Análisis de Rocket League (Switch)
La llegada de Rocket League a PlayStation Plus le dio la oportunidad a Psyonix de que millones de personas probasen su título. Seguro que, ni en el más atrevido de sus sueños, llegaron a imaginarse que acabarían con una comunidad que se acerca a los 40 millones de usuarios ahora mismo, y que, tras llegar a PS4, PC y Xbox One, ahora va a expandirse a nuevas plataformas.
A muchos de nosotros también nos ha cogido por sorpresa el éxito de Switch, una consola que está sobrepasando las expectativas, y que está viendo cómo su catálogo se expande con títulos propios, juegos indies y triple A por igual –algunos de ellos redefiniendo de lo que es capaz la consola.
El deporte de moda, en todas partes
Rocket League es un juego que mezcla deporte y conducción, con hasta ocho coches que juegan principalmente a una especie de fútbol (aunque hay otros deportes).
Es un juego que basa su fórmula en un control y unas mecánicas sencillísimas y muy accesibles, a la vez que guarda una profundidad que recompensa al que le dedica tiempo y esfuerzo para aprender todos sus secretos.
Por ejemplo, los coches que conducimos pueden saltar y utilizar un turbo que hay que recargar pasando sobre ciertas zonas del escenario, algo que añade un componente estratégico a los partidos. Combinando el salto y el turbo podemos volar, algo esencial para poder competir en los niveles más altos. Son muchas pequeñas cosas que vamos aprendiendo al jugar, y que hacen que mejoremos y aprendamos con cada partido.
A nivel de contenido, tenemos prácticamente el mismo juego que en otras plataformas, incluyendo el que se ha introducido a través de las constantes actualizaciones desde su lanzamiento. Los estadios, los coches, los modos, las opciones de personalización... Tenemos un juego completísimo, donde podemos jugar online, offline, en partidas desde uno contra uno a cuatro contra cuatro, de manera competitiva o casual, ya sea al "fútbol", al "baloncesto" o a partidas experimentales.
Rocket League, eso sí, se disfruta principalmente a través de internet –al menos en nuestro caso–, lo que puede ser un hándicap si somos de los que usamos Switch principalmente en portátil. Podemos jugar offline sin problema, incluyendo a pantalla partida, y tenemos un modo entrenamiento, un modo liga y demás opciones para no aburrirnos, pero para nosotros jugar online es muy importante. Como decimos, es cuestión de gustos, pero es algo que consideramos digno de mención.
La versión de Nintendo Switch
Tal y como indicamos arriba, en lo que respecta a contenido tenemos prácticamente la misma versión. La versión de Switch, como podéis imaginar, se queda atrás en lo técnico, pero lo compensa con contenidos y opciones exclusivos. Tenemos coches de Mario y Luigi (que cambian en función de si nos toca el equipo rojo o azul) y uno de Samus, así como elementos de personalización de Nintendo.
También tenemos la posibilidad de jugar con los Joy-Cons por separado, opción habitual en la portátil de Nintendo, que aunque obviamente sacrifica algo de comodidad, siempre se agradece para partidas improvisadas con amigos. Con la consola en el dock permite jugar con hasta cuatro jugadores a pantalla partida, mientras que en el modo portátil se limita a dos.
En lo gráfico, las diferencias son notables, como podéis imaginar, aunque también son hasta cierto punto comprensibles. Si pasamos de jugar en PS4, Xbox One o PC a la versión de Switch, la bajada en resolución, texturas y efectos es perceptible desde el primer momento, aunque por suerte se nos olvida pronto en cuanto empezamos a jugar.
No vamos a negar que gráficamente nos ha decepcionado, principalmente en portátil. Con una resolución de 720p en modo dock, y resolución dinámica en portátil, que varía en función del estadio, pero que funciona de media a 1024x576p y sin antialiasing, ofrece un conjunto bastante mejorable. Las texturas también se quedan muy por detrás de lo que esperábamos –cuya calidad también disminuye en portátil–, y no ayudan a mejorar la calidad de imagen. Psyonix ha prometido que seguirán trabajando en optimizar el juego, así que esperemos que la cosa mejore.
En cualquier caso, será más o menos bonito, pero Rocket League en Switch funciona. Mantiene su tasa de imágenes por segundo casi siempre estable a 60 –hay caídas muy, muy puntuales–, un control que responde genial y partidas que se encuentran en segundos gracias al juego cruzado entre plataformas. Hemos leído en internet algunas quejas de usuarios que experimentaban input lag o una respuesta algo torpe, pero nosotros hemos jugado sin problema.
Justito en lo técnico, sobrado en la diversión
La llegada de Rocket League a Switch son siempre buenas noticias para los usuarios de la consola. Es innegable que priorizar las 60 imágenes por segundo ha hecho que la calidad de imagen haya acabado siendo un poco decepcionante, sobre todo en el modo portátil. Y ojo, que entendemos que es una consola con un corazón portátil, pero es una consola que puede dar más de sí, y los usuarios deben exigir contenido a su altura.
En cualquier caso, el juego sigue divirtiendo y se sigue jugando genial. Hay algunos contratiempos inherentes de la consola, como la complejidad del chat de voz que dificultan la experiencia si queremos jugar con amigos online, pero su esencia se mantiene intacta. A estas alturas, ya sabemos cuáles son los pros y los contras de un juego multiplataforma en Switch, así que en vuestra mano está saber si esta versión de Rocket League es para vosotros.
Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código de descarga que nos ha proporcionado Outrageous PR.