PlayStation 2 nos regaló una buena cantidad de grandes e inolvidables juegos de rol japonés, pero pocos títulos significaron tanto para quienes vivimos en Europa como Dragon Quest VIII: El Periplo del Rey Maldito. No solo se trataba de una aventura con un inconfundible aroma clásico que, partiendo de las bases del género y sin necesidad de reinventar la rueda, supo deleitarnos con un apartado audiovisual de primer nivel, una jugabilidad intachable y una historia y personajes que desprendían magia, sino que también supuso el desembarco por primera vez de una entrega numerada de Dragon Quest en nuestro continente.
Hasta entonces solo habíamos conocido un spin-off para Game Boy Color (y ni siquiera se llamaba Dragon Quest), el anime (Las aventuras de Fly), y lo poco que sabíamos de la serie era lo que nos llegaba desde el otro lado del charco: una saga que, según se decía, vendía incluso más que Final Fantasy en Japón, el mayor referente que teníamos del género en aquella época por estos lares, desatando auténticas locuras y pasiones entre los nipones.
Y lo cierto es que la serie no pudo escoger un mejor título para darse a conocer en el Viejo Continente, ya que estamos ante la que es, probablemente, la mejor entrega de todas. Por ello, tener ahora la excusa de volver a revivir, diez años después, este épico periplo en una portátil como Nintendo 3DS, se nos antoja como uno de los mejores planes posibles para hacer más llevadera la espera de su undécima entrega, especialmente cuando esta conversión viene tan cargada de novedades y mejoras respecto al original.
Al tratarse de unas impresiones, aquí solo comentaremos los cambios y novedades que hemos podido ver durante nuestras primeras cinco horas de juego, es decir, justo hasta el momento en el que terminamos de reclutar al último de los personajes jugables de la aventura original. Sí, hay una buena cantidad de contenidos extras, como nuevos capítulos de historia, mazmorras, personajes jugables, jefes secretos y opcionales y hasta un nuevo final, pero ni nos permiten hablar de ello ni hemos avanzado tanto como para poder valorar todo lo que aportan y ofrecen.
Por si hay alguna duda, lo primero que tenemos que destacar es que estamos, esencialmente, ante el mismo título que pudimos jugar en 2006. Aunque la historia se ha expandido, esta sigue siendo la misma, por lo que viviremos las mismas batallas épicas, exploraremos las mismas mazmorras, resolveremos los mismos puzles y tanto el sistema de combate (por turnos de toda la vida) como de progresión se han mantenido intactos.
Sin embargo, no tardaremos demasiado en notar pequeñas diferencias que, a pesar de parecer anecdóticas, marcan la diferencia y hacen de esta versión la más disfrutable y ágil de todas. Para empezar, probablemente recordaréis cómo en PlayStation 2 no podíamos dar ni dos pasos antes de tener que librar un combate aleatorio, algo que podía hacer de la exploración una experiencia muy frustrante y cansina en más de una ocasión, especialmente al recorrer zonas de nivel bajo donde las batallas no nos aportaban nada.
Ahora esto se ha cambiado radicalmente el incluir el mismo sistema visto en el remake de Dragon Quest VII y en otros muchos títulos del género, permitiéndonos ver a los enemigos en el mapa. De este modo podremos esquivarlos y evitar casi cualquier combate, agilizando considerablemente la exploración del mundo. Evidentemente, los enemigos siguen siendo tan duros como antes (al menos en las primeras horas), por lo que nos va a tocar pelear bastante para subir de nivel y prepararnos para las grandes batallas que están por venir, así que tampoco conviene demasiado abusar.
Como podéis suponer, esto facilita un poco las cosas, ya que si ahora estamos mal de vida y puntos de magia tendremos menos problemas para regresar a algún sitio donde podamos recuperarnos, ya que hasta las mazmorras suelen ser son lo suficientemente espaciosas como para permitirnos evitar la mayoría de luchas. De hecho, hemos llegado a aprovecharnos de este sistema un par de veces para ir a ciudades más avanzadas que el punto de historia en el que estábamos para comprar mejor equipo y luego arrasar con él, algo que en el original nos habría costado sudor, sangre y lágrimas por la frecuencia de las batallas y el desnivel que habríamos experimentado en ellas.
Hablando de facilidades, en esta versión nos curaremos por completo cuando subamos de nivel, lo que también significa que recuperaremos todas nuestras reservas de puntos de magia. Esto acaba facilitando considerablemente la exploración de las mazmorras, ya que lo más normal será que subamos de nivel una o dos veces antes de llegar al jefe final de turno, lo que nos evitará tener que salir de las mismas cada poco tiempo hasta que seamos capaces de pasárnoslas del tirón al poder "grindear" de forma simultánea a nuestro avance (siempre y cuando nos vayamos pegando de tortas con todo lo que se mueva, claro).
