Hace unos meses, China ya advirtió de una paralización en el proceso de publicación de nuevos videojuegos en el país. El gobierno clausuraba una serie de caminos obligatorios para el lanzamiento de nuevos títulos en el país, que deben ser aprobados por un gabinete antes de ponerse a la venta en cualquiera de los canales oficiales registrados por el gobierno. Debido al aumento de la campaña del partido comunista contra las adicciones digitales, se ha dado carpetazo de forma momentánea al llamado canal verde, un camino que se debe recorrer para poner a la venta cualquier juego en el país.
El canal verde se cierra y comienza el mercado negro de ventas de licencias
Se esperaba un cerrojazo, pero no tan brusco o importante. El proceso de publicación de videojuegos en China es muy tedioso, complejo y delicado, en parte por la férrea censura china, que evita casi cualquier tipo de contenido que no esté aprobado por el único partido legalizado y gobernante en el país. Esto, que podría ser anecdótico en términos burocráticos, ha acabado paralizando de forma completa la edición o comercialización de juegos y contenidos digitales interactivos en el mercado más grande del mundo.
Los videojuegos locales o internacionales -de compañías externas al país- no podrán llegar a las tiendas o portales digitales. Es decir, nada de nuevos juegos o lanzamientos en China en los próximos meses. Según ha comunicado el gobierno a la prensa del país, se debe a un profundo cambio relacionado en la estructura con la que se evalúan los videojuegos antes de su publicación, pues ahora se hará más hincapié en el control y en la censura de aquellos videojuegos que contengan elementos violentos o relacionados con las apuestas y similares. Las nuevas restricciones este mercado de más de 3800 millones de dólares en beneficios potenciales están pasando factura a importantes compañías de videojuegos, como la del gigante Tencent Holdings o NetEase, dos de los suministradores de contenidos y videojuegos más grandes del país y de todo el mundo del ocio electrónico.
Se desconoce cuándo terminará este particular bloqueo, que no es el primero que realiza China. Hace unos años ya realizó una práctica similar, que acabó con pérdidas de millones de dólares para Tencent durante aquel ejercicio y que casi acaba con múltiples desarrolladoras y editoras en el país. País, que como os relatábamos, está preocupado por el aumento de casos de miopía y de adicción en el país. Muchos especialistas consideran que señalar que la miopía infantil es la principal preocupación no es más que una excusa del gobierno usada como cortina de humo para obtener un mayor control sobre los videojuegos y reforzar su control sobre la población al tiempo que se demoniza videojuegos y otras actividades de ocio digital.
Sin embargo, muchos han comenzado a hacer negocio de este cerrojazo ministerial. Si bien los juegos deben ser aprobados por el ministerio de cultura, hay otras licencias y administraciones que pueden expender este tipo de licencias o incluso se ha comenzado a crear un mercado negro en el que se revenden certificados o se permiten el uso de los mismos de cara a la edición o el lanzamiento de nuevos videojuegos bajo su amparo por precios que van desde los 50.000 a los 70.000 dólares por licencia.
Otras empresas ven este control y cierre por parte de la administración como una oportunidad para hacer negocio.
Una de ellas es Valve. Muchos jugadores han comenzado a migrar hacia la plataforma Steam, que ya cuenta con más de 30 millones de usuarios en el país. Si bien opera en el país, no se se acoge de forma férrea a las leyes asiáticas, ya que permite a los jugadores de China disfrutar de títulos que no están publicados en el territorio y usa servidores no alojados en el país. No se trata de nada ilegal, pues opera bajo la licencia y el acuerdo obtenido con la empresa Perfect World Co., pero no se sabe si podrá continuar haciendo negocio de esta forma. De momento, es la única solución para millones de jugadores que quieren seguir disfrutando de los videojuegos sin restricciones y controles constantes.