materiales más que discutible, con sticks que se están pelando y gatillos caídos en combate, una calidad que no se corresponde con los 60 "eurazos" que cuesta cada DualShock 4.
En lo que sí que parece que esta vez se han curado en salud ambas compañías es en la fiabilidad del hardware, de momento razonablemente buena, y no parece que esté habiendo muchos problemas de consolas estropeadas. Está claro que Microsoft no quiere que se vuelva a repetir una epidemia como la de las luces rojas en Xbox 360, una sangría tanto económica como de prestigio, y el hecho de que ambas funcionen con una CPU de bajo consumo, utilizada en ordenadores portátiles, les está ahorrando muchos disgustos, aunque está generando algunos problemas en cuanto a rendimiento gráfico.
Un salto gráfico que todavía está por demostrar
Y decimos esto porque no se puede negar que al menos en su arranque ambas consolas nos están decepcionando un poco con su potencia gráfica, y muchos desarrolladores han apuntado como mayor culpable a una CPU poco potente, que les están causando algunos problemas. Uno de los hits de 2014 ha sido el resolutiongate, una enorme cantidad de juegos que funcionaban a 1080p en PlayStation 4 y a una resolución menor en Xbox One, lo que ha dado mucho juego en los foros de internet para que los fanboys de ambas consolas se tiren los trastos en la cabeza. Con los números sobre la mesa es innegable que PlayStation 4 es más potente que Xbox One, pero parece que en los últimos meses estas diferencias se han ido acortando, y más juegos de la consola de Microsoft están alcanzando los 1080p, gracias a la enorme mejora en los kits de desarrollo, que al parecer hace un año eran desastrosos.
Lo que no parece que vaya a tener remedio son los tan anhelados 60fps, que en una gran mayoría de los casos volverán a ser terreno exclusivo de los jugadores de PC, de los que puedan permitírselos claro. Cuando algunos imaginábamos cómo serían las nuevas consolas, cuando todavía ni siquiera se habían anunciado, lo menos que esperábamos es que los juegos se vieran y movieran a 1080p y 60fps. La realidad nos ha golpeado con toda su crudeza, y si bien muchos juegos están alcanzando los 1080p –al menos en PS4-, muy pocos se mueven a 60fps, y menos a 1080p también.
Especialmente decepcionante es el caso de juegos intergeneracionales o ports de la antigua generación como Sleeping Dogs Definitive Edition, o títulos que no son ningún espectáculo técnico como The Evil Within, que son incapaces de ir a por los 60fps. Si esto es así ahora, ¿qué pasará cuando lleguen verdaderos referentes gráficos? Pues que volveremos a tener una generación de 30fps en consola, esperamos que al menos estables, y no volvamos a tener muchos casos Assassin's Creed Unity, uno de los primeros grandes títulos multiplataforma exclusivos de la nueva generación, que ni es capaz de llegar a los 1080p –funciona a 900p- ni de mantener siquiera estables los 30fps –con continuas caídas en la tasa de imágenes por segundo-.
Se le echa la culpa a la precipitación con la que se han lanzado ambas consolas, que no ha habido mucho tiempo para sacarles provecho, y que a Xbox 360 y PlayStation 3 y los juegos multigeneracionales están siendo un pesada carga para las nuevas, con motores gráficos desfasados que se intentan adaptar lo mejor posible a ambas generaciones, sin terminar de sacar partido a ninguna de ellas. Parece que 2015 será el principio del fin de PS3 y X360, y juegos tan importantes como Batman: Arkham Knight ya no saldrán para las antiguas consolas, y otros como Dying Light han sido cancelados para estas. Que PlayStation 4 y Xbox One estén vendiendo tan bien está ayudando a que esta transición sea lo más rápida posible, y seguro que cuando empecemos a ver desarrollos multiplataforma pensados desde el principio y en exclusiva para las nuevas consolas, los resultados serán sorprendentes.
