En la industria de los videojuegos, las segundas oportunidades no solo son posibles, sino que, en ocasiones, se convierten en espectáculos dignos de aplauso y de jugar, claro. Títulos olvidados, aplastados por el peso del tiempo o eclipsados por avances de la propia tecnología, han conseguido resucitar ante todo pronóstico, redefiniendo lo que una franquicia puede llegar a ser y no había sido. Por eso Wolfenstein es todo un ejemplo: lo que en los años 80 y 90 fue un hito en el género de los shooters, revivió en 2014 como una obra que no solo actualizó su legado, sino que lo enriqueció con una profundidad narrativa y un diseño moderno que consiguió no solo encantar a los veteranos, sino darse a conocer entre nuevas generaciones. La pregunta que muchos se hacen ahora es: ¿podrá repetirse esta hazaña con un gigante de la cultura pop como es Indiana Jones en el juego Indiana Jones y el Gran Círculo?
No es ningún secreto que el entretenimiento contemporáneo actual bebe muchísimo de la nostalgia y de las franquicias de hace alguna que otra década. En el cine, la televisión y, por supuesto, los videojuegos, las historias y personajes que marcaron generaciones siguen siendo una fuente de inspiración y, a veces, de revitalización. Pero mientras algunos intentos de resurrección han caído en la trampa de la nostalgia hueca que apenas ha vendido copias (que al final es lo que quieren las empresas), otros han demostrado que mirar atrás no siempre significa avanzar con los ojos cerrados. Crash Bandicoot volvió a la vida con un remake que celebró su esencia mientras refinaba su presentación.
Doom, otro titán de capa caída, emergió con una intensidad brutal y un diseño casi impecable, de hecho, sigue demostrando músculo y tiene pendiente el lanzamiento de otro juego más para 2025, Doom: The Dark Ages. En ese contexto, el regreso de Wolfenstein fue especialmente significativo: no solo devolvió a los jugadores el placer de enfrentarse a un ejército nazi alternativo, sino que lo hizo con una narrativa arriesgada y una estética, que puede meterte más en problemas ahora que cuando salió el primer juego.
Por ejemplo, en Alemania sufrió censura principalmente debido a las estrictas leyes del país sobre el uso de símbolos relacionados con el nazismo, como la esvástica. Durante décadas, cualquier referencia explícita al régimen nazi fue eliminada o alterada en las versiones alemanas de los juegos, reemplazando símbolos históricos con iconografía genérica e incluso cambiando el término "nazis" por "el régimen" o "enemigos". Este proceso alcanzó su punto máximo con la versión alemana de Wolfenstein: The New Order (2014), donde los cambios incluyeron la eliminación de bigotes en personajes que aludían directamente a figuras históricas como Adolf Hitler. Ya en 2018, se relajaron algunas de estas restricciones gracias a una reinterpretación legal que permite el uso de estos símbolos cuando sirven a fines artísticos o narrativos, aunque los desarrolladores todavía deben justificar su inclusión.
Sin embargo, revivir no es solo resucitar. Implica, además, reformular, reinventar y presentar algo más que un recuerdo pulido: implica ofrecer una experiencia que se sienta relevante para el presente y suficientemente llamativa como para competir en un mercado abarrotado de títulos, tanto precuelas, secuelas y spinoff como nuevas IP. MachineGames, el estudio responsable de dar nueva vida a Wolfenstein, demostró ser maestro en esta tarea.
Supieron tomar un clásico, desempolvarlo y transformarlo en un fenómeno que abrazó tanto la acción más desbocada como una narrativa con cierta profundidad y lore. Pero su éxito no puede simplemente copiarse y pegarse. Cada franquicia tiene su propio ADN, y lo que funcionó para una saga como esta podría no ser suficiente para plasmar el espíritu de aventura, ingenio y exploración que define a Indiana Jones. De hecho, las primeras impresiones no han sido del todo halagüeñas.
Así, nos encontramos en un momento crucial. El legendario arqueólogo, que ha sido ícono de generaciones gracias al cine de Steven Spielberg y George Lucas, podría estar a punto de vivir una reinvención que lo lleve al Olimpo de los videojuegos. La pregunta, sin embargo, sigue en el aire: ¿estará MachineGames preparada para no solo rendir homenaje a un héroe tan querido, sino también para insuflarle la energía creativa que lo haga destacar en una industria plagada de competidores? Con Wolfenstein lo clavaron pero ambas franquicias no tienen nada que ver. De hecho, el origen cinematográfico y la sombra de Harrison Ford podría suponer una losa para el juego.
