La exploración de planetas habitables ha sido una constante en la ciencia, la literatura y el cine, reflejando una preocupación creciente por el futuro de la Tierra. Más allá de la ficción, un estudio reciente ha puesto fecha a un fenómeno ineludible: la desaparición del oxígeno en la atmósfera terrestre. Y sí, es preocupante (con asteriscos, claro).
Científicos ponen fecha al fin del oxígeno en la Tierra
Publicado en la revista Nature Geoscience, el trabajo liderado por el científico ambiental Kazumi Ozaki analiza la evolución química de la atmósfera terrestre a lo largo del tiempo. Mediante cerca de 400.000 simulaciones que integran modelos climáticos, biológicos y geológicos, los investigadores concluyen que el planeta experimentará un aumento en las concentraciones de metano, mientras que el oxígeno disminuirá progresivamente hasta desaparecer. “Utilizamos un modelo combinado de biogeoquímica y clima para determinar el periodo en el que las condiciones atmosféricas ricas en oxígeno llegarán a su fin”, explican los autores del estudio. Entre los factores responsables de este cambio se encuentran la creciente luminosidad solar y la reducción del dióxido de carbono en la atmósfera.

A pesar de la magnitud del hallazgo, el horizonte temporal resulta tranquilizador: la pérdida de oxígeno no ocurrirá hasta dentro de aproximadamente mil millones de años. Según los investigadores, este fenómeno es consecuencia directa del envejecimiento del Sol.
“Descubrimos que la futura desoxigenación es un desenlace inevitable del incremento en el flujo de radiación solar”, detallan en el estudio. A medida que la estrella se caliente y emita más energía, la atmósfera terrestre sufrirá alteraciones que derivarán en la disminución del oxígeno disponible.
Este proceso no es un evento sin precedentes en la historia geológica del planeta. Según el estudio, durante el Eón Arcaico, hace unos 2400 millones de años, la atmósfera terrestre carecía prácticamente de oxígeno libre. Hoy, este gas constituye el 21 % de la atmósfera y es esencial para la vida tal como la conocemos. Sin embargo, la investigación confirma que, al igual que en el pasado, la Tierra volverá a ser un mundo sin oxígeno, con implicaciones drásticas para los ecosistemas del futuro.