Análisis de Lost Odyssey (Xbox 360)

Un tiempo más tarde y ayudados del famoso compositor Nobuo Uematsu, el escritor Kiyoshi Shigematsu, y el dibujante Takehiko Inoue, pretenden alcanzar un mayor éxito con un juego que recoge todo con lo que el ‘ex’ de Square Enix había soñado. Este juego se llama Lost Odyssey, un título en el que vamos a tener que llevar a cabo una larga aventura con el objetivo de encontrar la respuesta a todas las preguntas que se hará nuestro protagonista, un héroe perdido, pues no recuerda nada de su tormentoso pasado.
Es su condición de inmortal lo que le da la oportunidad de ser citado ante el congreso del reino, pues sobrevivió a la caída de un meteorito mientras luchaba contra un enorme ejército de soldados que obtuvieron diferente final. Lo que él no sabía es que se le iba a encomendar una misión que significaría el comienzo de su aventura, en la que contará con varios compañeros de entre los que destacan Sez Balmore, Cooke y Mack, Ming y Jansen. Este último no está sometido a otra maldición que no sea su labia y vicios, pero la primera tiene una cosa en común con el misterioso protagonista: su condición de inmortal. Este hecho provoca en Kaim una gran sensación de alivio, pues ahora sabe que no se encuentra solo en el mundo, pues hay más personas que sufren el pasado sin recordarlo, por lo que verá en Sez a una gran compañera de aventuras.
A simple vista puede parecer una premisa algo fuera de lo normal, pero que nuestro personaje sea inmortal influye en el núcleo de la historia y en el sistema de juego, motivando a que nuestros personajes emprendan el viaje en busca de respuestas que calmen su mente y todo su ser, encontrando a nuevos aliados por el camino.

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