El cine y la televisión de género se han despertado con una noticia devastadora: James Ransone, actor y músico conocido por sus papeles en It: Capítulo 2, Black Phone y The Wire, ha muerto a los 46 años. Según recogen varios medios estadounidenses, el intérprete fue encontrado sin vida el viernes 19 de diciembre de 2025 en una propiedad de Los Ángeles, y las primeras informaciones policiales apuntan a un suicidio por ahorcamiento, sin indicios de agresión ni participación de terceras personas.
La confirmación ha conmocionado a compañeros de profesión y a una generación de espectadores que le descubrió en las calles ficticias de Baltimore y terminó de adoptarlo en las pesadillas de Derry.
Nacido en Baltimore (Maryland) el 2 de junio de 1979, Ransone fue uno de esos actores de carácter que rara vez copan titulares, pero sostienen escenas y universos enteros. Debutó en el año 2001 con The American Astronaut y, apenas un año después, empezó a llamar la atención con Ken Park, donde encarnó a Tate, uno de los personajes más incómodos y complejos del film. A partir de ahí encadenó pequeños papeles en producciones independientes y apariciones televisivas que fueron puliendo un perfil muy concreto: el del tipo frágil, impulsivo o directamente quebrado por dentro, que Ransone interpretaba con una mezcla peculiar de nervio, ironía y vulnerabilidad.
El papel que lo definió
Su gran salto llegó con la segunda temporada de The Wire, la serie creada por David Simon para HBO que hoy se considera una de las obras capitales de la ficción televisiva. Allí dio vida a Ziggy Sobotka, el hijo díscolo de un líder sindical portuario, un joven atrapado entre la presión familiar, los trapicheos y su propia inmadurez. El personaje, a medio camino entre lo patético y lo trágico, se convirtió en uno de los más recordados del arco de los muelles y consolidó a Ransone como un actor capaz de hacer creíbles los desbordes emocionales sin caer en la caricatura.
A partir de The Wire, su nombre empezó a aparecer con frecuencia en repartos de cine y televisión. Trabajó en títulos como Malachance, Plan oculto, Generation Kill, Policías de Queens o Sinister, moviéndose con soltura entre el drama urbano, el thriller y el terror sobrenatural. No eran siempre papeles protagonistas, pero sí piezas clave en engranajes muy distintos, que aprovechaban esa energía un poco descompensada que le convertía en una presencia magnética incluso en segundos planos. Para muchos directores era el rostro ideal cuando hacía falta alguien que transmitiera que algo estaba a punto de romperse.
De Derry a la pantalla grande
En 2019 volvió al primer plano con It: Capítulo 2, secuela de la adaptación de Stephen King dirigida por Andy Muschietti. Ransone interpretó la versión adulta de Eddie Kaspbrak, uno de los miembros del Club de los Perdedores, y se ganó aplausos por capturar los tics, inseguridades y humor nervioso del personaje que había presentado Jack Dylan Grazer en la primera parte. Más recientemente participó en Black Phone, otra cinta de terror de éxito donde encarnó a Max, un tipo excéntrico pero entrañable que aportaba humanidad en medio de un relato muy oscuro. Ese equilibrio entre lo roto y lo tierno terminó siendo su marca.
Con su muerte prematura, Hollywood pierde a uno de esos intérpretes que quizá nunca lideraron grandes campañas de promoción, pero dejaron un rastro muy reconocible en la cultura pop de las últimas dos décadas. Para los espectadores queda su trabajo en la pantalla; para su entorno cercano, un duelo íntimo que trasciende cualquier obituario.
