Si eres de los que sigue buscando un vacío que llenar desde que acabó Juego de tronos, George R.R. Martin tiene una recomendación bastante clara… y no es Vikings. El autor de Canción de hielo y fuego lleva años reivindicando discretamente The Last Kingdom, una serie histórica que en España puedes ver completa en Netflix —incluida su película epílogo, Siete reyes deben morir— y que encaja sorprendentemente bien como “sustituta espiritual” de Poniente.
Basada en las novelas The Saxon Stories de Bernard Cornwell, The Last Kingdom se sitúa en la Inglaterra del siglo IX, cuando los reinos anglosajones tratan de frenar a los invasores vikingos. En medio de ese tablero aparece Uhtred de Bebbanburg, hijo de un noble cristiano raptado y criado por daneses, dividido para siempre entre dos identidades. Esa grieta interna —¿soy sajón, soy vikingo, a quién le debo lealtad?— es el núcleo emocional de la serie y uno de los puntos donde más se parece a Juego de tronos: héroes atravesados por conflictos de lealtad, más que por profecías.
Identidades, lealtades y barro sajón
Martin ha elogiado varias veces la serie, subrayando dos ideas: que es una adaptación muy respetuosa con las novelas de Cornwell y que su retrato de la “Edad Oscura” es tan crudo como convincente, lleno de barro, sangre, intrigas religiosas y decisiones políticas incómodas. En sus comentarios ha llegado a decir que Uhtred sería capaz de plantarle cara en el campo de batalla a lo mejor de Poniente o de la Tierra Media, que es una manera muy Martin de certificar que el personaje tiene carisma, contradicciones y una buena colección de cicatrices.
Otro punto a favor, si vienes cansada de series eternas, es que The Last Kingdom está cerrada. BBC y después Netflix llevaron la historia hasta la quinta temporada y remataron la trama con Siete reyes deben morir, un largometraje que funciona como desenlace natural de la serie. No hay la sensación de deriva que persiguió a Juego de tronos en su recta final: aquí se nota que el material literario estaba más acotado y que la producción sabía hacia dónde quería llevar a Uhtred y al futuro de Inglaterra.
Un mundo sin dragones, pero muy vivo
No esperes dragones ni magia, porque The Last Kingdom juega en el terreno del drama histórico más terrenal: batallas tácticas, alianzas incómodas, coronas disputadas, traiciones familiares y religión usada como herramienta de poder. Pero sí tiene ese tono de “mundo vivo” que suele enganchar a los fans de la fantasía oscura: personajes secundarios que importan, reyes frágiles, nobles imprudentes y un protagonista que rara vez sale ileso de lo que decide.
