Rust es un videojuego que actualmente está en la cresta de la ola gracias a los creadores de contenido, siendo en la última semana el más visto en Twitch, el más vendido en Steam y uno de los más jugados en la plataforma digital de Valve tan solo por detrás de los "tres invencibles": CS:GO, DOTA 2 y PUBG.
Su creciente popularidad es la primera sorpresa de este 2021 logrando estar en estos momentos en su mejor estado de forma (en lo que a número de jugadores se refiere) desde que se estrenó en la plataforma de Acceso Anticipado de Steam en 2013. El secreto de este fenómeno no es otro que el que hemos comentado anteriormente y es que los creadores de contenido más importantes de España se están reuniendo alrededor del juego para crear un servidor llamado Egoland en el que están "roleando" y exprimiendo todas las posibilidades de este título de supervivencia y sandbox que ofrece muchísimas posibilidades al tener, relativamente, muy pocas reglas.
En Vandal nos hemos vuelto a aventurar en los servidores de Rust desde hace unos cuantos años para recordar los puntos fuertes del juego y hablaros de lo que nos ofrece esta obra de Facepunch Studios que sigue manteniendo la misma base a la que se añaden ciertas mejoras tanto a nivel jugable como a nivel técnico.
Sobrevive como puedas
Rust es, principalmente, un videojuego de supervivencia en un entorno postapocalíptico y eso se percibe desde la primera vez que entramos en un servidor comenzando la partida totalmente desnudos y tan solo equipados con una enorme piedra y una antorcha que debemos de utilizar para explorar una isla, recolectar recursos y, poco a poco, fabricar un refugio, armas y comenzar a avanzar tal y como queramos hacerlo, con libertad casi total.
Además de tener que construir un lugar en el que resguardarnos del frío, la lluvia y los peligros de los servidores, nuestro personaje también tiene la necesidad de beber agua o de comer alimentos por lo que más tarde o más temprano nos vemos obligados a abandonar el calor de nuestro hogar para buscar una fuente de agua potable cercana, algún lugar en el que queden restos de la humanidad con la esperanza de conseguir una caja de provisiones o, como es lógico, equiparnos alguna herramienta o arma e intentar cazar un animal salvaje para llenar nuestro estómago.
Una vez logramos cubrir las necesidades básicas de refugio y sustento es cuando podemos empezar a ver la profundidad que esconde Rust que es mucho más complejo de lo que pudiera parecer al principio de la partida pudiendo cosechar alimentos, aprender nuevas "recetas" para construir mejores refugios o armas más poderosas, reciclar chatarra que encontremos para obtener nuevos materiales y crear todo tipo de obras o edificios que tendrán tantos usos como queramos darles.
Es en ese momento en el que nos vamos dando cuenta de los cambios de Rust desde que visitamos su isla por última vez y, pese a que la base sigue siendo la misma nos encontramos con otras mejoras a nivel de jugabilidad que están centradas sobre todo en la construcción (mucho más intuitiva), los árboles tecnológicos o en otras reglas como la distancia entre edificios construidos por los jugadores… entre muchos otros retoques que hacen que la experiencia sea bastante más atractiva y orgánica que lo que era cuando comenzó su periplo en 2013.
El mayor peligro: otros jugadores
Como decimos, Rust era y sigue siendo un juego de supervivencia en el que protegernos y alimentarnos nos ocupará buena parte del tiempo hasta que por fin tengamos nuestra base, algo de ropa y decidamos aventurarnos más para explorar las ruinas de la catástrofe, encontrar zonas radioactivas y, probablemente, enfrentarnos al mayor peligro existente en los servidores de Rust: el resto de jugadores.
¿Os imagináis una sociedad en la que en medio de una catástrofe la gente en lugar de colaborar decida aprovecharse del otro, entorpecer su avance y mirar tan solo por su propio beneficio? En realidad, no es tan difícil imaginarlo y es algo tan real como lo que sucede en los servidores de Rust en los que muchos jugadores no tendrán piedad y decidirán acabar con nuestra vida en cuanto nos crucemos por su lado.
