In the Same Boat es una mezcla de videojuego y experimento social y emocional. Se trata de un runner infinito, uno de esos juegos en los que hay que llegar lo más lejos posible esquivando obstáculos, pero con una variable a tener en cuenta: es cooperativo y el método de control son las expresiones faciales de los dos jugadores.
En este título, que pretende "ayudar a amigos, familia y compañeros distribuidos geográficamente a sentirse más juntos a través de la interacción con el juego", el barco que controlan los jugadores solo avanza cuando ambos coordinan sus expresiones faciales siguiendo los emoticonos que avanzan por la pantalla: hay que reírse, enfadarse, poner muecas o hacer cualquier otro gesto de manera simultánea.
Jugar con expresiones faciales
El juego, creado por un equipo dirigido por Katherine Isbister, una investigadora de diseño de juego emocional, tiene el objetivo de crear "intimidad, confianza, cariño y afecto superando las distancias a través del juego en red".
Los investigadores afirmaron que al tener que usar muecas coordinadas para jugar vieron "una sensación elevada de cercanía social entre los participantes".
¿Pero cómo puede una cámara que capta las expresiones faciales de un jugador de una parte del mundo sincronizarse con las de otra persona en el punto opuesto del planeta? Básicamente, gracias a que se basa en un trabajo de otra estudiante de la Universidad de California, que creó All the Feels.
Aquel proyecto se trataba de un overlay o superposición para las retransmisiones de Twitch que analiza cómo los espectadores se conectan emocionalmente con los streamers que ven gracias a una cámara que recoge datos biométricos, para que después esos emisores de contenido puedan reaccionar a las emociones de su audiencia.
Está por ver si veremos tecnologías de este tipo aplicadas a los juegos comerciales, pero el concepto es, cuanto menos, interesante.
