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Ya hemos visto 'Policán' y DreamWorks acierta con esta versión de RoboCop mitad humano, mitad perro, que encantará a los niños

Esta valiente película infantil se atreve a tratar temas como el abuso de poder y la responsabilidad parental.
Ya hemos visto 'Policán' y DreamWorks acierta con esta versión de RoboCop mitad humano, mitad perro, que encantará a los niños
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Actualizado: 14:34 30/1/2025

Si RoboCop era la fábula cyberpunk sobre un hombre reconstruido como máquina para hacer justicia en un mundo corrompido, Policán (Dog Man) es su versión desquiciada y apta para niños: una historia en la que la solución médica más lógica ante un accidente policial no es la biomecánica, sino la fusión literal entre un oficial y su perro. El resultado es un híbrido de acción y comedia física desenfrenada, donde un superagente con reflejos caninos y el corazón de un cachorro lucha contra el crimen mientras lidia con su identidad fragmentada. Con un humor delirante y una animación encantadora que destila caos visual, la película de Peter Hastings se mueve entre la sátira, la comedia infantil y una inesperada exploración sobre la familia y la redención. Sin embargo, su voraz apetito por la diversión explosiva acaba convirtiéndola en una obra tan excesiva como desordenada, que encantará a los niños pero puede llegar a cansar a los adultos que les acompañan.

La película, que se estrenará este viernes 31 de enero, adapta la popular serie de libros ilustrados de Dav Pilkey con una fidelidad tan meticulosa que termina siendo una espada de doble filo: por un lado, capta la esencia caótica y desbordante de la obra original, pero, por otro, tropieza al intentar hilvanar una narrativa cohesionada. Hastings nos ofrece un torbellino de la comedia física, referencias metatextuales y un festín visual exuberante, pero, en su frenesí por divertir, la película pierde algo de vista su centro emocional.

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Mitad perro mitad policía...humano

Cuando una explosión deja gravemente heridos a un policía y a su perro compañero, los médicos toman la única decisión viable dentro de este universo delirante: coser la cabeza del can al cuerpo del humano. Así nace el héroe titular, un guardián de la ley con instintos caninos, habilidades marciales y una tendencia incontrolable a perseguir pelotas de tenis. La premisa es oro puro para la comedia física y el absurdo, pero pronto se ve sepultada bajo una avalancha de tramas secundarias y un ritmo narrativo que deja poco espacio para la pausa y la reflexión.

La cinta oscila sin previo aviso entre una parodia de películas de acción, una sátira política disfrazada de fábula infantil y un estudio superficial sobre la paternidad y la redención. La película introduce a Perico el Gato, el autoproclamado "gato más malvado del mundo", cuyo enfrentamiento con Policán da lugar a una serie de secuencias trepidantes que, si bien son ingeniosas, carecen de peso emocional. Más tarde, la historia gira hacia la relación de Petey con su inesperado clon, el gatito Periquillo, generando un conflicto interno que podría haber sido un hilo conductor fascinante si no estuviera constantemente interrumpido por chistes fáciles y situaciones absurdas, algo que los niños sí agradecerán.

Una animación original y redonda

A nivel visual, el filme es un deleite para los sentidos. La animación se aparta de los estándares hiperrealistas del cine animado actual y apuesta por una estética más artesanal y texturizada que evoca los trazos juguetones de Pilkey. La película incorpora elementos gráficos como onomatopeyas escritas en pantalla y viñetas de cómic que refuerzan su identidad visual única.

Pete Davidson, en el papel de Perico el Gato, entrega una interpretación sorprendentemente matizada, capturando la ironía y el cinismo del personaje sin perder de vista su vulnerabilidad latente. Lil Rel Howery como el Jefe de Policía añade un matiz hilarante con su tono exasperado, mientras que Isla Fisher, como la reportera Sarah Hatoff, ofrece una presencia cálida y dinámica. No obstante, la decisión de hacer que Policán solo se comunique con ladridos limita su desarrollo como protagonista, reduciéndolo a un mero vehículo para la acción y la comedia visual.

El guion de Hastings intenta abarcar demasiados temas a la vez y, en consecuencia, no logra profundizar en ninguno. Se tocan cuestiones como la responsabilidad parental, la redención y el abuso de poder, pero cada reflexión es rápidamente desplazada por un nuevo gag o un giro de guion exagerado. Pese a sus defectos, Policán no deja de ser una propuesta valiente dentro del cine de animación infantil. No se conforma con ser una película de fórmula predecible, sino que apuesta por una energía caótica y un humor desmesurado que, en sus mejores momentos, roza la genialidad de la comedia física clásico. Es una película que hará reír a los más pequeños.

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