No tardaremos mucho en salir de dudas hasta cuánto pueden dar de sí las nuevas consolas, y algunos juegos de principios de 2015 serán una buena prueba de fuego, como The Witcher 3: Wild Hunt, gráficamente imponente en PC, que veremos cómo se desenvuelve en PlayStation 4 y Xbox One. También es muy posible que en los próximos días veamos por primera vez la jugabilidad de Uncharted 4: A Thief's End, que esperamos nos vuele la cabeza como nos tiene acostumbrados Naughty Dog, y nos devuelva las esperanzas en las nuevas consolas, que nos han decepcionado un poco en cuanto a su potencia gráfica en este primer año.
Grandes juegos, grandes retrasos y falta de exclusivos
En nuestro reportaje ‘El primer año’ quisimos poner en duda la creencia muy extendida de que el primer año de PlayStation 4 y Xbox One estaba siendo catastrófico en cuanto a juegos, y como demostramos con muchos ejemplos los comienzos de una consola no suelen ser fáciles, y siempre les cuesta arrancar, siendo en su segundo año en el mercado cuando empiezan a llegar los grandes títulos. Ahora que el año está llegando a su fin, no se puede decir que no hayamos tenido unos cuantos buenos juegos para disfrutar en nuestras nuevas consolas, aunque sí es cierto que muy pocos exclusivos han justificado dar el salto a la nueva generación.
Además de los títulos de lanzamiento, con el paso de los meses han llegado juegos como Titanfall, inFamous: Second Son, Wolfenstein: The New Order, Watch Dogs, The Last of Us Remasterizado, Diablo III: Reaper of Souls – Ultimate Evil Edition, Destiny, La Tierra Media: Sombras de Mordor, Alien: Isolation, The Evil Within, FIFA 15, NBA 2K15, Forza Horizon 2, Sunset Overdrive, Call of Duty: Advanced Warfare, Dragon Age Inquisition, Far Cry 4 o Grand Theft Auto V, junto a bastantes títulos independientes y descargables de calidad. Es cierto que tantas remasterizaciones, decepciones, juegos intergeneracionales, falta de exclusivos y retrasos a 2015 son muchos árboles que no nos han dejado ver el bosque, pero no se puede decir que haya sido un mal año.
A Xbox One se le han caído un par de exclusivos por el camino que acabaron llegando a los ordenadores, como Ryse: Son of Rome y Dead Rising 3, y PlayStation 4, muy necesitada de exclusividades, vio como el espectacular The Order: 1886 se le iba a 2015, y su gran apuesta para las navidades, DriveClub, les ha salido rana, con unos tremendos problemas en sus funciones online, el alma de un juego que casi dos meses después de su lanzamiento todavía no está arreglado del todo.
Mirando las cosas por el lado bueno, los retrasos esperamos que hayan sido para bien, para que títulos como Evolve, Batman: Arkham Knight, Project Cars y The Witcher 3: Wild Hunt salgan bien rematados. Las tan criticadas remasterizaciones han sido una buena segunda oportunidad para que muchos jugadores descubrieran buenos juegos que habían dejado pasar, y los títulos intergeneracionales se han cobrado un precio muy elevado en las antiguas consolas, con versiones que en algunos casos dejan bastante que desear, por lo que ha compensado de sobra jugarlos en Xbox One y PlayStation 4.
Sin duda el 2015 pinta fenomenal, con títulos como Bloodborne, Dying Light, Mortal Kombat X, Halo 5: Guardians, Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, Rise of the Tomb Raider
Lanzar juegos inacabados como costumbre: la generación de los parches
Esto no es algo nuevo, lo venimos viendo en los últimos años tanto en PlayStation 3 como en Xbox 360, pero los hitos que se están alcanzando al respecto en las nuevas consolas en cuanto a chapuzas han sobrepasado hace tiempo la línea de lo tolerable, y parece que quieren acostumbrar a los usuarios a comprar betas que van arreglando con el paso de las semanas. Es complicado encontrar algún juego que en sus primeros días no haya necesitado un parche que arregle un montón de cosas, y los parches del día uno o day one ya son una costumbre más que extendida. Llegas a casa, metes el juego en la consola, lo instalas y te pones a descargar el respectivo parche, como si fuera lo más normal del mundo. ¿Os acordáis cuando un juego dentro de su caja estaba terminado, y no hacía falta una conexión a internet para que estuviera completo y funcionara correctamente?
