Hace unas semanas, la NASA y la ESA activaron todas las alarmas: el asteroide 2024 YR4 era un cupero especial protencialmente peligroso. Aumentó su posibilidad de riesgo de impacto, y rápidamente se comenzó a barajar su impacto contra la Tierra. Ahora, el telescopio espacial James Webb ha puesto su mirada en el objeto más pequeño de su historial de observaciones, pero por una razón de peso, pues los nuevos datos ofrecen una imagen mucho más clara de su naturaleza y de su posible destino.
El asteroide 2024 YR4 mantiene la incertidumbre: su posibilidad de impacto lunar sube al 4%
Gracias a las imágenes obtenidas con la cámara de infrarrojo cercano (NIRCam) y el instrumento de infrarrojo medio (MIRI), los astrónomos han podido calcular que 2024 YR4 tiene un diámetro de 60 metros, el equivalente a un edificio de 15 plantas. Sin embargo, su comportamiento térmico resulta más propio de objetos de mayor tamaño, lo que sugiere que podría estar compuesto por rocas de gran tamaño en lugar de polvo fino o regolito. Su alta velocidad de rotación también podría ser un factor clave en esta anomalía.
Las primeras observaciones realizadas con el Webb el pasado 8 de marzo han confirmado lo que ya adelantaban la NASA y la ESA: 2024 YR4 no representa una amenaza para nuestro planeta. La probabilidad de impacto en la Tierra, inicialmente estimada en un inquietante 3,2%, se ha reducido hasta un casi despreciable 0,0011%.
Pero el caso de la Luna es diferente. Los cálculos actuales sitúan en un 3,8% la posibilidad de que el asteroide termine impactando contra la superficie lunar, un escenario poco probable pero no imposible. Y, sorprendentemente, los astrónomos están encantados con la idea.
A diferencia de un posible choque contra la Tierra, que encendería todas las alarmas, un impacto en la Luna supondría una oportunidad sin precedentes para la comunidad científica. Observar en tiempo real cómo un asteroide conocido crea un nuevo cráter permitiría analizar sus efectos en la superficie lunar, la expulsión de material y la evolución del impacto sin los inconvenientes de la imprevisibilidad.
“Queremos seguir monitorizando 2024 YR4 para ver si la probabilidad de impacto con la Luna aumenta o acaba reduciéndose a cero”, explica Andrew Rivkin, astrónomo de la Universidad Johns Hopkins. Mientras tanto, Alan Fitzsimmons, de la Queen’s University de Belfast, se muestra optimista: “Crucemos los dedos para que haya impacto. No afectaría a la Tierra, pero nos daría la primera oportunidad de estudiar la formación de un cráter lunar en tiempo real”. En otras palabras, esta vez no hay que preocuparse por el asteroide. De hecho, si termina impactando en la Luna, será un espectáculo cósmico con el aval de la ciencia.
