El asteroide 2024 YR4 ha vuelto a captar la atención de astrónomos y agencias espaciales, aunque esta vez la preocupación no está centrada en la Tierra, sino en su satélite natural. Según nuevos cálculos realizados con datos del telescopio espacial James Webb, la probabilidad de que este cuerpo celeste impacte contra la Luna en los próximos años ha aumentado hasta un 3,8 % y esto permitirá a la ciencia estudiar una colisión en directo.
Si bien sigue siendo una posibilidad baja, los expertos lo consideran lo suficientemente significativo como para activar protocolos de observación intensiva. La historia de este asteroide es tan reciente como inquietante. Apenas hace unos meses, el 2024 YR4 era monitorizado como una amenaza potencial para nuestro planeta, con un pico de probabilidad de colisión del 3,1 %.
El mismo asteroide que iba a impactar contra la Tierra apunta a la Luna
Aunque ahora ese riesgo ha sido descartado casi por completo, la atención se ha desplazado a la Luna, cuya superficie podría volver a registrar un impacto de magnitud media, algo que no sucede con frecuencia en la era moderna. Según la NASA y la Agencia Espacial Europea, este asteroide mide entre 53 y 67 metros, superando el umbral de 50 metros a partir del cual se activan los protocolos de defensa planetaria.
Si la amenaza fuera para la Tierra, ya se estarían planificando misiones de desvío, como la que protagonizó la sonda DART en 2022. Pero tratándose de la Luna, la comunidad científica observa el fenómeno desde una perspectiva distinta: como una oportunidad única para estudiar en directo un impacto de este tipo.
Permitirá estudiar una colisión en tiempo real
La posibilidad de un choque real —aunque todavía poco probable— es vista como un “gran experimento” por científicos como Mark Burchell, de la Universidad de Kent, quien sostiene que sería visible incluso con telescopios terrestres convencionales. Richard Moissl, jefe de la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA, apunta que un impacto de este calibre podría proporcionar datos muy valiosos sobre los efectos cinéticos y geológicos en un entorno sin atmósfera, algo imposible de simular completamente en laboratorios terrestres.
A diferencia de la Tierra, la Luna no cuenta con un escudo atmosférico que frene objetos espaciales. Esto ha hecho que su superficie esté cubierta de cráteres formados por impactos durante su “periodo cataclísmico”, hace más de 3.800 millones de años. Si el asteroide 2024 YR4 llegase a impactar, no solo añadiría uno más a ese registro natural, sino que ofrecería a la ciencia contemporánea una ocasión excepcional para entender mejor la mecánica de colisiones cósmicas y avanzar en futuras estrategias de defensa frente a amenazas espaciales reales.