Star Wars: Tripulación Perdida es la nueva serie de Star Wars en Disney+, una producción muy esperada por los aficionados galácticos, que llevan varios meses observando cómo La Casa del Ratón y la propia Lucasfilm no saben qué hacer con la saga. Mientras numerosos proyectos se cancelan o posponen, la compañía de Mickey Mouse da algunos pasos en la dirección correcta e intenta apelar a la nostalgia y el público que creció con las películas originales y las precuelas. Tripulación Perdida, serie de la que en Vandal hemos podido ver varios episodios en adelanto, llega como un soplo de aire fresco en un universo cada vez más expandido y complejo y en el que muy pocas producciones llegan al nivel de Andor. Os contamos qué nos ha parecido sin spoilers.
Nostalgia y emoción en una aventura de Star Wars que bebe de clásicos como Los Goonies y de éxitos recientes como Stranger Things
Bajo la dirección de una mano firme y creativa como la de Jon Watts (autor de la trilogía de Spider-Man con Tom Holland para Marvel) y Christopher Ford, esta nueva entrega del universo galáctico busca un delicado equilibrio entre la magia de la trilogía original y el aire juvenil y aventurero de producciones como Stranger Things o cintas auspiciadas por las directrices de la mítica Amblin, como Los Goonies y no, no es un mero reclamo publicitario o un truco para engañar a los incautos. El resultado de esta mezcla y premisa, aunque imperfecto, es encantador.
Desde el primer momento, Tripulación Perdida abraza su herencia cinematográfica, evocando los tonos aventureros y pulp Una nueva esperanza -su inicio es idéntico- y la calidez mágica de las películas de los Ewoks, La aventura de los Ewoks y La batalla del planeta de los Ewoks, dos producciones infantiles que intentaban trasladarnos el punto de vista de los más pequeños en la convulsa galaxia surgida de la imaginación de George Lucas.
Esta combinación de nostalgia y novedad impregna cada rincón de la producción de Disney+, que se aleja del conflicto épico entre Sith y Jedi para sumergirse en historias más terrenales y cotidianas. Aquí, los Jedi son figuras místicas y casi olvidadas, inexistentes para gran parte de los ciudadanos de un alejado planeta que permanece ajeno a la caída del Imperio Galáctico y la entrada de la Nueva República. Se trata de una decisión narrativa que potencia el sentido de misterio y maravilla que la saga había perdido en entregas recientes.
La historia sigue a un grupo de jóvenes carismáticos y diversos que, tras descubrir una nave enterrada en su planeta, se quedan varados una estación espacial pirata llena de secretos y bandas realmente peligrosas, que buscan hacer el agosto ahora que Palpatine ha sido derrotado y el nuevo gobierno intenta restaurar la estabilidad en una galaxia azotada por la guerra. Estos chicos -Ravi Cabot-Conyers como Wim, Kyriana Kratter como KB, Robert Timothy Smith como Neel y Ryan Kiera Armstrong como Fern- aportan algo único a la dinámica del grupo, desde el ingenio sarcástico del líder improvisado hasta la curiosidad insaciable del más inocente.
La ficción intenta replicar el encanto de los niños de Los Goonies, consiguiendo un equilibrio único gracias a las razas del universo expandido de Star Wars, lo que le otorga un aire fresco y una dimensión adicional, como si se tratara de una partida de rol -una bastante imaginativa en la que cualquier cosa puede pasar- llevada a la pequeña pantalla. Una vez conozcan al personaje de Jude Law, un usuario de la Fuerza de turbulento pasado, Jod Na Nawood, todo se desmadrará. Law está inmenso en este personaje, sinvergüenza y resuelto, así como una especie de capitán poco recomendable para una tripulación de críos. El contraste es perfecto. Law, por cierto, que da a vida a un mítico perfil galáctico al que muchos de los aficionados de Star Wars reconocerán.
La dirección de Watts y la de David Lowery, autor de la excelente El caballero verde y de la versión cinematográfica de Peter Pan, logra capturar la esencia de un Star Wars más básico, más cercano a las raíces de la saga, alejada de los últimos intentos televisivos. Sin embargo, Tripulación Perdida no se limita a reciclar viejas fórmulas, sino que busca contar algo nuevo y diferente con los mismos ingredientes de siempre. Esto se nota en la forma en que la película mezcla lo cotidiano con lo mágico. Hay momentos en los que esta mezcla encaja a la perfección, transportando al espectador a una galaxia llena de posibilidades y aventuras. Justo lo que Lucas pretendía. Pero en otros momentos, la ficción -que parece firmada por Amblin, la productora de Steven Spielberg- cae en un tono algo inocente y kitsch, que podría desconcertar a quienes esperan algo más serio o dramático.
Tripulación Perdida es un festín. La fotografía y el diseño de producción evoca la estética de los años 80, con paisajes naturales que recuerdan a Endor y secuencias de acción en el espacio que están sacadas, casi plano por plano, de Una nueva esperanza o El imperio contraataca pero con la espectacularidad y la escala de Rogue One. La música, que mezcla temas clásicos con nuevas composiciones, refuerza esta atmósfera de misterio y nostalgia constante que tanto se esfuerza la historia por mostrar al espectador.
Tras el desafío que supuso The Acolyte al explorar zonas más oscuras y filosóficas del universo Star Wars, en un contexto diferente a nivel cronológico, Tripulación Perdida apuesta por una narrativa más ligera y accesible. Es un intento de cuadrar el círculo, equilibrando el peso de una saga cargada de expectativas con una historia que busca conectar con nuevas generaciones. Y, sorprendentemente, lo logra. El guion, aunque a veces predecible, tiene corazón y alma, logrando transmitir la sensación de que los personajes y sus decisiones importan, y que en el fondo, todos podemos ser ese grupo de críos intentando encontrar el camino a casa. Cada uno tiene su momento para brillar, y el misterio que envuelve a su planeta de origen con similitudes a la Tierra- mantiene el interés hasta el final. Además, las referencias al Universo Expandido, desde criaturas hasta tecnologías olvidadas, satisfarán a los fans más veteranos.
Star Wars: Tripulación Perdida es una propuesta nostálgica y con personalidad que, aunque no perfecta, encuentra su lugar en el vasto universo de la saga. Con un grupo de personajes entrañables, una dirección sólida y un estilo visual que combina lo viejo y lo nuevo, la serie logra capturar la esencia de Star Wars mientras abre nuevas puertas para futuras historias. No todos los elementos funcionan a la perfección, pero la producción de Lucasfilm para Disney+ nunca pierde su encanto y su capacidad para recordarnos por qué nos enamoramos de esta galaxia hace mucho tiempo. Es una vuelta a lo básico, pero con una chispa de novedad que nos deja con ganas de más.