No importa si apenas tenemos recursos, incluso da igual si somos nuevos, estamos desnudos y solo tenemos el equipo inicial, la mayoría de los jugadores no tendrán piedad y terminarán con nuestra vida para poder hacerse con el poco material que tengamos en el inventario.
Viviendo del rol
Rust fue uno de los primeros juegos de supervivencia que siguió la ola de DayZ y su edad, como hemos dicho, se nota en algunas mecánicas de juego y en el contenido que hay para disfrutar en solitario, que es bastante escaso más allá de la propia aventura que queramos crear en nuestra cabeza y del reto que supone sobrevivir y convertirse en uno de los jugadores más poderosos del servidor.
Pero no es de esto de lo que se alimenta el nuevo "boom" de Rust sino que ahora su ingrediente principal para el triunfo es del "roleo", la libertad que nos da y las escasas reglas que tiene lo que permite que los jugadores puedan crear sus propias historias, sobre todo cuando jugamos con otros amigos o conocidos y decidimos colaborar para tener una gran experiencia de juego. De hecho, el fenómeno Egoland del que os hablamos al principio del texto es un buen ejemplo de ello, con jugadores desafiándose a una guerra por equipos, creando un casino para realizar apuestas, puestos de comida o tabernas para interactuar con otros jugadores e incluso replicando en su servidor un programa de citas famoso en televisión, todo esto, y mucho más, puede hacerse en Rust y es parte de la magia de un juego como este.
Además, los desarrolladores del juego están muy abiertos a mods y a diferentes creaciones de la comunidad permitiendo servidores personalizados con sus propias reglas. Incluso también encontramos servidores oficiales que deciden dar un giro de tuerca a la supervivencia extrema y que nos invitan, por ejemplo, a disfrutar de un particular battle royale en la isla de Rust.
Un buen salto gráfico… con problemas técnicos de acceso a los servidores
Algo indiscutible de la evolución de Rust es el salto gráfico que la obra de Facepunch Studios ha dado durante todos estos años. Evidentemente no estamos ante el título más ambicioso en este sentido en 2021 pero su acabado técnico es bastante bueno, con un rendimiento muy estable que nos permite tener unos 100 fps a 1440p con todo en Ultra con nuestro ordenador con una gráfica NVIDIA GeForce RTX 3080, procesador i7-7700K, 16 GB de memoria RAM, SSD y Windows 10, además de dejarnos con fotos bastante bonitas del espléndido paisaje de la isla que está muy bien diseñada a pesar de algunas imperfecciones técnicas en algunas cargas de texturas.
Lo que sigue teniendo Rust tras todos estos años son problemas con los servidores, algo que podríamos perdonar dada la explosión de jugadores actualmente… de no ser porque estos fallos ocurren a cualquier hora del día. En ocasiones conectarnos a un servidor es todo un dolor de cabeza, o bien porque no carga la lista de servers disponibles o porque intentamos acceder a uno y nos da error, teniendo que hacer varias intentonas y perdiendo varios minutos en comenzar la partida. No es un fallo nuevo en el juego, esto ya pasaba hace años y sigue ocurriendo en la obra de Facepunch y es uno de los mayores peros que le podemos poner hoy día.
Una grata experiencia con nuestros amigos
Rust es un videojuego con mucho tiempo a sus espaldas que vuelve a nosotros gracias a los creadores de contenido. Para un solo jugador nos ofrece una experiencia de supervivencia desafiante y bastante divertida, con mecánicas que han evolucionado con el paso del tiempo para adaptarse a los tiempos que corren, aunque se nota en algunos apartados que se ha diseñado hace 8 años. Al final, al jugar en solitario lo que motiva es el reto que nos ofrece sobrevivir, crear nuestro refugio y convertirnos en el ser humano más poderoso, temido o ambas cosas, del servidor.
Sin embargo, si jugamos con otros amigos Rust se convierte en mucho más que un juego de supervivencia, permitiéndonos rolear y llevar a su isla lo que queramos, teniendo libertad casi total para hacer guerras, reunirnos alrededor de una taberna a contar historias u organizar eventos de lo más divertidos que están haciendo que la obra de Facepunch Studios goce de una segunda y merecida vida.