Análisis de Inside (Xbox One, PS4, Switch, PC)
Hace seis años, un pequeño estudio independiente llamado Playdead sorprendió a propios y extraños con Limbo, un juego de plataformas y puzles en 2D con un apartado artístico completamente rompedor para su época (y que ha sido imitado multitud de veces desde entonces) y un diseño de niveles que nos pilló a todos por sorpresa. No en vano, se trata de uno de los títulos que más han ayudado a la hora de popularizar la escena independiente, por lo que su importancia e influencia deberían de estar fuera de toda duda.
Por ello, no es de extrañar que Inside fuera un juego que esperábamos con mucho interés, ya que teníamos ganas de descubrir qué se traían entre manos en Playdead tras su primer exitazo. Tras un largo desarrollo y una campaña de marketing casi inexistente (se estrena mañana y casi no se ha hablado de él en estos últimos meses), por fin hemos tenido la oportunidad de jugarlo a fondo y confirmar que volvemos a estar ante uno de los grandes indies del año.
Una inquietante distopía
En esencia, Inside podría ser considerado como un Limbo 2.0, ya que repite la misma fórmula, aunque mejora a su predecesor espiritual en prácticamente todos los sentidos, comenzando por una historia y una ambientación mucho más intrigante y atractiva. La narrativa vuelve a ser puramente visual y el guion se cuenta a través de nuestras acciones y de lo que vamos jugando, por lo que no esperéis encontraros con cinemáticas, diálogos ni ningún recurso narrativo similar.
Un gran ejemplo de esto es el mismo comienzo de la aventura, donde nos veremos inmersos en mitad de una persecución en un bosque de lo más inquietante. No sabemos quiénes somos ni por qué huimos, y mucho menos quiénes son nuestros perseguidores. Simplemente seremos conscientes de que somos un niño indefenso en medio de algo que nos supera y que si queremos seguir vivos, más nos vale que no nos vean ni nos pillen.
A partir de aquí iremos descubriendo un mundo distópico en el que nada parece funcionar como debería y del que preferimos no contaros mucho más para evitar destriparos muchas de las siniestras sorpresas que esconde este viaje. Lo que sí os podemos decir, es que el estudio no se ha cortado a la hora de plantear temas adultos y muy serios que no suelen tratarse con demasiada asiduidad en la industria. Y todo ello con un gusto exquisito.
En cuanto a su desarrollo jugable, en realidad no hay mucho que explicar. A pesar de contar con gráficos tridimensionales, el título es exclusivamente 2D, por lo que tendremos que avanzar de forma completamente lineal por una serie de escenarios en los que nos encontraremos todo tipo de puzles, situaciones de peligro, trampas, obstáculo y momentos ligeramente plataformeros. Destacar que aquí no hay "pantallas" o "fases", ya que no hay ni una sola pantalla de carga en toda la aventura (menos cuando morimos) e iremos pasando de un sitio a otro de forma totalmente natural y orgánica.
Si bien los puzles no son especialmente complicados (más bien al contrario, son muy sencillos), lo cierto es que resultan muy gratificantes ya que no solo son bastante ingeniosos y están medidos con mucho cuidado, sino que forman parte de la propia historia, algo que les da muchísimo valor. No están ahí simplemente para entretenernos y alargar la duración del juego, sino que su presencia tiene sentido y nos recompensa con valiosa información a medida que los vamos resolviendo, llegando a ser muchos de ellos bastante inquietantes en su concepción.
Otro detalle que nos ha encantado es lo bien integrado que están los escenarios con la propia jugabilidad, utilizando de forma muy inteligente el hecho de que sean tridimensionales para ofrecer situaciones de todo tipo y variadísimas que se van sucediendo casi sin que nos demos cuenta, obligándonos a estar muy atentos no solo al plano en el que jugamos, sino también a los fondos y a lo más cercano a la cámara. De hecho, es muy posible que más de una vez encontremos en ellos la solución a nuestros problemas.
Eso sí, os avisamos que morir en Inside es una constante. Un error y estaremos muertos, y si no queremos caer en alguna de las innumerables trampas que nos esperan tendremos que ir varios pasos por delante del propio juego para intuir qué nos va a matar a continuación y actuar en consecuencia en apenas unos segundos. Evidentemente, si tenéis buenos reflejos y estáis atentos, podréis evitarlos, aunque nos ha dejado con la constante sensación de que mientras antes asumamos que vamos a tener que tirar mucho de la técnica de "ensayo y error", mejor nos irá. Eso sí, es mucho más permisivo y suave en este sentido que Limbo, y la muerte no es nada frustrante, ya que hay puntos de control a cada paso que damos, por lo que apenas perderemos un par de segundos cada vez que nos maten.
Nuestras mayores taras las encontramos con algunas irregularidades en su desarrollo, con momentos donde el juego baja el listón y pierde ritmo, dando como resultado secciones un tanto pesadas, especialmente en el ecuador de la aventura, aunque estas bajadas de calidad no dejan de ser algo esporádico que acaba siendo compensado por todo lo demás que nos ofrece. La duración tampoco está muy allá, y en cinco horas podréis tenerlo más que finalizado, y eso yendo a ritmo tranquilo. Eso sí, creemos que dura lo que tiene que durar, ya que haberlo alargado algo más podría haberle pasado factura.
Gráficamente el título no busca ofrecernos un apartado técnico puntero, por lo que no esperéis complejos modelados de personajes o texturas que pongan al límite de sus posibilidades a vuestras Xbox One o PC. A cambio, nos regala un apartado artístico sensacionalmente sombrío y de estilo minimalista capaz de sumergirnos de pleno en el universo que se ha creado para la ocasión, donde el gris y los colores apagados están a la orden del día, dejándonos para el recuerdo imágenes con muchísima fuerza por lo impactantes que resultan.
Mención aparte merecen las animaciones: simplemente perfectas. Además de ser completamente fluidas, suaves y naturales, nuestro protagonista cuenta con un número de ellas espectacular, ya que interactúa de un modo u otro con el entorno según lo que esté ocurriendo y el lugar en el que se encuentre. Y todo ello sin olvidarnos de la ingente cantidad de formas en las que podemos morir, cada una con su propia animación única (algunas de ellas tremendamente crudas y crueles).
El sonido tampoco se queda atrás, gracias a una ambientación sonora tremendamente conseguida. Realmente no hay casi nada de música y la poca que hay suele ser más parecida a un intenso ruido capaz de incomodarnos y meternos mucha presión, algo que se utiliza con mucha cabeza para crear situaciones únicas y de gran intranquilidad. Los efectos también están a un gran nivel y sabrán encargarse ellos solo de conseguir que nunca nos sintamos a salvo.
Conclusiones
Como ya hemos dicho, Inside es la evolución natural de Limbo. Partiendo de su base, Playdead ha conseguido mejorarla en todos sus apartados y llevarla un paso más allá, dando como resultado un juegazo con una ambientación tan especial y fascinante como oscura y perturbadora. Quizás no sea el título más difícil, original o largo que hayamos jugado este año, pero sí que ha sabido ofrecernos un viaje irrepetible y de los que no olvidaremos fácilmente, motivo más que suficiente como para le deis una más que merecida oportunidad.
Hemos realizado este artículo con una copia digital de la versión final de Xbox One que nos ha proporcionado Playdead.