Es una de las grandes megaconstrucciones de nuestro tiempo. Y no, no hablamos de la nueva pieza cúbica colosal. Hablamos de Six Flags Qiddiya City, un parque de atracciones que ya tiene fecha marcada en rojo en el calendario: el 31 de diciembre de 2025. Ese día, en pleno corazón de Arabia Saudí, abrirá sus puertas un parque de atracciones concebido no tanto para competir, sino para redefinir los límites del ocio extremo. Su carta de presentación es contundente: albergará la montaña rusa más rápida, más alta y más larga del mundo, y aspira a convertirse en uno de los complejos recreativos más ambiciosos jamás levantados.
Abre el parque temático de 860 millones de euros con una montaña rusa récord de 3 kilómetros y 182 metros de caída libre
El recinto contará con 28 atracciones, pero todas las miradas apuntan a Falcon’s Flight, una bestia de acero con 3 kilómetros de recorrido y una caída superior a los 182 metros, diseñada sin concesiones para un público que busca experiencias al borde de lo soportable. No es una atracción pensada para el gran público: es un desafío directo al vértigo y a la física.
El resto del catálogo no se queda atrás. Iron Rattler presume de la inclinación más pronunciada jamás vista en una montaña rusa; Gyrospin eleva el concepto de péndulo hasta cotas nunca exploradas; Spitfire apuesta por un sistema de triple lanzamiento que dispara la adrenalina desde el primer segundo; y la Torre Sirocco se alza como la torre de tiro independiente más alta construida hasta la fecha. Cada atracción parece diseñada con una idea clara: batir un récord o crear uno nuevo.
Selim Bassoul, presidente ejecutivo de Six Flags Entertainment, no se anda con rodeos al definir el proyecto. En declaraciones a Express, lo resume con una frase que funciona casi como manifiesto: “No estamos construyendo un parque temático más; estamos levantando el parque de emociones más extremo del mundo”.
Qiddiya representa una inversión cercana a los 858 millones de euros y una ambición que trasciende el mero ocio. No es solo un parque temático, sino un macroproyecto concebido como destino global, llamado a convertirse en uno de los mayores polos de entretenimiento y entrenamiento del mundo. Sus dimensiones son colosales: la ciudad ya es tres veces más grande que París y sus impulsores calculan que podrá recibir hasta 40 millones de visitantes anuales.
El desarrollo se enmarca en Visión 2030, el plan estratégico con el que Arabia Saudí busca diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo, apostando por el turismo, el ocio y los grandes eventos internacionales. Según Selim Bassoul, el impacto económico es tangible, ya que los parques temáticos suelen aportar entre un 12% y un 18% de crecimiento adicional del PIB en las ciudades que los albergan, dinamizando sectores como la hostelería y el transporte. Para Bassoul, el proyecto simboliza un reto superado frente a la incredulidad inicial y las condiciones extremas, convirtiéndose en un emblema de ambición, resiliencia y reinvención a gran escala.















