Los juegos de terror viven una edad dorada en los últimos años, gracias al éxito de las aventuras en primera persona, y este estilo de juego que empezó en la escena independiente, ha terminado saltando también al terreno de las superproducciones, como hemos visto en este pasado E3 con el anuncio de Resident Evil 7, con un nuevo y sorprendente enfoque. Aunque saldrá en enero, durante estos días Capcom ha lanzado una demo para PlayStation 4, como intentando emular el éxito del ya casi "legendario" P.T., ese prólogo del cancelado Silent Hills de Hideo Kojima y Guillermo del Toro, que por desgracia ya nunca disfrutaremos.
Es evidente que el nuevo Resident Evil se ha llevado gran parte de las miradas durante la feria, pero no diríamos ni mucho menos que ha sido la mejor experiencia de terror que hemos podido probar, ya que ese halago se lo vamos a dar a Outlast II, que con su breve pero intensa demo ya nos ha convencido. Es complicado en una feria como esta jugar a una aventura de terror en un stand abarrotado de gente y conseguir abstraerse, pero lo que propone el nuevo Outlast es tan potente que lo consiguió, y nos metió la tensión en el cuerpo y tuvimos algún que otro sobresalto, lo que habla muy bien de sus virtudes.
Outlast II se sitúa en el mismo universo del primer juego de la saga, pero está protagonizado por nuevos personajes y se desarrolla un entorno diferente. La aventura nos pone en la piel de Blake Langermann, un cámara que junto a su esposa Lynn está investigando una serie de pistas, que comenzaron con el extraño asesinato de una embarazada. El rastro les lleva hasta una población rural en el desierto de Arizona, habitada por una secta, y cuando están llegando a su destino el helicóptero en el que viajan sufre un accidente. Al despertar la esposa de Blake ha desaparecido, y nuestro primer objetivo será encontrarla.
Por lo que hemos podido jugar en esta demostración, en Outlast II no vamos a encontrar grandes diferencias jugables respecto el primero, y volvemos a llevar una cámara de vídeo cuya visión nocturna tenemos que utilizar para ver en las zonas de completa oscuridad. No podremos utilizar armas ni defendernos de los peligros que nos acechen, así que habrá que andar con cuidado, observar bien el entorno, esconderse cuando toque e incluso correr si la situación lo requiere. Su propuesta es puro survival horror, y nos encanta.
En un principio la mayor diferencia con el primero es su ambientación, ya que pasamos de un hospital psiquiátrico a un pueblo en mitad del desierto de Arizona, que puede recordar a la película Los chicos del maíz, aunque explorando las primeras casas y rodeados de sus inquietantes habitantes que nos vigilaban desde la distancia, también nos recordó a los escenarios de Resident Evil 4.
El juego no te da ni un segundo de respiro, y desde el primer momento pisa el acelerador. Escuchamos ruidos inquietantes, gritos, vemos cosas moverse y los aldeanos nos acechan desde la oscuridad con sus ojos ojos brillantes. Como en el primero tenemos que recoger baterías para alimentar la cámara de vídeo y no quedarnos colgados en el peor momento, y cuando toca poner una batería nueva en una zona oscura se viven unos segundos de mucha tensión durante el proceso, en el que nos quedamos completamente vendidos.
Sin entrar en demasiados detalles para no estropearos la sorpresa cuando lo juguéis, tras nuestros primeros pasos por la aldea acabamos en las aulas y los pasillos de un instituto, en una escena muy desconcertante en la que no sabes muy bien qué hacer. Parece que la variedad de localizaciones y las sorpresas van a ser mayores en esta secuela, que se va a soltar la coleta en el terreno de lo sobrenatural. La ambientación no puede ser más macabra, y estamos ante un juego que no está hecho para estómagos sensibles, con situaciones muy explícitas, con cadáveres destripados y fosas comunes con cuerpos de niños, y esto tan solo es el principio.
Lo que más nos gustó de la demo fue su escena final, una huida entre los campos de maíz, en un escenario bastante abierto en el que no teníamos un camino prefijado. Los aldeanos nos perseguían con sus linternas mientras nos escondíamos en el maíz, y cuando el haz de una linterna nos enfocaba directamente a la cámara, no veíamos absolutamente nada, por lo que era recomendable ir apagando y encendiendo la visión nocturna.
También podíamos echar a correr, pero pasado un tiempo nuestro personaje se quedaba sin aliento, y teníamos que parar para recuperarnos. Una situación tensa, con mucha libertad de movimiento, y con la que Outlast II nos quiso demostrar que con la misma base jugable del primero nos quiere sorprender con nuevas situaciones.
Los gráficos de esta secuela nos han gustado mucho, notamos que hay unos mayores valores de producción, algo lógico teniendo en cuenta el éxito del primero, y los efectos de iluminación, la cantidad de detalle de los escenarios y lo conseguido que está el efecto de visión nocturna, nos ofrecen un apartado visual muy por encima de la media del género. El sonido, algo importantísimo en un juego de terror, también va a estar a la altura, y jugarlo con unos buenos cascos y a oscuras será la opción más recomendable para disfrutarlo plenamente.
Terror del bueno
Con la seguridad que da el haber triunfado con el primero, Red Barrels vuelve a la carga con esta secuela que, si bien puede parecer en un principio demasiado continuista, con sus nuevas situaciones y el completo cambio de ambientación promete ofrecer una experiencia muy emocionante, que los amantes del terror no se querrán perder. Se lanzará a finales de este año en Xbox One, PS4 y PC, y tiene una pinta estupenda.
Jugamos a Outlast II en su versión de Xbox One en el stand de Microsoft en el E3 2016.