Parte de la culpa de esto lo tiene una de las ventajas de las nuevas consolas, la facilidad para actualizarse, y no lo decimos desde un punto de vista logístico, sino incluso económico. ¿Sabíais que sacar un parche de un juego para Xbox 360 costaba cada vez que lo hacías 40.000 dólares? Pues bien, en las nuevas consolas es prácticamente gratis, y esto les ha dado una enorme barra libre a las compañías para que no les de vergüenza sacar a la venta juegos que saben no están bien terminados o tienen fallos. Actualmente si eres un usuario de Xbox One y PlayStation 4 que no tiene conectada su consola a internet –una rara avis-, que sepas que estás jugando a betas, juegos inacabados y con carencias y fallos muy importantes.
A corto plazo no parece que haya mucha intención de acabar con esta fea costumbre, y parece que solo compañías como Nintendo le siguen dando gran importancia a los controles de calidad, que aunque también se les escapa algún fallito y sus juegos no se libran de los parches, siguen sacando productos mucho mejor acabados que la media del sector. La gota que ha colmado el vaso ha sido el caso de Assassin's Creed Unity, un juego muy esperado con problemas de rendimiento, bugs, glitches -algunos convertidos en chistes en internet-, que han hecho tanto ruido que hicieron que bajaran las acciones de Ubisoft. Y encima para calmar los ánimos no se les ocurrió mejor idea que lanzar un blog para contarnos día a día cómo arreglan un juego que debería haber llegado a las tiendas bien terminado.
Hay otra manera en la que se pueden entender los juegos inacabados o mejor dicho incompletos, los contenidos descargables y los pases de temporada, una de las más grandes y polémicas incorporaciones de la ‘antigua generación’, y como era evidente en las nuevas consolas la cosa ha ido a más, y ahora lo raro es que un juego no tenga su respectivo pase de temporada, casi siempre anunciado antes de que se ponga a la venta siquiera. Los consumidores con nuestro dinero hemos dado luz verde a las compañías para llevar a cabo esta práctica, y la verdad es que no tenemos mucho derecho a quejarnos por esto.
Los micropagos también han llegado con fuerza en las nuevas consolas, y se ha vuelto algo bastante común ver pequeños objetos o ventajas de pago dentro de juegos de precio completo -70 euros-. Algo que no está demasiado bien, ya que o eres un juego free to play, de acceso gratuito pero con compras en la aplicación, o uno de precio completo con todo su contenido disponible, pero la ambición de las compañías no tiene límite, y ahora quieren que sean ambas cosas a la vez.
¿Os acordáis de los pases online? Ese código que incluían algunos juegos de determinadas compañías y que tenías que canjear para poder jugar online, obligándote a comprarlo si habías adquirido un juego de segunda mano. Pues bien, fue tal el rechazo a esta práctica que compañías tan importantes como Electronic Arts decidieron eliminarlo para siempre, y lo mismo puede pasar con nuevos ‘inventos’ como los micropagos, si los usuarios no pasamos por el aro. El cliente siempre tiene la última palabra, y eso es algo que muy habitualmente se nos suele olvidar en este mundillo.
