En los últimos años hemos asistido a dos fenómenos contrapuestos dentro del sector del videojuego: por un lado, la presencia cada vez mayor de los micropagos y sistemas similares en los videojuegos; por otro, los esfuerzos por parte de las instituciones gubernamentales para ofrecer un marco de regulación a esta práctica. El ministro de Consumo Alberto Garzón se pondrá al frente de esta iniciativa por parte de España, con el fin de "prevenir" la ludopatía entre los menores y los jugadores.
Los micropagos en el punto de mira de España
Los micropagos o microtransacciones, que pueden manifestarse como cajas de botín, consisten pequeñas cuantías que pagan los jugadores dentro del videojuego que estén disfrutando. La cuestión se torna más grave en el caso de las mencionadas cajas de botín, ya que el premio es aleatorio.
El desconocimiento del premio que va a recibir el jugador es lo que provoca que organismos reguladores equiparen a las cajas de botín con las apuestas y los juegos de azar, y por eso requieran de una legislación específica.
Esta práctica genera miles de millones de dólares en la industria del videojuego, como es el caso de Overwatch. Y si bien compañías como Electronic Arts se esfuerzan en decir que las cajas de botín son una "mecánica de sorpresa", lo cierto es que desde el parlamento británico se recomendaba regular las cajas de botín por su falta de transparencia, sosteniendo que estos micropagos deben estar reguladas por la ley de juegos de azar, mientras que deberían estar prohibidos para los menores.
El Ministerio de Consumo de España tomará las riendas de la situación, de igual forma que han actuado otros países europeos como Francia o Bélgica, donde directamente se eliminaron las microtransacciones de juegos como Fire Emblem y Animal Crossing. El argumento que esgrimen desde el gobierno es que este tipo de mecanismos pueden terminar desembocando en "comportamientos de consumo compulsivos" debido al efecto del azar o de sorpresa. A fin de cuentas, la estrategia que siguen estos sistemas es el que podríamos encontrar en cualquier máquina tragaperra.
Si antes hablábamos del caso de Overwatch, un único juego, si nos alejamos del escenario y abarcamos a toda la industria del videojuego en España, encontramos que estas cajas de botín suponen un auténtico impulso para las arcas del sector: tal y como apunta la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), España facturó en 2018 1530 millones de euros, cifra que triplicaba los beneficios de la industria del cine (585 millones) y que suponía un crecimiento del 12,6 %.
Este viernes 28 de febrero, Garzón ofrecerá la hoja de ruta de su ministerio en el Congreso de los Diputados. Esto se produce después de que haya presentado el borrador de real decreto para regular la publicidad del juego online, que estaba pendiente de desarrollo desde la aprobación de la Ley del Juego de 2011. Este se presenta como "un primer paso" para combatir los problemas que desencadena en España el juego, así como atacar la publicidad de las casas de apuestas.
Micropagos e industria: una práctica dañina para los jugadores
La industria del videojuego busca estrategias para mantener a los jugadores comprometidos con sus títulos. Sin embargo, esto puede desembocar en situaciones que acaben resultando perjudiciales para los propios jugadores. El pasado año, la firma de abogados canadiense Calex Légal acusaba a Epic Games de haber diseñado el popular juego Fortnite "a conciencia" para ser adictivo. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor de El cerebro de los niños explicado a los padres, sostenía que estos estímulos de recompensa tienen un mayor efecto "cuanto más pequeño es el niño", aseverando que son estímulos "muy adictivos incluso para adultos".
El pasado mes de septiembre, 15 organismos reguladores del juego se alzaron en Europa contra las cajas de botín; mientras tanto, encontramos casos de jugadores que han gastado miles de euros en los videojuegos: es el caso de este jugador de Runescape, que gastó 60.000 euros en un año.