Historia y legado de 'Wolfenstein'
Pocas franquicias en la historia de los videojuegos han experimentado un viaje tan particular como Wolfenstein. Lo que comenzó en 1981 como un sencillo juego de sigilo en 2D, Castle Wolfenstein, se convertiría más tarde en un hito para la industria. Fue en 1992, con Wolfenstein 3D, que se convirtió un antes y un después, estableciendo los cimientos del género de disparos en primera persona (FPS) y presentando a los jugadores un estilo de juego que definiría décadas. Este clásico, desarrollado por id Software, no solo popularizó el FPS, sino que lo hizo con una mezcla explosiva de acción, diseño laberíntico y enemigos bastante controvertidos: los nazis, convertidos en antagonistas caricaturescos pero peligrosos. Sin embargo, como ocurre con muchos pioneros, quedó atrapado en su propio tiempo.
La historia, sin embargo, no terminó ahí. Tras varias secuelas que no lograron igualar la influencia del original, Wolfenstein parecía condenado a la obsolescencia. Pero todo cambió en 2014, cuando MachineGames tomó las riendas de la franquicia y le insufló una nueva vida con Wolfenstein: The New Order. Este no fue un simple ejercicio de nostalgia; fue una reinvención bastante valiente que entendió las raíces del original mientras exploraba un nuevo terreno. En lugar de limitarse a actualizar las mecánicas clásicas, el estudio decidió profundizar en la narrativa, presentando un mundo alternativo en el que los nazis habían ganado la Segunda Guerra Mundial. El resultado fue una ucronía bastante inquietante que no solo ofrecía la adrenalina de los tiroteos, sino también una historia con cierta moraleja y reflexión.
El éxito de The New Order radicó en su capacidad para modernizar la IP sin realmente dar la espalda a sus raíces. Las mecánicas eran pulidas, los gráficos aprovechaban el poder del id Tech Engine, y la jugabilidad combinaba la acción con incluso momentos de sigilo. Pero el verdadero logro fue la narrativa: los jugadores no solo disparaban a nazis genéricos; estaban inmersos en una lucha emocional y personal. El protagonista, B.J. Blazkowicz, pasó de ser un simple avatar de acción a un personaje con cierto fondo, cargado de traumas. La atención al detalle se extendía a los personajes secundarios, quienes aportaron un peso emocional inusual en el género.
El éxito de The New Order generó una ola de secuelas y expansiones, como Wolfenstein II: The New Colossus, una secuela directa de la nueva IP distribuida por Bethesda. Pero lo que realmente consolidó el renacimiento de esta franquicia fue su capacidad para equilibrar dos fuerzas aparentemente opuestas: la herencia de un juego arcade clásico y la exigencia moderna de experiencias tanto con cierta exigencia gráfica como en cuanto a narrativa. MachineGames supo entender que no se trataba solo de recuperar un nombre querido, sino de redefinirlo sin perder de vista lo que lo hizo especial en primer lugar.
'Indiana Jones and the Great Circle': ¿Un nuevo reto?
Indiana Jones es sinónimo de de aventuras: templos llenos de trampas mortales, reliquias místicas y ese inconfundible sombrero que se convirtió en símbolo. Sin embargo, trasladar esa esencia al mundo de los videojuegos ha sido, históricamente, una empresa compleja. Desde los primeros títulos de los años 80 hasta las entregas más modernas, ningún intento ha logrado capturar plenamente la magia de Indiana Jones como lo hicieron las películas originales. Pero ahora, con MachineGames y Bethesda al mando, surgen dudas: ¿es posible que el arqueólogo más famoso del cine encuentre finalmente un buen legado en la industria o será un batacazo más?