Internet: una fuente inagotable de dolores de cabeza
Ninguna de las dos infraestructuras online de las nuevas consolas, tanto Xbox Live como PlayStation Network, se ha librado de problemas de conectividad durante este año, tanto propios como provocados, con ataques de hackers que parece que no tienen otra cosa mejor que hacer que fastidiar al personal. En el caso de Xbox One, Microsoft se ganó una buena fama en los años de Xbox 360 con un servicio de pago, a diferencia del de la competencia que era gratuito, pero del que sacaban pecho por su calidad y robustez, y que ha dado más muestras de debilidad de las esperadas en la nueva generación, aunque nada demasiado grave. En PlayStation 4 ahora para poder jugar online tienes que estar suscrito a PlayStation Plus, un servicio de pago, y aunque va un poco mejor que en PS3, no parece que PSN haya dado un gran salto de calidad en el servicio que presta, o no al menos el que se correspondería al pasar de ser gratis a ser de pago, y ha tenido unos cuantos problemas a lo largo del año.
Si la generación de PlayStation 3 y Xbox 360 fue la de la popularización del juego online en consola, el convertir en algo habitual que la gente en los salones de sus casas compita contra otros jugadores a lo largo del mundo, la llegada de PS4 y Xbox One debería haber sido la de la consolidación total y evolución del juego online en consola, pero lo cierto es que está habiendo más problemas que nunca. Caídas temporales o mantenimientos de PlayStation Network y Xbox Live aparte, lo más grave que ha ocurrido este año es que dos de los juegos exclusivos más importantes de ambas consolas para estas navidades, semanas después de su lanzamiento, estén teniendo importantes problemas en los modos online, que no se han solucionado ni después de varios parches.
Hablamos de DriveClub y Halo: The Master Chief Collection. El primero se lanzó prácticamente roto, un juego basado en la experiencia social, en crear clubes y jugar junto y contra jugadores de todo el mundo, cuyos características online, que impregnan el juego por todos sus poros, no funcionaban. En las dos semanas anteriores a la fecha de lanzamiento la prensa de todo el mundo pudimos disfrutarlo sin problemas, todo funcionaba correctamente, pero fue ponerse a la venta, entrar miles de jugadores a la vez, e irse todo al garete, teniendo que verse obligados a retrasar indefinidamente la versión gratuita para los usuarios de PlayStation Plus, encima tras un año de retraso. Un problema muy grave, ya que no es una mera cuestión de servidores, sino que al parecer el código de red del juego está mal programado, como ha reconocido el director del juego, y aunque el paciente va mejorando poco a poco, no es algo de fácil solución.
Y por otro lado tenemos Halo: The Master Chief Collection, un juego del que publicamos un análisis en progreso aquí en Vandal, ya que para la fecha de embargo no habíamos probado todavía su modo online, por lo que decidimos ser cautos. Cuando se abrieron los servidores poco antes de que se pusiera a la venta, lo probamos durante una buena cantidad de horas y no detectamos nada raro: encontrábamos partidas, no había lag, el juego funcionaba como debía, y los 100 mapas de los cuatro títulos ofrecían ese experiencia online casi eterna que nos habían prometido, por lo que decidimos dar por concluido el análisis y ponerle una nota. Pues bien, fue ponerse a la venta y empezar a haber un montón de problemas con el matchmaking, tardando minutos en encontrar una partida, expulsando sin explicación de a los jugadores de algunas de ellas y formando equipos desequilibrados. Algo sorprendente para tratarse de la saga bandera de Microsoft, que si de algo ha presumido siempre es de contar con una infraestructura online mejor que la de la competencia.
No todo han sido desgracias en el online de las nuevas consolas, y un juego tan esperado y exitoso como el ambicioso Destiny, que requiere conexión permanente a internet al tratarse de una especie de MMO, con millones de jugadores jugando a la vez, ha funcionado tal y como debería una superproducción de este calibre: bien. Algo casi se ha convertido en una excepción, y parece que Bungie se quedó con todos los bueno ingenieros de red de la saga Halo, y no se fue ninguno a 343 Industries, que esperamos espabilen de cara al esperado Halo 5: Guardians.
