La generación Z, nacida entre finales de los 90 y principios de los 2010, ha crecido rodeada de tecnología digital, con la mensajería instantánea y las redes sociales como sus principales medios de comunicación. Sin embargo, un fenómeno curioso ha captado la atención de psicólogos y sociólogos: el rechazo casi sistemático a contestar llamadas telefónicas.
Para muchos jóvenes, una simple llamada genera ansiedad, incomodidad o la sensación de que algo malo está ocurriendo, llevando a la mayoría a ignorarlas o responder con mensajes de texto. Este comportamiento, lejos de ser un simple capricho generacional, ha despertado el interés de la comunidad científica, que busca comprender las raíces psicológicas y sociales detrás de esta "fobia telefónica". Investigadores de varias universidades están analizando factores como la inmediatez del entorno digital, la preferencia por las comunicaciones asincrónicas y el miedo a la confrontación directa que, según los expertos, podrían estar detrás de este rechazo.
Cansados de las notificaciones constantes y de la comunicación inmediata
Además, las notificaciones constantes y la sobreexposición a la información habrían moldeado una generación que prioriza la rapidez y el control en sus interacciones. Uno de los estudios más recientes, realizado por la Universidad de California, reveló que el 82% de los jóvenes de entre 18 y 25 años prefiere enviar un mensaje antes que realizar una llamada. La razón principal no es la falta de tiempo, sino la incomodidad que les genera la comunicación espontánea y sin filtros.
“Las llamadas telefónicas exigen respuestas inmediatas, eliminando el tiempo para pensar antes de contestar, algo que esta generación valora enormemente”, señala la psicóloga social Amanda Reynolds, una de las autoras del estudio.

Sin embargo, esta tendencia también preocupa a los expertos en habilidades sociales y comunicación. La dependencia de la comunicación escrita podría estar debilitando las capacidades de diálogo directo y la gestión emocional en situaciones cara a cara. Por ello, algunos centros educativos y empresas están comenzando a incluir talleres de comunicación verbal y manejo de la ansiedad en sus programas formativos, buscando reequilibrar estas competencias básicas.