Lo cierto es que tampoco ha tenido adaptaciones de récord en cuanto a ventas. El título más destacado es Indiana Jones and the Fate of Atlantis (1992), una aventura gráfica que se convirtió en un clásico de culto y que para muchos es uno de los mejores exponentes de las aventuras point-and-click. Aunque no rompió récords de ventas en su tiempo, su reputación se mantuvo sólida gracias a su narrativa y su fidelidad al espíritu de las películas. Por otro lado, Indiana Jones and the Emperor's Tomb (2003), una aventura de acción lanzada para consolas y PC, recibió críticas favorables por su jugabilidad y ambientación, pero sus ventas tampoco alcanzaron cifras notables, quedando lejos de consolidar un éxito comercial rotundo. En general, aunque los juegos de este aventurero han tenido una base de fans, no han logrado el nivel de éxito masivo de franquicias como Uncharted o Tomb Raider, lo que subraya la oportunidad que MachineGames tiene para redefinir al personaje en el mercado actual.
De hecho, el anuncio de un nuevo juego de Indiana Jones en 2021, Indiana Jones and the Great Circle, generó bastante entusiasmo, aunque también se miró con bastante precaución. Después de todo, hablamos de un personaje que, aunque legendario, no ha gozado de un éxito sostenido en los videojuegos. La pregunta clave es: ¿qué puede hacer MachineGames para que Indiana Jones destaque en un mercado donde Nathan Drake y Lara Croft ya han dejado huella?
El reto no es menor. Este no es solo un personaje, es un universo. El verdadero desafío radica en equilibrar estos elementos sin reducir al personaje a un simple héroe de acción. Además de cumplir con unos estándares gráficos y en cuanto a animaciones, que a primera vista no han dejado muy tranquilos a los fans de Indy. Además, el protagonista no es un soldado ni un cazador de tesoros cualquiera; es un arqueólogo con un intelecto afilado y un inquebrantable sentido del deber, rasgos que deben traducirse en mecánicas de juego que vayan más allá de disparar o escalar. Además, en el juego es Harrison Ford, al igual que en las películas, por lo que relacionar y comprarar ambos medios es inevitable. MachineGames, con su experiencia, debería tener la capacidad técnica y creativa para enfrentar este desafío, pero los primeros vídeos ‘in game’ no están del todo a la altura.
Tendrá que evitar comparaciones con 'Uncharted' y 'Tomb Raider'
Uno de los obstáculos más evidentes será evitar comparaciones inevitables con Uncharted, una franquicia que no solo perfeccionó el género de acción y aventuras, sino que además fue claramente influenciada por las películas de este historiador aventurero. Nathan Drake, el protagonista, es en esencia un "hijo espiritual" de Indy, y la serie ha establecido estándares altísimos en narrativa, diseño de niveles y acción cinematográfica.
A este se suma Tomb Raider, otra saga que redefinió el género con sus entregas modernas, destacando por su enfoque en la supervivencia y la resolución de acertijos en entornos exóticos. ¿Cómo puede entonces encontrar su propio espacio en un mercado saturado de aventuras similares? La clave podría estar en retroceder hasta lo que hizo único al personaje en primer lugar: su combinación de humor, aventura, humanidad y cierto toque de intelectualidad. El papel de Bethesda como publisher también plantea interrogantes. Con éxitos como The Elder Scrolls y Fallout, Bethesda sabe cómo construir mundos. Sin embargo, su historial con juegos de acción pura es más limitado y sus últimos lanzamientos como Starfield o, sobre todo, Redfall, han quedado muy lejos de las expectativas de los fans.
Por último, no se puede ignorar el peso del legado cinematográfico de esta franquicia, fama que de hecho aprovecha, claro. Con el reciente fracaso deIndiana Jones y el Dial del Destino como recordatorio, no pinta tan bien este regreso. La película ha supuesto pérdidas millonarias para Disney, se estrenó el verano del pasado año y su taquilla a nivel mundial fue 383,9 millones de dólares, una cifra muy lejana al rendimiento que habían obtenido los otros títulos de la saga. Incluso fue insuficiente para cubrir su colosal presupuesto y que acabó disparándose casi hasta los 385 millones. Con 25 millones solo empleados en los honorarios de Harrison Ford,
¿Qué pueden aprender de Wolfenstein?
Si hay algo que MachineGames ha demostrado con Wolfenstein es que revivir una franquicia no consiste únicamente en modernizar gráficos o refinar mecánicas, sino en comprender el núcleo emocional que hizo que esa serie fuera especial en primer lugar. Con Wolfenstein: The New Order, y sin tener encima las comparativas con sagas parecidas o películas de la misma franquicia, lograron un equilibrio impresionante entre el respeto por el material original y la voluntad de innovar, creando algo que se sentía tanto como un homenaje pero completamente nuevo.