Todos estos problemas crean una cuantas dudas en cuanto al juego online, y si no han sido capaces de que el online de los dos títulos más importantes de cada consola para estas navidades funcionen correctamente, cómo van a pensar en ofrecer productos mucho más complejos relacionados con la nube y sus ambiciosas promesas, como cálculos de físicas e inteligencia artificial en tiempo real, es algo que ahora mismo suena casi a ciencia ficción viendo el panorama. En cualquier caso títulos online tan importantes como Destiny y Call of Duty: Advanced Warfare han funcionado muy bien, por lo que más que un problema de las nuevas consolas con los modos online, parece de determinados juegos.
Más sombras que luces, pero motivos de sobra para estar ilusionados
Después de todo lo dicho parece que hemos sido un tanto negativos o excesivamente pesimistas, pero hemos intentando ser lo más realistas y honestos, y hacer balance de lo que para bien y para mal nos han traído las nuevas consolas. Si bien parece que de momento son más cosas negativas que positivas, no hay que ser catastrofistas, mientras siga habiendo millones de usuarios ávidos de grandes juegos, y miles de creativos dispuestos a desarrollarlos, este entretenimiento seguirá existiendo, contará con buena salud y nos seguirá divirtiendo y sorprendiendo como siempre, con sus más y sus menos.
Son los consumidores los que deben decirles a las compañías con sus gestos y acciones -como comprar o dejar de hacerlo, o protestar por las diferentes vías de comunicación- lo que les gusta y lo que no, y nuestra obligación como medio de comunicación es informaros de todo lo que ocurre en este mundillo, de la manera más completa y veraz, para que vosotros saquéis vuestras propias conclusiones. Hay más información y material audiovisual que nunca accesible para todos de manera gratuita, y esto no dejan de ser un sinfín de herramientas para que un consumidor no se tenga que sentir nunca engañado. No somos infalibles, nos equivocamos como todo el mundo y nuestros recursos a veces no son suficientes para poder hablaros de la manera en la que se merecen los cientos de juegos que se ponen a la venta cada mes, pero el esfuerzo, compromiso y la pasión que le ponemos siempre es máxima, y por eso afrontamos este 2015 que ya está cerca con toda la ilusión del mundo.
Para el próximo años esperamos que los sistema operativos de PlayStation 4 y Xbox One estén más pulidos y completos, que las funciones online den los menos problemas posibles y funcionen correctamente, que sigan promoviendo habitualmente buenas ofertas en juegos digitales, algo en lo que llevan una buena línea ascendente, y que las compañías saquen juegos más pulidos y mejor terminados, aunque ello conlleve retrasos, ya que el consumidor tiene derecho a disfrutar desde el primer día de un buen producto, sin fallos.
Dicho todo esto, principalmente lo que queremos son buenos juegos, y en 2015 los va a haber para todos los gustos y colores, y no hay mejor manera para ilusionarse que mencionarlos: Dying Light, Evolve, The Order: 1886, The Witcher 3: Wild Hunt, Ori and the Blind Forest, Battlefield Hardline, Bloodborne, Final Fantasy Type-0 HD, Project Cars, Mortal Kombat X, Batman: Arkham Knight, Battleborn, Dead Island 2, Final Fantasy XV, Halo 5: Guardians, Hellblade, Homefront: The Revolution, Just Cause 3, Mad Max, Mass Effect 4, Metal Gear Solid V: The Phantom Pain, Mirror's Edge 2, No Man's Sky, Quantum Break, Rainbow Six Siege, Rise of the Tomb Raider, Uncharted 4: A Thief's End, Star Wars: Battlefront, Tom Clancy's The Division, entre otros, muchos de ellos que todavía no están ni anunciados. Unos nos decepcionarán, otros nos sorprenderán, pero lo que es seguro es que no tendremos tiempo para aburrirnos.
Esperamos contaros por estas mismas fechas en 2015 que el segundo año de PlayStation 4 y Xbox One ha sido uno de los mejores que recordamos en la historia de los videojuegos, y que este primer año de la nueva generación, lleno de luces y sombras, es simplemente un mal recuerdo o una anécdota, de unas consolas que lo dieron todo en su segundo asalto. Motivos hay de sobra para ilusionarnos, y estamos seguros que lo mejor está por venir.