Ojo, tal y como hemos dicho, los atributos de los enemigos parecen estar intactos, al igual que nuestro poder de combate, por lo que sigue existiendo un desafío muy apetecible y a tener en cuenta. Por ello, como al final vamos a tener que batallar mucho igualmente para que no nos machaquen los jefes, estos cambios simplemente consiguen aligerar la experiencia para dotar al título de un mejor ritmo.
Esto es algo que también se puede aplicar a los propios combates, ya que la ejecución de los turnos se ha acelerado para hacerlos más breves y dinámicos, una buena noticia para todos los que opinaban que eran demasiado lentos en el original. Destacar también que los tiempos de carga son casi inexistentes en esta versión, lo que también ayuda a este propósito.
Una de las pocas novedades a nivel de contenidos que hemos podido probar la tenemos en una nueva cámara de fotos que recibiremos al poco de comenzar la aventura. Lejos de simplemente limitarse a ser un simple "modo foto" (podemos modificar el ángulo, añadir personajes y cambiar las poses de los personajes para crear la imagen perfecta), gracias a ella se han introducido multitud de desafíos adicionales con sus respectivas recompensas.
Cuando la recibamos y cumplamos la primera misión que nos encarguen, nos aparecerá una enorme lista de objetivos adicionales que nos llevará a visitar multitud de contenidos opcionales para sacar fotos de enemigos concretos o lugares específicos. Por lo poco que hemos podido probar esta función, se trata de una inclusión muy interesante y perfecta para descubrir todo tipo de secretos y curiosidades sobre el universo del juego, además de alargar todavía más su ya de por sí extensa duración.
Por desgracia, el apartado audiovisual se ha resentido considerablemente en la transición, ofreciéndonos una versión muy inferior a nivel técnico. Los colores se han saturado a unos extremos incomprensibles, los escenarios han perdido muchísimo detalle, las texturas son notablemente peores, faltan elementos en pantalla y el popping puede llegar a resultar exagerado en más de una ocasión. Todos estos defectos se hacen especialmente evidentes en el mapamundi, donde la vegetación brilla por su ausencia y el terreno presenta unos tonos de verde antinaturales.
Por su parte, los personajes sí que lucen bastante bien y casi sin dientes de sierra, el rendimiento es perfecto y el apartado artístico sigue siendo una maravilla gracias al inconfundible diseño de enemigos de Akira Toriyama. Tampoco podemos obviar las geniales animaciones de las que estos últimos hacen gala, mejores incluso que las de los propios protagonistas. Eso sí, os avisamos que no hay efecto 3D de ningún tipo.
Finalmente, el sonido también ha sufrido un duro revés al eliminarse la versión orquestal de su banda sonora, dejándonos con una calidad de audio prácticamente idéntica a lo escuchado en el remake de la séptima entrega. Las composiciones siguen siendo una genialidad y se sienten 100% Dragon Quest, aunque no vamos a negar que al principio echamos mucho de menos la instrumentación de PS2.
Los efectos son igual de reconocibles que siempre y se ha respetado el doblaje inglés original, repleto de acentos y modismos que no se han plasmado en la traducción de los textos a nuestro idioma (muy buena, por cierto). Eso sí, la calidad de audio de las voces nos ha parecido muy pobre, ya que se escuchan demasiado comprimidas, como si estuviesen enlatadas, dificultando más de la cuenta el entender lo que dicen los personajes al no escucharlos bien.
Por lo poco que llevamos, los cambios y mejoras jugables que ha recibido el juego compensan de sobra los recortes técnicos que se han realizado. De momento, nos está resultando una aventura mucho más agradable, ágil y divertida de jugar en Nintendo 3DS, y estamos deseando poder adentrarnos en sus nuevos contenidos. Tanto es así que nos cuesta creer que hayan pasado diez años desde que emprendimos por primera vez este apasionante periplo, ya que su diversión y todas sus bondades se mantienen intactas a pesar del tiempo que ha pasado, lo que dice mucho de lo que consiguió Level-5 en su momento con esta odisea.
Todavía nos queda muchísimo por jugar para poder ver todo lo que aporta esta versión y si realmente sus extras son incentivos suficiente como para que su compra merezca la pena a todo aquel que ya se lo pasara en PS2. Lo que sí que tenemos ya muy claro es que si nunca tuviste la ocasión de disfrutar de este mágico viaje y te apasiona el género, estás ante todo un imprescindible que no deberías dejar escapar por segunda vez (o tercera si contamos la versión para móviles) bajo ningún concepto.
Hemos realizado estas impresiones con un código de descarga de la versión final que nos ha facilitado Nintendo.