Análisis de Rocket League (PS4, Xbox One, PS5, Xbox Series X/S, PC)

A principios de 2008 Psyonix lanzó para PlayStation 3 Supersonic Acrobatic Rocket-Powered Battle-Cars. No se puede negar que tuvo muy poco impacto, de hecho apenas nadie se acordaría de él si no fuese por el juego que nos ocupa ahora, y aunque cosechó algunas buenas críticas, ese juego protagonizado por coches que juegan al fútbol pasó desapercibido para la mayoría de jugadores. Puede que los lanzamientos digitales no gozasen todavía de mucha popularidad, o que los usuarios estaban más pendientes de títulos de renombre.

Rocket League es una secuela que llega en un mejor momento, cuando todos los usuarios aceptan los juegos de distribución digital sin problemas.

En PlayStation 4 debuta con la promoción de PlayStation Plus y también está disponible en PC, así que al menos en esta ocasión su nombre no quedará olvidado pronto. ¿Otra razón más? Su calidad.

El concepto es básicamente el mismo que en el original: jugar al fútbol con vehículos de radiocontrol en equipos de uno a cuatro miembros –dos a ocho jugadores-. Estos coches a la hora de la verdad pueden dar tanta diversión o más que un simulador futbolísico. El manejo se basa mucho en las peculiares físicas de los vehículos, capaces de saltar con la intención de "cabecear" un enorme balón y llevarlo entre los palos de la portería rival, donde explota con una onda expansiva que afecta a todo vehículo cercano.

La jugabilidad no tiene mucha más complicación y ese es parte de su secreto, cualquiera con un mínimo interés en los juegos de velocidad o sobre todo, en el estilo demolition derby -pero aquí sin la destrucción- se puede enganchar a su mecánica. Un buen control, situaciones espectaculares en el aire, divertido caos y sentido de la colaboración hacen que sus partidas sean muy entretenidas y un poco impredecibles; no es que las físicas causen problemas, sino que el movimiento de la pelota depende de muchos factores y no siempre conseguirás tu objetivo.

A medida que jugamos más, descubrimos que Rocket League es un juego con un ritmo frenético y adictivo. Muchas partes del escenario, como las rejas de la jaula o la propia portería, tienen formas curvas que pueden ser recorridas por los coches. Es un comportamiento un poco exagerado, aunque creíble para su escala. Además, se ha incluido un sistema de turbos –se recargan pasando por determinados puntos- con una doble intención: recorrer el campo a gran velocidad y coger impulso en los saltos.

Combina todo lo anterior para ejecutar piruetas, "cabezazos" al balón y forma una buena estrategia con tus compañeros, preferiblemente siempre con y contra humanos, que es cuando aparecen los errores y la agresividad. Recuerda: también están permitidas las colisiones para entorpecer al rival. El juego aconseja por norma general partidas con equipos de tres jugadores, y tiene razón, es la cifra más equilibrada para favorecer individualidades y compañerismo. Con ocho vehículos a veces peca de lioso y es fácil quedar marginado, con menos se pierde la estrategia a favor de los tiros largos.

Rocket League ofrece los modos que se pueden exigir al título: online –el auténtico punto fuerte- con juego cruzado entre las dos versiones, multijugador local a pantalla partida –cuatro jugadores-, un modo temporada –crear un equipo y liderar un torneo-, editor de repeticiones y personalización.

Siguiendo la idea de concepto simple, el juego descarta presentar vehículos de diferentes clases y características, o incluso de añadir habilidades exclusivas por ascender de nivel. La igualdad de condiciones es total y los únicos ajustes son estéticos: pintura, vinilos, banderas, neumáticos… Hay una gran cantidad de piezas para desbloquear mediante victorias y experiencia. En ningún momento te sentirás en inferioridad al resto de usuarios por cuestiones de tiempo de juego, a excepción de la pericia adquirida, que por cierto, hemos visto que se nota. Ya en los primeros días hay auténticos cracks del balón capaces de decantar un partido y de machacar al oponente con resultados abultados.

Las partidas offline, aunque no son el meollo de la cuestión y tampoco justificarían por sí solas la compra, parecen la mejor manera práctica de aprender la jugabilidad antes de saltar a la competición real. Hay ajustes de dificultad en la inteligencia artificial y en la más baja no encontrarás problemas para marcar un hat-trick, algo que online es mucho más complicado. Por supuesto, también hay tutoriales especializados y minijuegos de entrenamiento que cubren el juego aéreo, las técnicas ofensivas y defensivas.

Los escenarios son muy similares entre sí a excepción del ambiente, que va de aquellos que simulan un estadio cerrado y profesional a aquellos de segunda división, en campos rudimentarios de hierba escasa o bajo la lluvia. Este quizás sea uno de los aspectos que podría ser mejorado, ya que su predecesor tenía más variedad de tamaños. ¿Qué tal modificar las formas o añadir irregularidades? Lo bueno es que sus creadores han anunciado "grandes planes" tras el lanzamiento, incluyendo contenido gratuito, para sumar al menos dos vehículos, nuevos mapas y "varias sorpresas más" a lo largo de los próximos meses.

A nivel artístico y técnico no hay demasiado que reprochar para tratarse de un juego independiente como este. En consola sólo parece mejorable el aliasing, pero se mueve estable y sin problemas de conexión. Respecto al sonido, mucho griterío, vítores y motores que ponen el ruido habitual a un espectáculo agresivo como este. Si lo que buscas es música, sólo escucharás electrónica durante los menús y no encaja demasiado con el espíritu gamberro de Rocket League.

Conclusiones

Rocket League traslada muy bien una idea que, pese a sonar un poco estúpida y no ser completamente original, resulta divertidísima. Es una de las mejores opciones de multijugador alejado de los tiroteos y guerras de los últimos meses. Si las prometidas descargas amplían contenido y añaden modos más disparatados no tendrá problemas en extender su vida jugable durante mucho tiempo.

En definitiva juego muy recomendable para aficionados al online, los deportes y la conducción. Que tiemblen Messi ni Cristiano.