Hace algo más de un año probamos la alfa de The Tomorrow Children, uno de los juegos más desconcertantes del futuro catálogo de PlayStation 4 –y no el que más porque ahí tenemos Dreams-. Se trata de la nueva creación de Q-Games, el estudio que en la pasada generación nos ofreció varios títulos de diversos géneros bajo el nombre PixelJunk. El proyecto todavía continúa sin fecha definida, pero en los últimos días hemos podido dar un vistazo a los progresos realizados con una fase beta más concurrida que la anterior prueba.
The Tomorrow Children consiste en un mundo persistente online ambientado en una sociedad que se inspira en la Unión Soviética y las historias de monstruos japoneses gigantes, los kaiju. Aunque no está cubierto por la beta, la historia es la que os contamos en nuestras últimas impresiones: la Rusia distópica de los años 1960 realiza un experimento que pretende unir todas las mentes humanas en una única consciencia. El resultado es tan terrible que deja al planeta diezmado y durante décadas posteriores lo que resta es volver a construir la civilización mediante clones proyectados que trabajan en el Vacío, un extenso terreno de la nada donde ocasionalmente aparecen montañas con recursos básicos.
Estos clones, representados por niñas -con apariencia de muñecas-, deben repartirse los roles según las necesidades de la civilización. En The Tomorrow Children somos un integrante de una sociedad que trabaja para el crecimiento de la ciudad. Olvida la competitividad y las heroicidades, si trabajas correctamente serás recompensado, pero sobre todo estarás contribuyendo a fortalecer a tus compañeros. Igualmente, holgazanear y posponer las tareas más necesitadas en cada momento retrasa el progreso comunitario.

Varias son las diferencias de la beta respecto a la alfa. La alfa estaba más orientada a poner a prueba la conexión y era plenamente funcional en lo básico. La beta ha ampliado contenido e introduce varias novedades en el aspecto que más nos preocupaba, el de la diversión y desarrollo general. Como antes, el ciclo habitual consiste en elegir una de las actividades disponibles en base a nuestras preferencias, equipo y nivel de parámetros –destreza, fortaleza, poder, patriotismo, agilidad y fuerza-: ir a las montañas a cavar para extraer elementos necesarios de supervivencia o aumentar la población, prepararse para el combate contra los Izverg –las devastadoras criaturas- o las tareas de mantenimiento de la ciudad, desarrollando nuevas construcciones, cargando las reservas de energía o distribuyendo los recursos que se transportan en el autobús.
Entre las novedades se profundiza un poco en las diferencias entre el proletariado y los residentes burgueses, que disponen de privilegios especiales. The Tomorrow Children funciona como una sociedad real, con elecciones periódicas de alcalde donde los políticos realizan una serie de promesas que afectan a mejorar las herramientas o a dar mayor libertad de construcciones. La beta nos da acceso directo a derechos de burgueses residentes, lo que supone permiso a fabricar todos los objetos en las mesas de trabajo y comprar herramientas de más calidad, además de construir una residencia en la ciudad elegida. Cada ciudad dispone de un límite de ciudadanos y edificaciones, así que debes vigilar eso –y la existencia de amigos, si así lo deseas- a la hora de elegir tu ciudad.

Aparecen más elementos de personalización, de la ciudad –objetos decorativos- y la ropa, así como restricciones en la construcción ligadas al progreso de la ciudad que va perfilando lo que podría ser la versión final. Inicialmente hay que fijar las prioridades en la fuerza policial, que da acceso a las torretas, luego los generadores eléctricos, las tiendas, el Ayuntamiento –que sube el límite de la población- o el Ministerio de trabajo. Para ello se necesita mantener saludables las reservas de alimentos, madera, carbón, metal y cristal. Las muñecas Matrioska aumentan la población –y con ello el consumo-, son un requisito indispensable para expandir la ciudad.
No obstante hay un aspecto curioso que sortea la estricta legalidad imperante y que tampoco es ajeno al funcionamiento de una sociedad por muy organizada que esté: el mercado negro, donde se puede adquirir vestuario, poderes, gestos, latas de energía, herramientas y permisos exclusivos o antes que por la vía normal.