Sin embargo, lo que funcionó para Wolfenstein no puede aplicarse sin más a Indy. El arqueólogo más famoso del cine tiene un ADN completamente diferente, pero hay lecciones cruciales que MachineGames puede trasladar de una franquicia a otra. En Wolfenstein, uno de los mayores aciertos fue la construcción de un mundo alternativo que se sentía tan vivo como aterrador. Este enfoque, el de la ucronía, no solo revitalizó la saga, sino que también le dio un propósito narrativo claro: los jugadores no estaban disparando a enemigos genéricos; estaban luchando contra una ideología opresiva y una realidad que subvertía la historia que conocemos. Para Indiana Jones, esta lección podría traducirse en un énfasis similar en la construcción de un mundo vivo, aunque no será abierto. De hecho, hasta tienen en común lo de enfrentarse a los nazis.
Otro pilar del éxito de Wolfenstein fue su narrativa centrada en los personajes. B.J. Blazkowicz dejó de ser un héroe unidimensional para convertirse en una figura compleja, con quebraderos de cabeza y aspiraciones. Esto permitió que los jugadores conectaran con la historia de manera más profunda, añadiendo cierto peso emocional a cada enfrentamiento. Para Indiana Jones, esta estrategia será crucial. Aunque el personaje ya tiene una personalidad icónica, MachineGames tendrá que ir más allá de los chistes fáciles y la acción, explorando las motivaciones y dilemas internos de Indy. ¿Qué lo impulsa realmente a poner su vida en peligro por artefactos olvidados? ¿Qué conflictos personales podría enfrentar en su lucha contra villanos y trampas mortales? Humanizar al héroe sin perder su esencia será clave para crear una buena experiencia.
Desde el punto de vista jugable, el título de Blazkowicz también ofrece valiosas lecciones. El título logró encontrar un equilibrio entre la acción más frenética y momentos de pausa que permitían a los jugadores explorar el mundo, interactuar con personajes y profundizar en la historia. Mientras que en Wolfenstein el ritmo vertiginoso de las batallas era una necesidad narrativa, el juego de Indy podría beneficiarse de un diseño más pausado, que premie la curiosidad y el ingenio de los jugadores. Puzzles ambientales, descubrimientos históricos y secuencias de investigación podrían ser tan emocionantes como cualquier persecución a caballo o tiroteo en un templo perdido.
Por último, está el tema del tono. Wolfenstein logró navegar por terrenos narrativos oscuros sin perder un sentido de humor absurdo que servía como válvula de escape. Esta mezcla será fundamental para Indiana Jones. Las películas siempre han mantenido un delicado equilibrio entre el peligro real y la aventura desenfadada, una fórmula que MachineGames deberá traducir al formato interactivo. Demasiada seriedad podría alejar a los fans del espíritu original, mientras que un exceso de humor trivializaría las historias que Indy persigue con tanta pasión. Encontrar este punto medio será crucial para capturar la esencia del arqueólogo.
Más allá de Uncharted y Tomb Raider, el género de acción y aventuras ha evolucionado hacia experiencias híbridas que combinan exploración, narrativa y mecánicas de mundo abierto. Juegos como The Legend of Zelda: Breath of the Wild u Horizon Zero Dawn han ampliado las expectativas de los jugadores, ofreciendo mundos vastos donde cada rincón puede esconder un misterio o un desafío. Aunque Indiana Jones no se aventura en un diseño completamente abierto, MachineGames deberá tomar nota de cómo estos títulos han elevado la sensación de descubrimiento y libertad.
Sin embargo, la mayor arma de Jones frente a sus competidores es su legado cinematográfico y cultural. Ni Uncharted ni Tomb Raider pueden reclamar el nivel de reconocimiento global que tiene Indy, un personaje que trasciende generaciones. El desafío estará en cómo MachineGames utiliza este legado sin depender únicamente de la nostalgia o abusar de ella. Los jugadores querrán más que referencias a las películas; esperarán una experiencia que expanda el universo del personaje, que lo haga sentir relevante en un género saturado. ¿Podrán MachineGames y Bethesda resistir la tentación de depender e incluso abusar de la nostalgia y, en cambio, construir algo que sea fiel al espíritu del personaje, pero que también lo modernice?