El aire que respiramos se compone principalmente de dióxido de carbono, helio, nitrógeno, neón y oxígeno. El oxígeno es el más relevante al ser una de las sustancias necesarias para los procesos vitales básicos de la mayoría de formas de vida. Aunque haya dirigentes que están perdiendo el interés por el espacio, lo cierto es que ser capaces de generar oxígeno podría ser una manera de llevar a cabo misiones espaciales que permitan colonizar otros mundos, sin necesidad de ser ultrarresistentes tardígrados. Por eso, el descubrimiento del llamado "oxígeno oscuro" en el fondo del mar ha sido toda una sorpresa inesperada, porque desafía lo que sabemos de cómo se genera.
"Oxígeno oscuro", el descubrimiento en las profundidades oceánicas que desafía lo que sabemos sobre cómo se crea este elemento
La teoría (y la práctica hasta el momento, realmente) dice que el oxígeno no puede generarse sin la presencia de luz. El fenómeno de la fotosíntesis que aprendimos en la educación básica: las plantas usan la luz del sol para llevar a cabo la fotosíntesis, que descompone el dióxido de carbono y libera oxígeno en la atmósfera.
Aunque la creencia popular sea que la mayor parte del oxígeno viene de bosques, en realidad el fitoplancton oceánico es el responsable de la producción de más de tres cuartas partes del oxígeno que respiramos.
El citado fitoplancton, pese a estar en el mar, sigue haciendo la fotosíntesis usando luz solar. El océano es una gran fuente de vida y aunque la forma de vida más antigua de la Tierra es un árbol, lo cierto es que si pensamos en seres vivos posiblemente sea cierto tiburón que lleva siglos nadando. El caso es que el resumen es que, incluso en el agua, las formas de vida capaces de hacer la fotosíntesis necesitan luz solar, cosa que desafían unas rocas metálicas encontradas en el fondo del mar que, según la teoría formulada, con capaces de generar oxígeno en total oscuridad.
Andrew Sweetman, profesor de la Asociación Escocesa de Ciencias Marinas y director de un proyecto de investigación que ha estado analizando la región de Clarion-Clipperton (a unos 4.000 metros de profundidad entre México y Hawái) llevan ya tres años analizando el fenómeno. Su investigación apunta a unos nódulos de ferromanganeso que, sin la intervención solar, llevan a cabo un proceso de electrólisis (nombre que recibe el procedimiento de disolución de una sustancia química mediante corrientes eléctricas) que descompondría las moléculas del agua que los rodea, liberando oxígeno en el proceso.
El estudio aún no ha llegado a una conclusión irrefutable y debido a sus implicaciones sobre el origen de tan fundamental elemento, hay muchos escépticos. Desde compañías mineras que trabajan en la zona como The Metals Company y que afirman que se revisen los datos (aunque hay que tener en cuenta que podrían tener intereses privados y el descubrimiento quizás paralizaría sus operaciones) hasta oceanógrafos que descartan tales fenómenos de electrólisis, no son pocos los que dudan del cambio de paradigma.