La arqueóloga más conocida de los videojuegos parece estar en plena forma. Tras un acertado reinicio con Tomb Raider, ahora Lara prepara la secuela de éste, Rise of the Tomb Rider. Pero hasta entonces –llegará en navidades de 2015 a Xbox One, posteriormente a otras plataformas–, podemos volver a jugar con la Lara Croft "original" en Lara Croft and the Temple of Osiris , un juego que retoma las mecánicas que vimos en el spin-off, Lara Croft and the Guardian of Light, que se lanzó en 2010.
Por si alguien no lo recuerda, este título nos ofrecía una aventura que, al igual que las entregas normales, combinaba acción, plataformas, puzles y disparos, aunque lo hacía desde una perspectiva fija aérea, a modo de twin-stick shooter y diseñado para jugar en cooperativo para dos.
Ahora, Lara Croft and the Temple of Osiris viene a repetir la fórmula, aunque con cooperativo para cuatro y diferentes novedades.
Lara Croft and the Temple of Osiris tiene lugar en el universo clásico de la saga, donde Lara es una heroína de armas tomar que viste su atuendo característico y que no teme a nada. En esta aventura viaja hasta Egipto, una de las localizaciones más populares, donde se tendrá que enfrentar al dios Set acompañada de su rival Carter Bell y los dioses Isis y Horus, que se unirán a nuestro equipo para ayudarnos a alcanzar el fin común.
Cada uno de estos personajes es diferente, aunque básicamente se dividen en dos clases: los arqueólogos y las deidades. La idea detrás de Lara Croft and the Temple of Osiris es que como mínimo, un jugador se elija a Lara –obligatorio, es la protagonista después de todo– y el otro se elija a un dios egipcio para que puedan complementarse con sus habilidades. Preferiblemente tendríamos que ser cuatro jugadores simultáneos, pero el juego se va reajustando automáticamente según el número de ellos, pudiendo jugar en solitario si queremos.
Sobre esto, los desarrolladores nos comentaron que Lara Croft and the Temple of Osiris contará con multijugador local y a través de internet, e incluso un sistema de búsqueda de partidas en segundo plano que nos permite, si queremos, unirnos o que se unan a una partida en marcha sin tener empezar desde el principio. "El juego se pausa durante unos segundos y se ajusta a la nueva cantidad de jugadores", nos explicaban, y lo mismo sucede si, en lugar de unirse, abandonan la partida.
Ya pasando a la jugabilidad, cualquiera que esté familiarizado con la entrega original ya está familiarizado con ésta. Mientras que los arqueólogos cuentan con pistolas y ganchos para acceder a zonas remotas, los dioses tienen magia y un escudo que permite acceder a zonas altas. Aparte, tienen habilidades comunes entre las dos clases, como poder usar las bombas o armas secundarias que iremos desbloqueando y cuya munición, a diferencia de las armas básicas, será limitada.
Los personajes serán modificables también, en cierta medida, en cualquier momento. Hay un sistema de objetos que habrá que desbloquear ya sea encontrándolos por el escenario o haciendo una serie de desafíos en cada nivel –se nos notifican antes de cada partida, y pueden ir desde completar una secuencia de plataformas sin caernos a solventar un puzle sin tocar la pieza clave para éste–, y nos permitirán mejorar determinados aspectos en detrimento de otros. Esto quiere decir que podemos mejorar el alcance de las bombas, pero bajará nuestra defensa, o reducir el gasto de munición especial sacrificando la fuerza de ataque. Como decimos, se pueden modificar en cualquier momento, pudiendo así ajustarlo a nuestras necesidades en medio de la batalla.
No hemos hablado todavía la parte más importante, que es la jugabilidad cooperativa. Ya hemos explicado un poco anteriormente cómo funcionaban las habilidades de cada uno, y ahora es el momento de ponerlas en práctica. Un ejemplo muy básico es subir un muro. Con un dios creamos una especie de escudo que permite a nuestro compañero arqueólogo subirse a nosotros, y desde ahí, al muro. Entonces, ya desde arriba, nos lanzará el gancho con el que nos aúpe.
El dios también puede flotar durante un tiempo en el agua con el mencionado escudo, o usar su magia para activar mecanismos y plataformas. Los arqueólogos lo tienen más fácil para llegar a sitios inaccesibles o para abrirnos el camino necesario para llegar allí. Todo es una relación recíproca, que se irá complicando según avanzamos, y que nos ha parecido muy divertida, orgánica y bien planteada.
En esta nueva entrega también se apuesta mucho por la rejugabilidad, ya que se añaden los desafíos y los objetos que indicábamos previamente, animándonos a reintentar los niveles en los que nos hayamos dejado cosas para satisfacer nuestro afán de conseguir el cien por cien. Para potenciar esto, hay también un nivel que centraliza la elección de fase, desde el cual podremos ir de un nivel a otro, y en el que encontramos además diferentes recompensas tras completar el escenario de turno.
Una secuela con todas las letras
Lejos de ser una revolución, es una evolución muy acertada de lo que vimos en Lara Croft and the Guardian of Light. Los cuatro jugadores simultáneos y las pequeñas novedades que se han ido introduciendo nos parecen muy acertadas, y si el ritmo y los puzles se mantienen en el ritmo que hemos visto en la demostración, no dudamos que será tan divertido como la primera entrega. Además, y aunque se queden en un segundo plano, se ha dado un buen repaso al apartado gráfico con más detalles, efectos, etcétera.
Obviamente, es un juego que no quiere competir con las entregas principales de Tomb Raider, sino ofrecernos una experiencia cooperativa ambientada en el universo de Lara Croft, y pensamos que como tal cumplirá con creces.